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La gran guerra de los continentes – Geopolítica y fuerzas ocultas de la Historia (A. Dugin)

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LA GRAN GUERRA DE LOS CONTINENTES

GEOPOLÍTICA Y FUERZAS OCULTAS DE LA HISTORIA

http://www.4pt.su/es/content/la-gran-guerra-de-los-continentes

Las bases de la geopolítica

Recordemos los principales postulados de la geopolítica, ciencia que antes también recibía el nombre de “geografía política”, y cuyo desarrollo se debe principalmente a los méritos del científico y político inglés sir Halford McKinder (1861-1947). El propio término “geopolítica” fue utilizado por vez primera por el sueco Rudolf Kjellen (1864-1922) y más tarde extendido en Europa por el alemán Karl Hausofer (1869-1946). En cualquier caso, McKinder sigue siendo el “padre de la geopolítica”, cuyo modelo básico siguió como punto de partida para todas las demás investigaciones en este campo. El mérito de McKinder consiste en que supo delimitar y comprender determinadas leyes objetivas de la historia política, geográfica y económica de la humanidad. Si bien el término “geopolítica” es de aparición relativamente reciente, la realidad a la que se refiere tiene una historia milenaria.

La esencia de la doctrina geopolítica podría reducirse a los siguientes principios. Dentro de la historia planetaria existen dos visiones enfrentadas y competidoras sobe la colonización de la superficie de la Tierra: el enfoque “terrestre” y el enfoque “marítimo”. La elección de uno de ellos depende de la orientación (“terrestre” o “marítima”) que siguen unos u otros estados, pueblos o naciones. Su conciencia histórica, su política interior u exterior, su psicología, su visión del mundo se forman siguiendo unas reglas determinadas. Teniendo en cuenta dicha particularidad, se puede hablar perfectamente de una visión del mundo “terrestre”, “continental” o incluso “esteparia” (la “estepa” es “tierra” en su estado puro ideal) y de una visión del mundo “marítima”, “insular”, “oceánica” o “acuática”. Señalemos de paso que los primeros indicios de semejante enfoque los encontramos en las obras de los eslavófilos rusos Jomiakov y Kireévski.

Dentro de la Historia Antigua, Fenicia y Cartago, fundado por la primera, desempeñaron el papel de la potencia marítima, convirtiéndose en el símbolo de la civilización marítima por excelencia. Roma desempeñaba el papel del Imperio terrestre, opuesto a Cartago. Las Guerras Púnicas son el ejemplo más claro de la oposición entre la civilización marítima y la civilización terrestre. Dentro de la Historia Moderna y Contemporánea, Inglaterra, “Reina de los Mares”, se convirtió en el polo “insular” y “marítimo”, y más tarde lo fue la gigantesca isla-continente América. Al igual que la antigua Fenicia, Inglaterra utilizaba el comercio marítimo y la colonización de las regiones costeras como arma de su dominio. El tipo geopolítico fenicio-anglosajón dio lugar al específico modelo de civilización comercial-capitalista de mercado, basado en primer lugar en los intereses económicos y materiales y en los principios del liberalismo económico. Es por ello que, a pesar de las múltiples variantes históricas, el tipo más genérico de la civilización marítima siempre está relacionado con la primacía de la economía sobre la política.

A diferencia del modelo fenicio, Roma representaba el ejemplo de la estructura guerrero-autoritaria, basada en el control administrativo y la religiosidad civil, en la primacía de la política sobre la economía. Roma nos ofrece el ejemplo de la colonización no marítima, sino terrestre, puramente continental, acompañada de la penetración profunda dentro del continente y la asimilación de los pueblos conquistados, que una vez sometidos automáticamente se convierten en “romanos”. Dentro de la Historia Moderna, la potencia terrestre fue encarnada por el Imperio Ruso, y también por las centroeuropeas e imperiales Austria-Hungría y Alemania. Rusia, Alemania y Austria-Hungría fueron símbolos de “tierra geopolítica” durante el periodo de la Historia Moderna.

McKinder demostró con claridad que durante los últimos siglos la orientación marítima significa el “atlantismo”, debido a que actualmente las potencias “marítimas” por excelencia son Inglaterra y Norteamérica, es decir, los países anglosajones. Al atlantismo, que encarna la primacía del individualismo, del liberalismo económico y de la democracia de tipo protestante, se opone el “eurasismo”, que necesariamente conlleva la jerarquía y el predominio de los principios comunitarios nacional-estatales sobre los intereses puramente humanos, individualistas y económicos. Rusia y Alemania, dos poderosísimas potencias continentales, son las que en primer lugar poseen una orientación marcadamente eurasiática. Sus intereses geopolíticos, económicos y, lo que es más importante, ideológicos se oponen por completo a los intereses de Inglaterra y EEUU, es decir, a los intereses de los atlantistas.

La conspiración de los atlantistas

Siendo inglés y atlantista, McKinder indicó el peligro de la consolidación eurasiática, instando desde finales del XIX al gobierno inglés a realizar todos los esfuerzos posibles para impedir una alianza eurasiática y sobre todo la alianza Rusia-Alemania-Japón (McKinder veía en Japón una potencia de ideología esencialmente continental y eurasiática). A partir de McKinder se puede hablar ya de la ideología claramente formulada y detalladamente descrita del atlantismo consciente y absolutizado, cuya doctrina se convierte en el fundamento de la estrategia geopolítica anglosajona del siglo XX.

Partiendo d este hecho, podemos calificar la esencia de la labor de los agentes, del espionaje militar, del lobbismo político orientados hacia Inglaterra y los EEUU como la ideología atlantista, como la ideología de la “Nueva Cartago”, común para todos los “agentes de influencia”, para todas las organizaciones secretas y ocultistas, para todas las logias y clubs semi-reservados que servían y siguen sirviendo a la idea anglosajona en el siglo XX, penetrando con su red todas las potencias continentales eurasiáticas. Ello, naturalmente, se refiere, en primer lugar, a los servicios secretos inglés y americano (sobre todo a la CIA), que no son simplemente los guardianes del atlantismo, unidos por la profunda y milenaria superideología de tipo “oceánico”. El conjunto de todas las redes de agentes de influencia anglosajones puede calificarse como los “integrantes de la conspiración atlantista”, que defienden no solamente los intereses de un país determinado, sino los de una específica doctrina geopolítica (y a la postre metafísica), que representa una visión del mundo extremadamente polifacética, variada y amplia, pero esencialmente unitaria.

De modo que, sintetizando las ideas de McKinder, podemos decir que existe la conspiración histórica de los atlantistas, que siglo a siglo persigue los mismos fines geopolíticos, orientados hacia los intereses de la civilización marítima de tipo neofenicio. Es importante destacar además que tanto los de “izquierda” como los de “derecha”, los “ateos” como los “creyentes”, los “patriotas” como los “cosmopolitas” pueden ser atlantistas, porque la visión geopolítica del mundo está más allá de cualquier diferencia particular y política. Por lo tanto, estamos ante la más auténtica conspiración oculta, cuyo sentido y significado metafísico a menudo ignoran sus propios protagonistas directos e incluso sus figuras clave.

La conspiración de los eurasiáticos

Las ideas de McKinder, que dejaron al descubierto determinadas constantes históricas y políticas que muchos ya adivinaban o presentían, también abrieron el camino para una clara formulación de la doctrina eurasiática opuesta al atlantismo. Los primeros principios de la doctrina geopolítica eurasiática fueron obra de los rusos blancos emigrados en Europa Occidental, que se dieron a sí mismos el nombre de “eurasiáticos” (el gran duque N. Trubetskoi, Savitski, Florovski, etc.) y, sobre todo, por el célebre geopolítico alemán Karl Haushofer. El hecho de que los primeros eurasiáticos rusos tuviesen contactos con Haushofer en la ciudad de Praga nos permite suponer que los geopolíticos rusos y alemanes desarrollaban temas parecidos en el mismo tiempo. Ellos insistían en la necesidad de la alianza geopolítica eurasiática y en el eje Alemania-Rusia-Japón como contrapartida a la política atlantista que pretendía enfrentar a cualquier precio Rusia a Alemania y Japón. Los eurasiáticos rusos y el grupo de Haushofer desarrollaron determinados principios de la visión continental del mundo, eurasiática, alternativa a las ideas atlantistas de McKinder. Se puede decir que ellos fueron los primeros en expresar aquello que estaba detrás de toda la historia política de Europa en el último milenio, rastreando el camino seguido por la idea imperial romana, que desde la antigua Roma pasó a Rusia a través de Bizancio y a través del Sacro Imperio Romano-Germánico a Austria-Hungría y Alemania. Los eurasiáticos rusos analizaron profundamente la misión imperial y altamente “terrestre” de Gengis-Khan y de los mongoles, destacando el papel continental de los pueblos turcos. A su vez, el grupo de Haushofer estudiaba al Japón y la misión continental de los estados del Lejano Oriente dentro de las perspectivas de una futura alianza geopolítica.

De esta forma, y como respuesta al sincero reconocimiento de McKinder, que reveló los secretos de la estrategia atlantista planetaria, cuyas raíces se esconden en la profundidad de los siglos, los eurasiáticos rusos y alemanes descubrieron en los años 20 la lógica de la estrategia continental alternativa, el secreto de la idea imperial terrestre, el relevo de Roma, que invisiblemente inspiraba la política de las potencias que poseían una visión del mundo idealista y jerárquica, comunitaria y heroica, desde el Imperio de Carlomagno hasta la Santa Alianza.

La idea eurasiática es igual de global que la atlantista, y también tuvo múltiples “agentes secretos” en todos los países y naciones. Todos aquellos que trabajaron incansablemente para la alianza eurasiática, que a lo largo de los siglos impidieron la propagación en el continente de las ideas individualistas, igualitarias y liberales (que en su conjunto reproducen el espíritu típico fenicio de la supremacía de la economía sobre la política), todos aquellos que intentaron unir a los grandes pueblos eurasiáticos, todos ellos fueron los “agentes eurasiáticos”, portadores de la doctrina geopolítica específica de los “combatientes del continente”, los “soldados de la tierra”.

La sociedad secreta eurasiática, la orden de los eurasiáticos no comienza ni mucho menos con el manifiesto “Éxodo hacia Oriente” ni con la “Revista de Geopolítica” de Karl Haushofer. En este caso se trataba más bien de la exteriorización y salida a la superficie de determinados conocimientos que existían desde tiempos inmemoriales junto con sus correspondientes “agentes de influencia”, lo mismo que en el caso de McKinder, cuya pertenencia a misteriosas sociedades secretas está más que probada históricamente.

La orden de Eurasia contra la orden del Atlántico (Atlántida). La Roma eterna contra el eterno Cartago, la Guerra Púnica inmemorial, la conspiración planetaria de la Tierra contra el Mar, de la jerarquía y el idealismo contra el igualitarismo y la materia.

¿Acaso las innumerables paradojas, contradicciones, omisiones y virajes de nuestra historia no son más comprensibles, más lógicas y razonables, si las observamos desde la perspectiva del oculto dualismo geopolítico? ¿Acaso no sería un gesto noble y agradecido reconocer a todos los soldados caídos en los campos de batalla del siglo XX como héroes de la gran guerra de los continentes, y no como obedientes marionetas de los cambiantes regímenes políticos, inestables y pasajeros, causales y perecederos, absurdos hasta tal punto que morir por ellos puede parecer estúpido y empequeñecedor? Pero la cosa cambia si pensamos que los héroes caídos servían a la Gran Tierra o al Gran Océano, más allá de la demagogia política y de la propaganda histérica de las ideologías de usar y tirar, si pensamos que, ante los ojos de la milenaria historia del planeta, ellos combatían por el gran objetivo metafísico.

¿”Sangre y Suelo” o “Sangre o Suelo”?

El célebre filósofo, pensador religioso y publicista ruso Konstantín Leontiev anunció una máxima muy importante: “Existen los eslavos, pero no el eslavismo”. Una de sus conclusiones geopolíticas fundamentales fue la oposición entre la idea del “paneslavismo” y la idea “asiática”. Si analizamos atentamente esta oposición, descubriremos el criterio tipológico general que nos permitirá comprender mejor la estructura y la lógica de la guerra geopolítica oculta de la orden de Eurasia contra la orden del Atlántico.

A pesar de la ecléctica mezcolanza de términos en la doctrina de “Sangre y Suelo” del campesinado nacionalista, del doctor Walter Darré, a nivel de la guerra oculta de las fuerzas geopolíticas en el mundo actual, este problema se formula de otra forma, más exactamente como “sangre o suelo”. En otras palabras, los proyectos tradicionalistas de conservación de la identidad propia del pueblo, Estado o nación siempre se encuentran ante el dilema: elegir como criterio dominante la “unidad de la nación, raza o etnia, la unidad de la sangre” o la “unidad del espacio geográfico, la unidad de las fronteras”. Lo más dramático es además la necesidad de elegir o lo primero o lo segundo, porque cualquier hipotético “y” seguirá siendo tan solo una consigna utópica, que no resuelve el problema sino que oscurece su significado. Konstantín Leontiev, tradicionalista y rusófilo radical por sus convicciones, planteó dicha cuestión con la máxima claridad: “los rusos, o deben insistir en la unidad de los eslavos, en el eslavismo (“sangre”), o deben volverse hacia Oriente y concienciarse de la proximidad geográfica y cultural de los rusos con respecto a los pueblos orientales, relacionados con los territorios rusos (“suelo”)”. En otros términos, este dilema podría plantearse como el reconocimiento de la supremacía o bien de la “raza” (nacionalismo) o bien de la “geopolítica” (“estabilidad”, “cultura”). El propio Leontiev eligió el “suelo”, el “territorio”, la particularidad de la cultura imperial, religiosa y estatal rusa. Eligió el “orientalismo”, el “bizantinismo”. Semejante elección suponía la prioridad de los valores continentales eurasiáticos respecto a los valores estrictamente nacionales y raciales. La lógica de Leontiev llevaba de una manera natural a la necesidad de una alianza ruso-alemana y sobre todo ruso-austríaca, y al mantenimiento de la paz con Japón. Leontiev rechazaba categóricamente el “eslavismo” o “paneslavismo”, por lo que provocó las iras de muchos eslavófilos tardíos, que defendían la postura de “sangre por encima del suelo”. Leontiev no fue comprendido ni escuchado. La historia del siglo XX demostró la suprema importancia de los problemas por él planteados.

Paneslavismo versus eurasismo

La tesis de “sangre por encima del suelo” (que en el contexto ruso significaba “paneslavismo”), demostró su ambigüedad por vez primera durante la I Guerra Mundial, cuando Rusia, tras aliarse con los países de la Entente (Inglaterra, Francia, Estados Unidos), con la intención de liberar a los “hermanos eslavos” del poder de los turcos y los alemanes, combatió a sus aliados geopolíticos naturales, Alemania y Austria, y ella misma se convirtió en víctima de la catástrofe revolucionaria y de la guerra civil. El eslavismo de los rusos trabajó en la práctica a favor de los atlantistas, de la Entente, de la civilización neocartaginesa, del modelo anglosajón comercial, colonialista e individualista. No es de extrañar que entre los “patriotas eslavos” del séquito de Nicolás II la mayoría eran colaboradores de los servicios secretos británicos. Sería curioso recordar un episodio de la novela del patriota ruso-alemán Krasnov, “Del águila bicéfala a la bandera roja”, donde en la Primera Guerra Mundial al protagonista, el coronel Sablin, le preguntan: “Díganos sinceramente quién cree que es nuestro auténtico enemigo”, a lo que Sablin contesta sin tapujos: “Inglaterra”, aunque este convencimiento no le impide combatir con honestidad y valor contra Alemania. El héroe de la novela de Krasnov es el ejemplo ideal del patriota ruso-eurasiático, que representa la lógica del “suelo por encima de la sangre”, lógica que caracterizó al conde Witte, al barón Ungern-Sternberg, a la misteriosa organización “Baltikum”, compuesta por aristócratas rusos de origen alemán, que hasta el último momento intentaron influir en la figura del zar. Sorprende ver con qué valor y honestidad se comportaron los asiáticos durante el período de 1917, junto con los alemanes y otros “inorodsi” (súbditos) del Imperio ruso, que sirvieron con fe y entrega al zar y al imperio, que sirvieron a Eurasia, al “suelo”, al “continente”, en contraste con muchos “eslavos”, que huyeron de Rusia en dirección a los países atlantistas, traicionado a su patria y a la idea de la Roma Eterna.

Racismo y atlantismo

En Alemania, la afirmación de la idea de la “sangre por encima del suelo” trajo no menos catastróficas consecuencias. A pesar de la opinión de los patriotas alemanes rusófilos o eurasistas, como Arthur Moeller Van den Bruck, Karl Haushofer, Ernst Niekisch, etc., que insistían en la superioridad de la idea del “espacio vital” (hay que decir que en la teoría original de Haushofer del “espacio vital” no existía ningún indicio de expansionismo antieslavo, identificándose posteriormente dicho término con la eslavofobia de Hitler y otros ideólogos, que no todos, del III Reich), de los intereses continentales en su conjunto, de la idea del “Bloque Continental”, al final triunfó en las esferas del poder del III Reich el lobby atlantista, que explotaba las tesis racistas y que, so pretexto de que los ingleses eran “arios” y formaban una etnia emparentada con los alemanes, procuraba fijar la atención de Hitler en el Este y detener (o aflojar) las acciones bélicas contra Inglaterra. En este caso, el “pangermanismo” (al igual que el “paneslavismo”) sólo favorecía a los atlantistas. Es perfectamente lógico también que el almirante Canaris, espía inglés y traidor al Reich, fuera el principal enemigo de Rusia.

El dilema de “sangre o suelo” es importante en tanto que la elección de uno de esos términos permite reconocer al “agente de influencia” de una u otra ideología geopolítica, sobre todo cuando se trata del bando de los “de derechas” o “nacionalistas”. La esencia de la conspiración geopolítica de los atlantistas (al igual que la de los eurasiáticos) consiste en el hecho de que abarca todo el espectro de las ideologías políticas, pero los “agentes de influencia” siempre dejan su huella específica. En el caso de la “derecha”, la característica del atlantismo potencial está representada por la idea de la “sangre por encima del suelo”, que además permite desviar la atención hacia criterios secundarios.

¿Quién espía a quién?

Como ejemplo de la influencia de la ideología geopolítica oculta sobre la “izquierda” podríamos mencionar a los nacional-bolcheviques eurasiáticos de Alemania (Ernst Niekisch, Ernst Jünger, Karl Otto-Paetel, Schulzen-Boysen, etc.). Sin duda, también había nacional-bolcheviques entre los rusos, y no deja de ser curioso que durante su exilio, el propio Lenin buscaba acercamiento justamente con los políticos y financieros alemanes, y muchas de sus tesis eran claramente germanófilas. No queremos siquiera insinuar que Lenin tuviese algo que ver con la orden eurasiática, pero es indudable que sufrió su influencia en mayor o menor medida. En cualquier caso, la oposición “Lenin, espía alemán; Trotsky, espía americano” se corresponde con cierto esquema tipológico. A nivel puramente geopolítico, el gobierno de Lenin tuvo un carácter eurasiático y a expensas de la doctrina marxista mantuvo unidos los inmensos territorios del Imperio ruso. Trotsky, en cambio, insistía en la necesidad de la exportación de la revolución, en su “mundialización”, y veía a la Unión Soviética como algo transitorio y efímero, una cabeza de puente para la expansión ideológica, que debía desaparecer tras la victoria planetaria del “comunismo mesiánico”.

El propio “internacionalismo” leninista se materializó más bien en una misión “imperial” eurasiática, aunque evidentemente tal principio fue deformado y pervertido por la influencia de varios aspectos de la ideología comunista y, sobre todo, por la actuación de los “agentes de influencia” del atlantismo que actuaban desde el interior de la dirección comunista.

Sumando todas estas consideraciones, se puede decir que para los representantes de la orden eurasiática en Rusia, el rasgo distintivo siempre fue la casi obligatoria germanofilia, o cuando menos anglofobia. Y viceversa, en Alemania los eurasiáticos tenían la “obligación” de ser rusófilos. En cierta ocasión Moeller Van den Bruck hizo una observación muy acertada: “Los conservadores franceses siempre se inspiraron en el ejemplo de Alemania, los conservadores alemanes en el ejemplo de Rusia”. Aquí se descubre toda la lógica del trasfondo geopolítico, de la lucha oculta secular, de la Gran Guerra de los Continentes.

¿Ha dicho usted G.R.U., Sr. Parvulesco?

El único de los conspirólogos occidentales que siempre subraya el carácter geopolítico de la conspiración mundial (mejor dicho, de las dos conspiraciones geopolíticas mundiales) es el escritor, poeta y metafísico francés Jean Parvulesco. A lo largo de su dilatada y muy agitada vida, Parvulesco conoció a muchos destacados personajes de la historia europea y mundial, incluidos infinitud de masones, agentes secretos, ideólogos, políticos y artistas (mantenía amistad con Ezra Pound, Julius Evola, Arno Breker, Otto Skorzeny, Raimond Abellio, etc.). Después de conocer el carácter de nuestras investigaciones sobre conspirologia, el señor Parvulesco puso a nuestra disposición ciertos documentos semisecretos que nos permitieron averiguar detalles importantes de la conspiración geopolítica mundial. Especial interés resultan ciertos documentos sobre las actividades de las organizaciones secretas en Rusia.

El 24 de febrero de 1989, en Lausana, y ante los miembros del más que misterioso “Instituto Atlantis de Investigaciones Metaestratégicas”, Parvulesco presentó un informe titulado “La Galaxia del GRU: La misión secreta de Mijail Gorbachov, la URSS y el futuro de Eurasia”. Allí se analizaba el papel oculto de los servicios de inteligencia militar soviética (G.R.U.) y su implicación en la conspiración eurasiática. Parvulesco se basaba sobre todo en las revelaciones del agente de contraespionaje francés y director del Centro Europeo de Información, Pierre de Villamaestre.

El GRU contra la KGB

El modelo conspirológico de Villamaestre es el siguiente: “La KGB es una extensión del partido, el GRU es una extensión del ejército. La KGB defiende al partido, el GRU defiende al Estado. La KGB defiende el patriotismo al servicio del comunismo, el GRU defiende el comunismo al servicio del patriotismo”. Basándose en esta oposición entre el ejército y el partido de la URSS, Villamaestre construye una historia argumentada del GRU desde la Revolución de Octubre hasta la Perestroika. ¿De qué modo están relacionados los dos servicios secretos rivales con la conspiración geopolítica planetaria?

Según Parvulesco, la idea eurasiática fue activa en Rusia sobre todo a principios del siglo XX. Sus representantes fueron el médico Badmáev, de Petrogrado, y el barón Ungern-Stenberg, ciertos consejeros suecos de Rasputín que le enviaban telegramas firmados con el pseudónimo de “Verde” y toda una serie de personajes menos conocidos. Cabe también destacar el papel del mariscal Mijail Tujachevski, según Parvulesco miembro de la misteriosa orden de “Los Polares” entre 1916 y 1918 a la cual, también según Parvulesco, pertenecían durante la misma época Charles De Gaulle, Von Ludendorff y el obispo Eugenio Paceli, futuro papa Pío XII.

Precisamente fue este grupo de místicos rusos blancos quienes pasaron el relevo al régimen bolchevique, agrupándose alrededor del ejército, donde los antiguos oficiales zaristas encontraron lugar, con la intención de cambiar la orientación primaria nihilista de los primeros bolcheviques y crear una gran potencia continental.

Este fue el tránsito de los eurasiáticos rusos antes y después de la Revolución de Octubre. La misma creación del Ejército Rojo sería obra de los eurasiáticos, y sería curioso recordar que 27 días después de la creación del Estado Mayor del Ejército Rojo, en el frente oriental (el 18 de marzo de 1918), la plana del Estado mayor fue atacada por sorpresa por una brigada de la Cheka, matando a todos sus integrantes. Así se desató en los primeros días del poder soviético una guerra cruel entre los “eurasiáticos rojos” del Ejército y la “Comisión Extraordinaria”, la Ch.K., dirigida por el antiguo anarquista Dzerzinski, guerra interior que no se detuvo nunca. Para combatir a la Cheka, los eurasiáticos crearon la División Especial del Ejército Rojo 44388, el GRU, dirigido por Semion Ivanovich Aralov, antiguo oficial zarista. Los miembros del GRU gozaron de una inmunidad casi mística en todas las “purgas” rigurosísimas que se sucedieron.

Explosiones y eclipses en el sol de Eurasia

Precisamente fue Aralov quien impuso los principios eurasiáticos de esta organización militar secreta, agrupando a su alrededor a todos los eurasiáticos que se pasaron a los rojos con intenciones metapolíticas. Aralov publicó en 1960 un libro titulado “Lenin estaba al lado”, sobre la historia de la guardia personal de Lenin, donde narra que ésta pertenecía en su mayoría a la orientación geopolítica atlantista, mientras que Lenin mismo se inclinaba por el eurasismo. Precisamente fueron los más “cercanos compañeros” de Lenin, y no el “ambicioso Stalin”, quienes le apartaron de la dirección del País. El final del gobierno de Lenin marcó el paso del poder a los atlantista, observándose inmediatamente una mejora de las relaciones con las naciones anglosajonas y en primer lugar con los EEUU. En esos tiempos el atlantista y chekista Berzin tomó el control del GRU, introduciendo en el grupo especial importantes cuadros de la Komitern y de los “fanáticos comunistas” (es decir, atlantistas). Pero las estructuras creadas por Aralov resistieron la presión, y muchos militares de gran poder apoyaron a sus protegidos contra la Cheka primero y luego contra el NKVD (más tarde KGB).

Un detalle: todos los dirigentes del GRU que sucedieron a Aralov antes de la Guerra Patriótica (la II Guerra Mundial), provenientes de la Cheka, fueron fusilados al término de la misma: Stigga, Nikonov, Berzin, Unschlicht, Uritzskin, Ezhov y Proskurov, que, aunque trabajaban para la orientación eurasiática, jamás lograron penetrar en las estructuras del GRU ni alteraron su orientación continental.

La destitución de Berzin en 1934 marcó una ruptura en la guerra oculta tras los bastidores del poder soviético, y la llegada de Hitler al poder reforzó asombrosamente las posiciones del “lobby continental”. En 1934 el GRU comenzó a preparar al alianza estratégica con la Alemania del III Reich, que culminaría con el pacto Molotov-Ribbentrop. Stalin se mostró siempre partidario de la orientación eurasiática, pensando que las tendencias antiatlantistas del nacional-socialismo desviarían la atención de las potencias anglosajonas y que en esta situación él podría aniquilar al poderoso lobby atlantista soviético. Así comenzó la purga de la “Guardia de Lenin”. Todos los procesos de Stalin que a primera vista pudieran parecer absurdos estaban en realidad fundamentados a nivel geopolítico. Todas las conspiraciones de “derechas” y de “izquierdas” eran reales, aunque Stalin nunca se atrevió a llamar por su nombre al lobby atlantista, temiendo una reacción por sorpresa. Capa a capa Stalin eliminó a los agentes de influencia de la “Nueva Cartago”, pero la reacción también fue inevitable, cumplida sobre todo en la eliminación del mariscal Tujachevski.

Eurasiáticos blancos y eurasiáticos rojos

Según Parvulesco, tras la revolución, los eurasiáticos se refugiaron en el Ejército Rojo, y en concreto en su departamento más secreto, el GRU. Esto se refería a los eurasiáticos rojos. Los eurasiáticos blancos, en Europa, se unieron en masa a los nacional-socialistas alemanes, en las secciones extranjeras de las SS y, sobre todo, en la SD, cuyo jefe Heydrich, eurasista convencido, fue asesinado en una conspiración orquestada por el almirante Canaris. Más allá de la división entre “rojos” y “blancos”, existía otra división entre la orientación atlantista y la eurasiática. En la Rusia roja los atlantistas se agrupaban en torno a la Cheka, aunque el primer atlantista en ocupar el cargo de Secretario General de la URSS fue Nikita Kruchov. En el seno de los exiliados, la proporción de atlantistas no era menor que en la propia URSS. Además de espías ingleses confesos, como Kerenski y casi todos los socialdemócratas, los atlantistas también estaban instalados en la propia extrema derecha, como entre Berdiáev. Casi todos los emigrados que por una u otra vía acabaron en los EEUU se situaban en esta orientación geopolítica.

A principios de los años 30 la red de agentes del GRU en Europa penetraba profundamente en las estructuras estatales de Francia y Alemania, siendo a la vez paralela la propia estructura creada por la NKVD y más tarde por la KGB. En Alemania, el GRU se puso en contacto con un tal Walter Nicolai, gracias al cual contactaron a su vez con Martin Bormann y los jerarcas de las SS y la SD. No es casual que según el MI5 (servicio secreto británico) y la CIA, Bormann se refugió tras la guerra en la URSS, donde alcanzó altos grados con nombre supuesto. Del paso de Walter Nicolai al campo de la URSS, en mayo de 1945, tenemos constancia oficial. Allí alcanzó altos cargos precisamente dentro del GRU.

El Pacto Molotov-Ribbentrop y la posterior revancha de los atlantistas

Refiriéndose a Martin Bormann, amigo de Ribbentrop y de Nicolai, Jean Parvulesco revela un hecho característico que deja entrever los secretos de la guerra oculta geopolítica. Arno Breker, el célebre escultor alemán, que conocía muy bien a Bormann, relató a Parvulesco la extraña visita que le hizo el jerarca nazi en Jakelsbruch, el 22 de junio de 1941, el mismo día del ataque de la Alemania hitleriana a la URSS. Bormann se presentó sin avisar, en estado de shock, abandonando su puesto en la Cancillería del Reich. Repetía una y otra vez esta frase: “Todo ha terminado… Todo está perdido… La nada ha vencido al ser… Todo ha terminado…” Cuando Breker le preguntó qué quería decir, Bormann lo miró fijo sin contestar. Luego, ya en la puerta de salida, se volvió e hizo un gesto de querer decir algo, pero cambió de opinión y salió pegando un portazo.

Era el fracaso estrepitoso de muchos años de esfuerzos en la red de agentes eurasistas, en tanto que para los atlantistas era la fecha de una gran victoria sin precedentes: la guerra entre dos poderosísimas potencias eurasiáticas suponía el triunfo de las tesis atlantistas, independientemente del resultado de la guerra.

Los agentes eurasistas hicieron todo lo posible por evitar el conflicto. Los preliminares de la firma del pacto Molotov-Ribbentrop, ambos eurasistas convencidos, se llevaron a cabo activamente por ambos bandos durante varios años, desde que en 1934 Stalin dio la orden a Berzin de cesar toda actividad contra Alemania, orden que Berzin no pudo negarse a cumplir.

En un informe secreto presentado en 1937, Himmler y Heydrich convencieron al Comité Central del NSDAP que la Komitern se había comprometido a castigar duramente las actividades subversivas en Alemania. Hasta el último momento, los eurasistas del Ejército Rojo: Veroshilov, Timoshenko, Zukhov. Golikov, etc., se negaron a aceptar la posibilidad de la guerra, pues conocían la influencia del lobby eurasista (y por lo tanto rusófilo) en el III Reich. La propaganda NS antieslava les parecía tan burda como las declaraciones internacionalistas de la Komitern. El General Golikov, de quien Stalin conocía su origen noble, cuando tuvo la noticia de la invasión, se levantó gritando: “¡Es una provocación inglesa, investigadlo!” Todavía no sabía lo que había provocado un shock en Bormann, que “la nada ha vencido al ser.

Después de la victoria

El ataque de Hitler contra la URSS supuso una gran catástrofe eurasiática. Tras la guerra fratricida de dos pueblos emparentados, cercanos geopolítica, espiritual y metafísicamente, de dos regímenes orientados antiatlánticamente, la victoria de la URSS equivalía en realidad a la derrota estratégica, ya que toda la experiencia histórica demuestra que Alemania nunca se ha conformado con la derrota, lo cual significa que el vencedor con el mismo hecho de su victoria ata el nudo del nuevo conflicto venidero, sembrando las raíces de una nueva guerra. Además, Yalta obligó a Stalin a solidarizarse con los aliados, con las potencias más encarnizadamente enemigas de Eurasia. Stalin, que había estudiado muy bien las leyes de la geopolítica, y que ya se decidió por Eurasia, concibió su nuevo proyecto geopolítico: el Pacto de Varsovia, surgiendo inmediatamente los choques con los atlantistas. Stalin ocultó sus intenciones hasta 1948, dando incluso su consentimiento a la fundación del Estado de Israel, una acción fundamental en la estrategia inglesa y americana para mantener su influencia en Oriente Próximo. Pero una vez que aprovechó el reforzamiento del ejército con los generales Vasilievski y Stiomenko, Stalin regresó a la ortodoxia geopolítica eurasista, emprendió las más duras purgas antiatlantistas dentro de la URSS y maldijo a Israel como un ente creado por “espías anglosajones”.

Extrañamente, la muerte de Stalin coincidió con el momento más tenso de sus planes eurasistas, la alianza entre la URSS y China, lo cual pudo haber cambiado de raíz toda la lógica de la división planetaria, la revancha de Eurasia. La versión del asesinato de Stalin a manos de Beria, jefe de la KGB y enemigo jurado del GRU y de los eurasistas, puede parecer verídica a esta luz.

En 1953, 8 años después de la pseudovictoria, sólo quedaba un paso para la verdadera victoria. Pero el mundo contempló entonces la caída del Titán.

La misión “polar” del general Stiomenko

Según Jean Parvulesco, a partir de la segunda mitad de los años 40, el general Serguei Matveevich Stiomenko (1907-1976) se convirtió en la figura clave del lobby eurasista dentro de la URSS. Sus altos protectores fueron el mariscal Zhukov y el general Poskrebishev (el más “germanófilo” de los cercanos a Stalin). En los años 60, el general Stiomenko fue nombrado comandante en jefe de las tropas del Pacto de Varsovia, a la vez que jefe del Estado Mayor del Ejército Rojo de la URSS, y a la vez a su vez que jefe supremo inmediato del GRU. Estando Stiomenko al mando del GRU, se reconstruyeron todas las estructuras eurasistas desestabilizadas por Berzin.

Pierre de Villemaestre define a Stiomenko como el primer geopolítico destacado de la URSS: “…Pertenecía a esa especial casta de oficiales soviéticos que aunque eran soviéticos eran rusos. Para esta casta la URSS era un imperio con voluntad de extenderse al continente eurasiático, desde Brest hasta Vladivostok”. Los planes estratégicos de Stiomenko comprendían la penetración pacífica económico-cultural en Afganistán, la entrada de las tropas soviéticas en las capitales árabes (Beirut, Damasco, El Cairo y Argel). Ya en 1948 Stiomenko insistía en el fundamental papel geopolítico del Afganistán, que permitiría a la URSS acceder a los mares cálidos del Océano Índico. Stiomenko creó alrededor de Stalin un poderosísimo grupo de presión eurasista, que a pesar de todos los intentos de Beria no fue destruida ni siquiera tras la muerte de Stalin, aunque sin duda desde 1953 hasta 1965 los eurasistas tuvieron que mantenerse a la defensiva. Como un mal menor, desde 1953 hasta 1986 el GRU también tuvo que soportar la presencia del agente atlantista de la Lubianka general Piotr Ivashutin, en su papel de jefe del GRU. Se trataba de un compromiso obligatorio.

El general Stiomenko, miembro de la logia de “Los Polares” es la figura clave para comprender la lógica secreta de la historia soviética desde Kruchov hasta la Perestroika.

Nikita Kruchov, agente de la Atlántida

Kruchov fue el primer protegido del lobby atlantista que llegó a dirigente unipersonal de la URSS. A pesar de sus diferencias con Beria, Kruchov se apoyaba precisamente en la KGB, y en un momento dado eligió la orientación contraria a Lenin y Stalin. Las actividades de Kruchov iban destinadas a la eliminación de los eurasistas en las estructuras de poder de la URSS. La llegada al poder de Kruchov fue también la llegada al poder de la KGB.

Una vez llegado al poder, Kruchov asestó golpe tras golpe a todos los niveles del lobby patriótico-ruso y patriótico-continental. A partir de entonces, toda la atención estaría centrada en los países anglosajones, sobre todo en los EEUU. La consigna de “alcanzar y adelantar a Occidente” significaba precisamente una orientación hacia las potencias atlánticas y el reconocimiento de su superioridad socioeconómica. Sus tesis sobre la pronta llegada al poder del comunismo en Europa Occidental pretendían despertar de nuevo las tendencias “mesiánicas” comunistas internacionalistas, por entonces casi olvidadas. La propia Iglesia Ortodoxa sufrió una persecución nunca conocida en las eras de Lenin y Stalin.

Fue un “americanista” y “atlantista en todos los sentidos: desde el célebre maíz “transatlántico”, que sustituyó todos los cultivos tradicionales hasta la doctrina militar, basada exclusivamente en los misiles intercontinentales. Nunca se interesó por el continente eurasiático, sino por América Latina, Cuba, etc. Entre el gabinete militar de Kruchov y los eurasistas de Stiomenko se produjo un conflicto abierto, pues Stiomenko insistía en que el concepto de “Guerra Nuclear Intercontinental” no era sino una diversión militar estratégica que debilitaba las fuerzas continentales reales, destruía la economía y creaba el peligro apocalíptico planetario. Tras la destitución de Kruchov, la revista “Estrella Roja”, órgano del ejército, publicó: “La estrategia que por fin hemos rechazado es propia de una mente enferma”.

A partir de Kruchov se realiza la definitiva separación de funciones internas: los “comunistas puros” y los agentes de la Lubianka se solidarizan con la estrategia de la guerra atómica intercontinental, en tanto que los agentes eurasistas y el GRU insisten en el armamento convencional y procuran la revancha a través de las investigaciones militares del cosmos.

En 1958 Kruchov destituye al tremendamente popular general eurasista Zhukov. En 1959 pone a la cabeza del GRU a una de las figuras más indeseables de la historia soviética, el chekista sanguinario Ivan Serov, conocido por su apelativo de “Matarife”. El general Mironov, otro atlantista, se convirtió en el responsable de los servicios administrativos del ejército. Sin embargo, las actividades de Kruchov se topan una y otra vez con los órganos ocultos de los eurasistas, que consideraban que cada día en el poder de Kruchov producía un daño irreparable en los niveles ideológico, estratégico y político. Precisamente, en la época de Kruchov, el predominio de la línea “totalitario-hegeliana” de la filosofía soviética (que supone la primacía de los factores supraindividuales “objetivos” sobre los individuales y “subjetivos”), deja paso al predominio de la línea “subjetivo-kantiana”. De la misma época data la rápida degeneración de la enseñanza y la aparición de toda esa pléyade de académicos “kruchovianos” arrogantes y diletantes sin preparación alguna (como el superprotegido A. N. Iakovlev, que reconoció haber criticado a Marcuse sin siquiera haberlo leído), terminando con toda la tradición científica del estalinismo, muy exigente y muy cualificada. Comenzó el cáncer de la “intelligentzia” desarraigada y cosmopolita, orientada hacia el atlantismo, alimentada por la KGB. El ideal del Occidente comienza a difundirse como tema “prohibido” pero “atractivo”.

La convergencia de los servicios secretos y la misión “polar” del GRU

La CIA, como instrumento del atlantismo americano, tipológicamente pertenece a la misma categoría conspiratoria que la KGB. Detrás de los orígenes de esta organización se encontraban las más destacadas figuras de la masonería norteamericana (que, no lo olvidemos, es “irregular” para la masonería europea, es decir, herética y sectaria, aunque parece que en los EEUU no existe nada en los campos de la religión y la metafísica que no sea herético y sectario). La CIA, igual que la KGB nunca se mostró indiferente en los campos más burdos de la magia y la parapsicología, mostrando ambas una misma esencia sádico-sanguinaria. La CIA, al principio con la ayuda de los servicios británicos, infestó toda Europa con una red de espías nunca antes vista, que influían en todos los aspectos de la vida política y cotidiana en clave atlantista. En cierto sentido, se puede hablar de una “convergencia” entre la CIA y la KGB, de su unidad lobbista a nivel geopolítico. Es precisamente por ello que se explica la abundante presencia de “espías soviéticos” en los más altos escalones del poder de América, comenzando por Hiss y terminando por Rutherford, quien, según algunos autores, entregó el proyecto de la bomba de neutrones a los servicios secretos soviéticos. A través del lobby de científicos atlantistas americano-soviéticos fue como Andrei Sajarov conoció los proyectos mundialistas de orientación atlantista que más tarde constituyeron la base de sus opiniones sociopolíticas y futurológicas.

Se puede suponer que la red de agentes del GRU, que en EEUU duplicaba a la creada por la KGB estaba en constante conflicto con la primera, y teniendo en cuanta estas diferencias debemos suponer que los únicos enemigos reales de la CIA eran los agentes del GRU, no los de la KGB.

La convergencia de los servicios secretos, lo mismo que la convergencia en la época de la Perestroika de los comunistas soviéticos del máximo escalón con los mundialistas americanos, se basa en la unidad fundamental de orientación geopolítica, en la unida de la estructura secreta que gobierna a los atlantistas de Occidente y a los atlantistas del Este, que muchas veces ocupan los más altos puestos en la nomenklatura estatal y política. Sin embargo, hasta cierto momento, la fusión total y franca de ambas sucursales de la orden de la danza macabra no podía realizarse, gracias a los esfuerzos del alternativo lobby eurasista, directamente relacionado con el GRU y con el Estado Mayor soviético, pero que también incluía en su interior a muchas estructuras de inteligencia europeas y asiáticas, sobre todo alemanas y francesas, las creadas por el general De Gaulle, varios servicios secretos árabes, etc.



John McCain visita a los terroristas en Siria

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McCain en una foto de archivo, ante el Muro de la Lamentaciones

 

 

Los Peligrosos Amigos del Senador McCain

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El senador estadounidense John McCain realizó una visita sorpresa a Siria el pasado lunes. El senador entró en Siria de forma ilegal (un delito por cierto muy castigado en su país) a través del corredor de Kilis, que ha sido uno de los pocos que controlan todavía los grupos terroristas, que lo utilizan para realizar un contrabando de armas y hombres y abastecer a sus correligionarios en Alepo. McCain penetró unos 300 metros dentro de Siria, se sacó unas fotos y regresó apresuradamente a Turquía.

La visita de McCain se produjo sólo una semana después de que el Congreso de EEUU aprobara el suministro de armas a la oposición siria.

McCain estuvo acompañado durante su visita por el jefe del Estado Mayor del así llamado Ejército Sirio Libre, Salim Idriss, y escuchó las reivindicaciones de los grupos terroristas, que pidieron armas pesadas, una zona de exclusión aérea y ataques aéreos contra el Ejército sirio y Hezbolá en el Líbano.

Hace varia semanas, el embajador estadounidense en Siria, Robert Ford, efectuó una visita similar a fin de elevar la moral de los grupos armados, que se resiente después de las duras derrotas sufridas a manos del Ejército sirio y los choques entre estas mismas bandas.

Sin embargo, poco después de su visita salió a la luz que el senador estadounidense, conocido por sus posturas extremistas en política exterior, se había reunido con un terrorista brutal que está implicado en el secuestro de un grupo de peregrinos libaneses.

Once peregrinos libaneses shiíes fueron secuestrados por militantes en la ciudad de Azaz, en la provincia de Alepo, en Mayo de 2012.

Dos de los secuestrados, Auad Ibrahim y Hussein Ali Omar, que fueron más tarde puestos en libertad, reconocieron al militante, de nombre Mohammed Nur, que estuvo implicado en su secuestro después de que las fotos de McCain con él fueron publicadas. Los otros nueve peregrinos continúan secuestrados.

En las fotos publicadas por la oficina de McCain, Nur lleva una cámara y viste una camisa azul.

Después de que la identidad del secuestrador se pusiera de manifiesto, la oficina de McCain dijo en un comunicado que este último “no fue consciente” de quien era el individuo con el que se estaba reuniendo.

Sin embargo, en declaraciones a Press TV, Mohammad Marandi, profesor de Estudios Americanos en la Universidad de Teherán, señaló que “uno debe ser muy ingenuo para creer que McCain no conocía las identidades de las personas con las que se iba a encontrar”. Él señaló que una persona de su posición normalmente identifica a cada individuo con el que planea reunirse.

McCain ha estado apoyando abiertamente a los grupos terroristas y takfiris que operan en Siria.

El 25 de mayo, él dijo que Washington debería “expulsar a Bashar al Assad del poder” si la próxima Conferencia de Ginebra-2 sobre Siria fracasaba.


Conferencia eurasiatista en Moscú: Intervención del autor de éste blog

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De izquierda a derecha: Mark Sleboda, el autor de éste blog, Tim Kirby y Orazio Maria Gnerre

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Conversando con Alexander Dugin, Natella Speranskaya y Leonid Savin

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Moscú, 23 de mayo de 2013

Multipolarismo y globalismo, dos cosmovisiones geopolíticas y sus respectivos orígenes espirituales

Felix Alemán (Felix Widerstand, Adversario Metapolítico)

Versión original en inglés, leída en la conferencia:

http://www.geopolitika.ru/en/article/multipolarism-and-globalism-two-geopolitical-cosmovisions-and-their-spiritual-backgrounds#.UajdzJw2K25

Durante la llamada Guerra Fría, vivimos en un mundo bipolar. Al menos, esto es lo que la mayoría de la gente piensa. Pero, ¿cómo de bipolar era realmente? Había dos superpotencias (EE.UU. y la Unión Soviética), con sus respectivas áreas de influencia geopolítica (Occidental y Oriental), tratando de controlar los recursos y  la población mundiales, y que competían entre sí.

En realidad, este sistema bipolar era un experimento. El occidente (“americano”) y el este (“soviético”) no fueron (desde la muerte de Stalin) realmente enemigos, sino más bien dos sistemas usados como herramientas al servicio de unos mismos amos. Los globalistas que controlaban ambos, estaban tratando de ver cuál de los dos sistemas funcionaba “mejor” (mejor para ellos, claro) con el fin de lograr su objetivo final, la completa dominación mundial tras la destrucción de un mundo multipolar natural y un orden pluricultural (de naciones soberanas), basado en comunidades orgánicas.

Sabiendo esto, no extraña ya ver cómo muchos de los máximos globalistas actuales (Wolfowitz, Podhoretz, etc) que actúan como belicistas del imperialismo de Washington, son ex comunistas de la rama trotskista.

Durante cuatro décadas, estos dos sistemas estuvieron funcionando. Ambos son internacionalistas (en el sentido cosmopolita del término). El comunismo marxista incluso se llama a sí mismo internacionalista, y el capitalismo financiero, basado en el poder del dinero, es sin lugar a dudas internacional también, porque los capitalistas no tienen fronteras … y porque el dinero no tiene patria.

Los estados donde se implantó el pulpo liberal del capitalismo, dio (y da) a los ciudadanos la ilusión de “democracia” (poder del pueblo), la ilusión de que realmente están eligiendo a sus representantes. La mayoría de quienes viven en el “primer mundo” creen esto aún hoy en día, cuando todo se está volviendo más y más orwelliano, y nuestros llamados políticos democráticos están mostrando su verdadera naturaleza de títeres. Sin embargo, en el sistema capitalista, donde debido a la usura de los banksters el dinero puede crecer de la nada, el poder no está en manos de la gente, sino en las manos de los que controlan el dinero … y el dinero no es democrático.

Por otra parte, en muchos países comunistas, un fenómeno muy interesante sucedió: el comunismo marxista ortodoxo, que era anti-tradicional y ateo, así como globalista e internacionalista (con la misma naturaleza materialista y cancerígena del capitalismo), comenzó a desarrollarse de manera diferente en cada país, fusionando el sistema económico socialista con el carácter de cada nación, de cada comunidad orgánica donde se hizo con el poder. (Esto no ha ocurrido en los países capitalistas, que fueron y todavía están sometidos a un lavado de cerebro extremo y bajo el yugo de un enorme imperialismo cultural y social que viene de los EE.UU. con elementos subversivos, como Hollywood, medios de comunicación de masas, la destrucción de la propia lengua, de la propia identidad, etc)

Esto sucedió de una forma muy natural: el comunismo se adaptó, fue absorbido en cada país, y no al revés, como estaba previsto originalmente por los globalistas, que querían poner en práctica aescala mundial un sistema dictatorial antinatural, frío y sin raíces.

La división dentro del comunismo ya comenzó con la lucha por el poder entre Stalin – que tenía una orientación más nacional – y Trotsky, quien predicó un comunismo mundialista sin fronteras con su “revolución permanente”). Así, por ejemplo, en Corea del Norte, el comunismo se fusionó con las antiguas tradiciones coreanas, con su rica cultura y su particular idiosincrasia, y el líder Kim Il Sung desarrolló la ideología Juche, una variedad típicamente coreana del socialismo. En Rumanía, Nicolae Ceausescu fue un gran admirador de los héroes nacionales del glorioso pasado en la Edad Media.

Así, lo que originalmente era un sistema frío, sin alma, con la intención de destruir los valores tradicionales como “reaccionarios”, una vez implantado en un país particular fue absorbido por la idiosincrasia nacional tomando sus tradiciones como una forma de resistencia.

Existe un interesante paralelismo con el cristianismo. Muchos consideran el cristianismo una antigua especie de comunismo, y hay algo de verdad en eso. Cuando el cristianismo llegó al poder en Roma, durante los primeros siglos prohibieron todas las demás religiones (las paganas), en el Imperio e impusieron la suya a los demás con dogmatismo y violencia; eran universalistas, antiguos globalistas. Pero después de algún tiempo, el cristianismo fue absorbido por las naciones, y se desarrolló de manera diferente en cada parte del mundo, incluyendo a veces un sincretismo con la vieja tradición. Esto se puede observar en la rama ortodoxa del cristianismo y sus iglesias nacionales: como el Patriarcado griego, el serbio, el ruso, y así sucesivamente. En el caso de Rusia, el zar era el jefe del Estado y de la Iglesia, en el caso de la religión japonesa tradicional, el Shintoísmo,  el Tenno – Emperador – era, al mismo tiempo líder nacional y religioso.

Idéntico fenómeno ocurrió con el Islam; hay un proverbio iraní que afirma que “el Islam no conquistó Persia, sino que Persia conquistó el Islam”. El zoroastrismo y el mazdeísmo tuvieron un papel importante en la conformación de la corriente chiíta persa. Y en la actual República Islámica de Irán, hay un Líder Supremo (el ayatolá Jamenei, quien es también líder religioso y nacional, al mismo tiempo). También el Califa otomano en la historia reciente o el Emperador romano en el pasado remoto.

El hecho de que el comunismo (como el cristianismo en el pasado) estaba desarrollándose en cada lugar de acuerdo con las tradiciones locales era muy peligroso para los globalistas (trotskistas así como liberales). Por lo tanto, la tendencia de nacional-comunismo tenía que ser detenida.

Es por eso que se decidió suprimir el “lado oriental”, para poner fin a la guerra fría y a la bipolaridad, y que se usó de ahora en adelante sólo el sistema liberal capitalista como el único aceptable. La Unión Soviética y los países del Pacto de Varsovia eran un experimento, y no eran ya útiles, porque los “amos” detrás de las escenas se dieron cuenta de que era el sistema capitalista el que sirve mejor a sus objetivos.

Este fue el nacimiento del “nuevo orden mundial” proclamado por Bush padre, con la esperanza de que con el colapso de la Unión Soviética, Rusia y las otras naciones de Eurasia se verían privadas de su soberanía nacional y esclavizadas con el liberalismo. Durante los años 90, Gorbachov y Yeltsin toleraron y fomentaron el saqueo del estado ruso por parte de los oligarcas y las finanzas internacionales. Sin embargo, con el comienzo del nuevo siglo, la soberanía nacional comenzó a ser restaurada por el presidente Putin; es por eso que está siendo difamado en occidente, con epítetos como “autoritario”, “dictador”, etc

La libertad que ofrece el liberalismo puede ser explicado muy sucintamente de la siguiente manera: Se ofrece la posibilidad de elegir entre Coca-Cola y Pepsi, o entre McDonalds y Burger King. No es nada más que consumismo, materialismo puro, donde el lucro es todo lo que importa …

Todos los países que no querían ser gobernados por el llamado sistema democrático, o se resistían a colaborar con él, eran los pocos comunistas que quedaban como Cuba y Corea del Norte y los tercer-posicionistas, no alineados, como Yugoslavia, Iraq , Libia o Siria. Los globalistas decidieron que esos países debían ser derribados, uno por uno. Para empezar debían ser mediáticamente demonizados (el concepto de “eje del mal” se popularizó en este contexto), amenazados, y finalmente, como último paso, destruidos por las guerras en nombre de la libertad y la democracia.

En el caso particular de Siria, un hecho que no es tan bien conocido es que antes de que comenzara la crisis, el presidente Assad planeaba la Estrategia de los Cuatro Mares, que convertiría su país en un centro de comercio entre el Mar Negro, el Mar Mediterráneo, Golfo Pérsico / Mar Arábigo y el Mar Caspio. Como país soberano con una moneda estable y un banco nacional que no pertenece a los Rothshilds, esto podría haber hecho de Siria un cruce geopolítico muy poderoso. Y en Libia, por cierto, Gaddafi trató de introducir el dinar de oro, lo cual habría sido un gran golpe contra la economía usurocrática internacional basada en el dólar.

Para volver a los tiempos de la bipolaridad:

Estos dos sistemas globalistas, utilizados por EE.UU. y sus aliados (el llamado “mundo libre”), por un lado, y por los soviéticos y los suyos por el otro, fueron, respectivamente, como sabemos, el capitalismo y el comunismo. Ambas ideologías no son opuestas como muchos creen, sino “hermanas de sangre” que vienen del mismo origen, de la misma visión materialista del mundo, de la misma weltanschauung o cosmovisión, que es lineal y cree que el progreso en infinito, sin darse cuenta de que los recursos naturales del mundo no lo son.

Para decirlo con otras palabras: el capitalismo y el comunismo son dos caras de la misma moneda.

Volviendo al paralelismo espiritual, también es posible afirmar que el comunismo era la respuesta al capitalismo en el siglo XIX como el cristianismo fue la respuesta al judaísmo en el siglo I.

El judaísmo es una religión étnica. Los judíos se hacen llamar “el pueblo elegido”, y este concepto evolucionó negativamente en algunas ramas del judaísmo, desarrollando un sentimiento de superioridad racista y el derecho divino de gobernar opresivamente a todos los que no pertenecían a su religión-etnia, a los goyim. Jesús vino a intentar redimir a los judíos de ese error, por lo tanto fue asesinado por los fariseos, igual que los profetas antes de él. El sionismo es una versión contemporánea del fariseismo. Después de eso, San Pablo trató de extender el mensaje del judaísmo (que hay un Dios absolutista, un creador separado de su creación, que recompensará a su criatura si se le obedece, y la castigará si no lo hace) a todos en el Imperio Romano, creando o inventando (con las enseñanzas de Cristo) un “judaísmo para los gentiles”. Karl Marx puede considerarse como el San Pablo del siglo XIX, que predicó la necesidad del bienestar económico para todos, no sólo para la “élite” de los capitalistas.

La diferencia entre las otras religiones étnicas (paganas) de la Antigüedad y el judaísmo, es que el judaísmo es la primera y única religión (de las que todavía existen en la actualidad) que se considera a sí misma como la verdad absoluta, y que todos los otros caminos espirituales están equivocados, que todos las demás vías de la Tradición carecen de sentido. Se desarrolló desde el henoteísmo (creyendo que Yahvé era el dios más poderoso, pero también existían otros dioses de los otros pueblos) hasta un estricto monoteísmo y una sumisión celosa a Jehová como el único Dios. Más tarde, esta particularidad fue “heredada”  tanto por el Cristianismo como por el Islam, pero sólo hasta cierto punto. Porque al igual que el comunismo en la modernidad secular socio-económica, el Cristianismo y el Islam se adaptaron a los diferentes comunidades orgánicas donde se difundieron, a través de Europa, Oriente Medio, Asia, África y más tarde las Américas)

En el cristianismo, dos corrientes distintas se desarrollaron en la Edad Media europea: los güelfos y los gibelinos. Los primeros apoyaron el Vaticano y el Papa incondicionalmente, siendo religiosamente muy dogmáticos e intolerantes, mientras que los gibelinos respaldaron el concepto de Imperio y apoyaron la multipolaridad, bajo el gobierno de un rey o emperador, como líder-símbolo religioso-nacional. Hay un paralelismo con el comunismo aquí también, y podemos ver a Stalin como el gibelino y a Trotsky como el güelfo.

En cuanto a Imperio e imperialismo, son éstos dos conceptos diferentes y en realidad completamente opuestos. Mientras el Imperio integra, componiendo una unidad continental de naturaleza telurocrática que respeta cada cultura de los diferentes pueblos dentro de él, el imperialismo es una moderna parodia mercantil sin raíces, cuya única “patria” es el dinero, y no compone o integra, sino que por el contrario, impone y desintegra, dividiendo y conquistando por la fuerza o por el engaño, considerándose el único sistema posible, o la “verdad absoluta”.

Hoy en día, después de la guerra fría, sólo hay un imperialismo, mundial y mercantilista, que también se conoce como globalización o sionismo internacional (fariseismo moderno).

Este imperialismo se vuelve cada día más poderoso y destructivo, porque las masas no se dan cuenta de cuál es el auténtico peligro y quiénes los verdaderos enemigos. Plutocracia y usura (el capitalismo) son las herramientas de este sistema, que para ser más eficaz idiotiza a las masas (con los medios de comunicación, televisión, las películas de Hollywood, etc), y las divide (por ejemplo sunitas contra chiítas en el mundo musulmán, o cristianos vs musulmanes en los Balcanes; y también hombres contra mujeres en nuestras sociedades occidentales ya seculares, o hijos contra padres).

En geopolítica, hay dos corrientes en lucha permanente entre sí: atlantismo o talasocracia (representada por el Reino Unido y Francia en el pasado colonial, y hoy en día principalmente por EE.UU.), y continentalismo o telurocracia, que es el concepto de Eurasia, y solía ser representado por los imperios centrales en el pasado, y hoy en día su mayor parte por el nuevo resurgir de Rusia.

El atlantismo es un sistema geopolítico globalista, que a través del comercio -liberalismo- aspira imponer su sistema a todo el mundo – ya que, como hemos dicho antes, se cree que es la única verdad, el único sistema válido. El continentalismo, por el contrario, cree en una visión del mundo multipolar, no en una globalista unipolar, sino en un sistema multipolar con diferentes bloques de poder, cada uno con su propia área de influencia.

Uno de estos bloques de poder sería Eurasia, desde las Islas Canarias a Vladivostok. Otros, por ejemplo, el mundo árabe (Nasser y la ideología del Baath en Irak y Siria), otro una América Latina unida (Perón y Chávez siguieron ésta idea). Y también Norteamérica, porque los EE.UU. son una potencia bi-oceánica y continental, que cuenta con riqueza natural suficiente por sí misma y no necesita saquear los recursos (petróleo, gas …) de los países soberanos extranjeros a miles de kilómetros bajo el falso pretexto de la “democracia” y de imponer su visión socio-económica del mundo (la globalista), que es considerada por sus políticos-títeres no sólo el más deseable, o la más aceptable, sino la única posible, la “verdad absoluta “.

Éste es el dogmatismo laicista del Kali Yuga.

Continentalismo es sinónimo de autarquía, de soberanía total. De autosuficiencia, verdadera independencia. Para preservar la unión tradicional con la naturaleza, la espiritualidad, la familia, la nación. El atlantismo, por el contrario, necesita de importación y exportación con el fin de sobrevivir. Por lo tanto, representa el mercantilismo, y está apegado al materialismo, al mammonismo. Este es el peligroso caldo de cultivo para la práctica de la especulación financiera, y para la práctica demoníaca de la creación de dinero de la nada, lo que esclaviza a todos los pueblos con usura.

El continentalismo desea relaciones de amistad entre todos los pueblos y naciones. La integración territorial y política debe ser hecha por aprobación mutua y los intercambios culturales son bienvenidos y apreciados, siempre y cuando no se interfiera en los asuntos internos. El atlantismo, por su parte, que es controlado por una parasitaria “élite” de bankster-delincuentes, tiene que invadir y saquear las naciones extranjeras con el fin de sobrevivir, lo que cuadra absolutamente con su naturaleza parasitaria.

Es importante señalar, como dijo Parvulesco, que no hay que integrar a Rusia en la “UE”, sino integrar a la “UE” en Rusia (que a pesar de la debacle de los años 90, sigue manteniendo su idiosincrasia tradicional casi intacta, lo que no puede decirse de “occidente”).

Las ideas imperiales del geopolítico alemán Karl Haushofer, trabajando para un eje euroasiático Berlín-Moscú-Tokio, se deben estudiar, difundir y desarrollar con el fin de contrarrestar las tesis imperialistas de la esfera angloamericana-sionista (atlantismo), que siempre ha tratado de sabotear los caminos comerciales terrestres tradicionales de Eurasia y de dividir los pueblos euroasiáticos aún más, poniendo a unos contra otros sobre una base confesional o usando el llamado “terrorismo islámico” (que en realidad es terrorismo wahabí saudita creado por la CIA) como un caballo de Troya mediante el uso de “Al-Qaeda”, herramienta útil contra la soberanía y la independencia nacional, como hemos visto en Yugoslavia, Chechenia, Libia o Siria.

Para concluir: multipolarismo y globalismo son los únicos dos sistemas reales antagónicos que luchan uno contra el otro, y no el capitalismo y el comunismo, que se inventaron como una distracción y un engaño.


Las masas populares turcas piden la caída del déspota sionista Erdogan

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Levantamientos en todo el país: nacionalistas, kemalistas, Lobos Grises, comunistas, musulmanes no sectarios… todos unidos contra el sátrapa-títere: CerdOTAN, tus días están contados!!

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Por cuarto día se suceden protestas populares en Turquía acompañadas de desproporcionadas cargas policiales contra los manifestantes

Jun 03, 2013

http://sana.sy/spa/213/2013/06/03/485580.htm

Estambul, Turquía, SANA

Las masivas protestas populares pacificas contra las políticas del Presidente del Gobierno turco Recep Tayyip Erdogan se continuaron anoche y esta mañana acompañadas de fuertes cargas policiales.

La policía cerró las calles próximas a la oficina de Erdogan en Estambul y disparó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes en las primeras horas de la mañana de hoy lunes.

Reuters informó que los manifestantes llevaron un pequeño tractor hacia las barreras de la policía en la calle principal cerca de la oficina de Erdogan seguidos por otros manifestantes dando lugar a nuevas cargas policiales.

La policía reprimió con gases lacrimógenos las manifestaciones causando la herida de algunos manifestantes que fueron socorridos a una mezquita cercana y atendidos por médicos en entrenamiento y voluntarios.

Los medios de información dijeron que los manifestantes que erigieron tiendas de campaña en la plaza Taqsim, están decididos a continuar las protestas hasta lograr la dimisión del gobierno de Erdogan, “que ha causado graves daños a la población turca”, anotaron.

La prensa dijo que los manifestantes utilizaron parasoles de las paradas de autobuses, piedras de las aceras y láminas de las señales de tránsito para montar barricadas en la zona del estrecho del Bósforo en Estambul, donde se produjeron los enfrentamientos más fuertes durante la noche, mientras escritos cubrieron las paredes de la ciudad. Por otra parte, la Agencia de noticias turca Dogan, dijo que los manifestantes incendiaron durante la noche las oficinas del partido gobernante Justicia y Desarrollo (AKP), en la ciudad costera de Izmir, al oeste del país.

En la capital Ankara, la policía irrumpió en un complejo comercial donde creían que habían recurrido los manifestantes, y arrestó a varias personas.

Según la Agencia France-Presse, las fuerzas de seguridad turcas intervinieron con gases lacrimógenos contra los manifestantes en la Plaza Kizilay en Ankara, que en su mayoría son jóvenes y estudiantes que estaban coreando consignas exigiendo la renuncia del gobierno de Erdogan.

A su vez, Erdogan se muestra indiferente, y en un gesto de desentendimiento, se ha dirigido a Marruecos en una visita de cuatro días. Pero allí espera a Erdogan un descontento popular, tras demostraciones de marroquíes ayer en medio de la capital Rabat para denunciar su visita y solidarizarse con los manifestantes turcos.

Ante las especulaciones provocadas por las protestas, la economía turca empieza a sufrir los primeros estragos registrando una caída del 8 por ciento en la bolsa en el inicio de las operaciones.

Entre las reacciones internacionales ante las represivas medidas del gobierno para sofocar las protestas, Catherine Ashton, Comisionada de Política Exterior y Seguridad de la UE, denunció el uso desproporcionado de la fuerza de la policía contra los manifestantes pacíficos y expresó su preocupación por la escalada de violencia en el país.

En un comunicado de prensa citado por la agencia de noticias rusa RIA Novosti, versa que Ashton pide a todas las partes en Turquía la moderación, poner fin a la violencia y buscar una solución pacífica a este problema a través del diálogo.

Asimismo, Amnistía Internacional criticó ayer las cargas policiales turcas contra los manifestantes y el uso excesivo de la fuerza para dispersar las protestas contra las políticas del gobierno de Erdogan, que provocaron la muerte de dos personas y heridas a más de un millar de manifestantes.

Por su parte, Estados Unidos llamó a las fuerzas de seguridad turcas pidiendo moderación frente a las protestas desatadas en el país por cuarto día consecutivo.

The Associated Press citó a la portavoz de la Casa Blanca, Laura Lucas, diciendo que los Estados Unidos creen que las manifestaciones pacíficas son parte de la expresión democrática y que la adhesión a las libertades fundamentales es la mejor garantía para la estabilidad de Turquía a largo plazo.

La Casa Blanca pidió a todos los partidos políticos de Turquía a templar la situación.

Mientas tanto, las protestas contra las políticas autoritarias del gobierno de Erdogan continúan en la mayoría de las ciudades turcas por cuarto día consecutivo y se recrudecen en la ciudad de Estambul y otras ciudades en medio de informaciones que aseguran la muerte de manifestantes durante la desproporcionada carga policial.

Los recuentos primarios de las protestas mencionados por la prensa indican que fueron heridas cientos de personas y cerca de 1.700 fueron detenidas en varias ciudades turcas, en medio de expectativas de que se recrudezcan las manifestaciones al amparo del creciente rechazo popular a las políticas represivas que práctica el partido gobernante.

Eba Khattar-Yamil K.


¿Revolución nacional o “primavera” turca? – Entrevistas de Natella Speranskaya

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Natella Speranskaya de GRANews (Rusia) entrevista a Claudio Mutti y Manuel Ochsenreiter (director de la revista alemana ZUERST!) sobre las protestas en Turquía.

Traducido del inglés por Felix W.

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Revolución turca – Entrevista con CLAUDIO MUTTI

http://www.granews.info/content/turkish-revolution-interview-claudio-mutti

Natella Speranskaya: La revolución nacional ha comenzado en Turquía. ¿Cuáles son las fuerzas que hay detrás? ¿Quién está luchando contra quién?

Claudio Mutti: Las consignas sobre “derechos humanos” y “democracia”, las actuaciones de las Femen, la solidaridad expresada por Madonna y otras estrellas hollywoodienses, la retórica antifa salpicada de “Bella Ciao” como banda sonora son los síntomas de una “revolución naranja” o de una “primavera turca”, más que de una revolución nacional. En la actualidad es imposible saber si los problemas han estallado de manera espontánea, o si realmente los agentes extranjeros han provocado los problemas, como pretende Erdogan. Pero debemos tener en cuenta que el embajador de EE.UU. Francis Ricciardone ha repetido dos veces en dos días su mensaje a favor de los manifestantes, y que John Kerry ha hecho una declaración sobre el derecho a protestar. Ciertamente, entre los manifestantes también hay militantes y activistas nacionalistas, de movimientos pro-Eurasia anti-atlantistas (como, por ejemplo, el Partido de los Trabajadores, ISCI Partisi), pero no creo que se encuentren en una posición como para dirigir una masa tan heterogénea hacia el objetivo de una revolución nacional.

Natella Speranskaya: ¿Cómo es la revolución turca en relación con la oposición geopolítica eurasiatista (Rusia, Irán, Siria) y el atlantismo (OTAN, EE.UU., UE)?

Claudio Mutti: Es cierto que muchas personas se han preocupado por la implicación de Turquía en el conflicto sirio. Sin embargo, cuando los manifestantes dicen “Somos los hijos de Atatürk”, expresan una preocupación relacionada con las creencias secularistas y laicistas, no una posición Eurasiática. Por desgracia yo no veo una tendencia anti-Atlantista significativa en la presente revuelta.

Natella Speranskaya: Tu pronóstico de la evolución de los acontecimientos en Turquía y cómo afectará a la situación en Siria.

Claudio Mutti: Es probable que la revuelta turca obligue a Erdogan  a pensar en el dicho de “quien siembra vientos recoge tempestades” y a dedicarse más a los asuntos turcos que a los sirios, probablemente tomará nota del hecho de que los estadounidenses están siempre dispuestos a derrocar a sus colaboradores, después de hacer uso de ellos. Hace dos meses el ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, ha firmado un protocolo de acuerdo con el SCO. Si el gobierno turco quiere ser coherente con esta decisión, tiene que dejar ese tipo de “neo-otomanismo” que oculta un papel imperialista, útil a los intereses norteamericanos. Incluso mejor, si Turquía realmente quiere ser un punto de referencia para los pueblos musulmanes del Mediterráneo y Oriente Medio, debe romper sus lazos con la OTAN y con el régimen sionista. Es esquizofrénico desestabilizar Siria y al mismo tiempo acusar el sionismo e Israel de ser, según las palabras de Erdogan, “un crimen contra la humanidad” y “una amenaza a la paz regional”.

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Revolución turca – Entrevista con MANUEL OCHSENREITER

http://www.granews.info/content/turkish-revolution-interview-manuel-ochsenreiter

Natella Speranskaya: La revolución nacional ha comenzado en Turquía. ¿Cuáles son las fuerzas que hay detrás? ¿Quién está luchando contra quién?

Manuel Ochsenreiter: Las manifestaciones y disturbios en las ciudades turcas muestran la profunda brecha en la sociedad de ese país. Pero, ¿es realmente una “revolución nacional”? Ahora parece que todos los grupos que se oponen Erdogan y también a su partido AKP son una mezcla muy colorida de diversas ideologías. Se manifiestan los nacionalistas turcos, junto con los comunistas, vemos banderas de los sindicatos y muchos otros grupos. Pero no debemos olvidar que Erdogan y su partido nunca han tenido el apoyo de aquellas personas que toman parte en el levantamiento ahora.

Un problema: Tenemos toda la información sobre la situación en Turquía en estos momentos a través de las principales estaciones de los medios de comunicación occidentales. Los comentaristas occidentales y los políticos están celebrando la llamada “sociedad civil turca”. En Alemania, por ejemplo, casi todos los partidos políticos establecidos dieron declaraciones que apoyan a los manifestantes. En los medios de comunicación  no se encontrarán muchos nacionalistas o comunistas en las entrevistas, pero sí muchos “activistas” occidentalizados.

Natella Speranskaya: ¿Cómo es la revolución turca en relación con la oposición geopolítica eurasiatista (Rusia, Irán, Siria) y el atlantismo (OTAN, EE.UU., UE)?

Manuel Ochsenreiter: Lo que vemos ahora mismo en Estambul no parece tener mucho que ver con los contenidos geopolíticos. Hay, por supuesto,  grupos y partidos involucrados que están fuertemente en contra de una agenda atlantista.

Pero no debemos olvidar una cosa importante: El interés de los medios corporativos se inició hace un par de días, cuando los manifestantes en Estambul se enfrentaron con la policía turca. Pero en Turquía hay grandes manifestaciones contra la política agresiva de Erdogan hacia Siria desde hace mucho tiempo. Esas protestas tienen un mensaje geopolítico dominante. Los manifestantes dicen: “Estamos en el lado equivocado del conflicto, no debemos apoyar a la empresa del intervencionismo occidental-islamista para derrocar al gobierno sirio. Debemos apoyar a Siria contra los agresores”. Incluso criticaron de manera severa la pertenencia de Turquía a la OTAN. Pero en los medios de comunicación occidentales no se transmitieron esas manifestaciones, tal vez debido a que el mensaje de los manifestantes no se ajusta a las directrices políticas.

Irónicamente, occidente promovió el “modelo turco” – el gobierno AKP – como un modelo a seguir para los países de la llamada “primavera árabe”. Los elementos son: islamismo “moderado”, la amistad con Israel, fuertes lazos con el mundo occidental transatlántico. Los políticos occidentales siempre decían: “Mirad a Turquía, funciona tan bien!” Hoy podemos decir que evidentemente no es así.

Natella Speranskaya: Tu pronóstico de la evolución de los acontecimientos en Turquía y cómo afectará a la situación en Siria.

Manuel Ochsenreiter: Es difícil de decir. Sabemos ahora que podría haber también un conflicto interno dentro del AKP. El presidente turco Abdullah Gül criticaba al Primer Ministro Erdogan en público. ¿Qué significa eso para la autoridad de Erdogan y su futuro político? Las directrices para la política turca hacia Siria no son escritas por Ankara, sino por los “socios” de la OTAN. Erdogan convirtió Turquía en los últimos dos años en una base militar de terroristas, mercenarios y criminales yihadistas, que fueron a Siria para luchar contra el régimen. Turquía los apoya, incluso cuando están en Siria. Turquía apoya el robo organizado de compuestos industriales en Siria y el transporte a través de la frontera con Turquía. Erdogan intentó un par de veces provocar una guerra convencional contra Siria. Cuando hablamos de todos esos actos de agresión contra Siria no hay que olvidar un detalle importante: Erdogan no sólo apoya la violencia contra los civiles sirios, sino también contra sus propios ciudadanos. Las explosiones de bombas en la ciudad turca Reyhanli, donde murieron 51 personas y 140 resultaron heridas. Erdogan acusó a los servicios secretos sirios, pero sabemos hoy por documentos filtrados de la inteligencia turca que la filial de Al Qaeda “Frente Nusra” era responsable de ese ataque horrible, exactamente los mismos extremistas a los que Erdogan ofrece apoyo y refugio seguro.

Entonces, ¿qué puede ocurrir si dimite Erdogan? ¿Cambiará de repente la política turca? ¿Habrá un cambio dentro del AKP? ¿Un cambio en el gobierno turco significa automáticamente que el Estado modificará su programa geopolítico? ¿Occidente aceptaría eso? Yo lo dudo profundamente.


Nueva victoria para Siria: Reacciones a la liberación de Al-Qussair

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Hezbolá: Al Qussair, un Golpe para el Proyecto Israelo-Estadounidense-Takfiri

http://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?eid=34700&cid=23&fromval=1&frid=23&seccatid=31&s1=1

El secretario general adjunto de Hezbolá, Sheij Naim Qassim, ha declarado que “la batalla de Al Qussair ha asestado un duro golpe al proyecto israelo-estadounidense-takfiri y ha demostrado que su intento de destruir el estado sirio y la resistencia es algo ficticio”. Él añadió que “aquellos que basan sus posiciones políticas en el apoyo al proyecto israelo-estadounidense están perdidos”.

El número 2 de Hezbolá declaró durante una reunión del miércoles con el vicepresidente del Partido Social Nacional Sirio en el Líbano, Taufiq Muhanna: “La batalla de hoy no tiene más que un solo motivo: hacer frente a Israel y a todos los que sirven a su proyecto”. Él subrayó que “las posturas de Hezbolá se basan en esta regla y lo que ha pasado en Al Qussair no deja ninguna duda al respecto”.

Y añadió: “Al Qussair ha supuesto un golpe severo al proyecto israelo-estadounidense-takfiri y ha sido un rayo en el cielo de la resistencia”.

Él también dijo que Hezbolá estaba a favor de “una solución política en Siria y de cortar la mano a todos los ladrones internacionales de la región árabe que se afanan por venir en ayuda de la entidad sionista”.

EEUU Condena la Liberación de Al Qussair por el Ejército Sirio

http://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?eid=34660&cid=24&fromval=1&frid=24&seccatid=25&s1=1

EEUU ha condenado con fuerza la liberación por parte del Ejército sirio de la ciudad fronteriza de Al Qussair, que había sido uno de los mayores bastiones de los grupos armados apoyados desde el extranjero que buscan derrocar al gobierno de Siria.

“EEUU condena en los términos más duros posibles el asalto de Al Qussair por parte del régimen de Assad, que ha llevado a la muerte de un desconocido número de civiles y está causando un tremendo sufrimiento humanitario,” dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, en una declaración el miércoles.

La aparente furia estadounidense viene motivada por el éxito de las fuerzas sirias en expulsar a los grupos de militantes apoyados desde el extranjero que han aterrorizado a la nación en los últimos dos años. Esa reacción se produce en un momento en que existen planes anunciados por EEUU para ofrecer apoyo militar directo a los terroristas que luchan para derrocar al gobierno del presidente Bashar al-Assad.

El funcionario de la Casa Blanca pidió además un “acceso seguro” para evacuar a los terroristas heridos y ofrecerles “suministros médicos”, un llamamiento que, aparentemente, no ha sido considerado digno de una respuesta por las autoridades sirias.

Washington también criticó al movimiento de resistencia islámica libanesa Hezbolá por su papel de apoyo a Siria en el triunfo de este último país sobre los terroristas, que han recibido enormes cantidades de armas y municiones de los regímenes apoyados por EEUU en la región, incluyendo Jordania, Turquía, Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos e incluso el régimen israelí.


Rusia preocupada por el expansionismo de la OTAN / Pentágono monitorea buques rusos

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Rusia Preocupada por la Expansión de la OTAN en el Norte de Europa

http://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?fromval=1&cid=25&frid=25&eid=34500

El primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, advirtió hoy aquí de la preocupación de Rusia ante un eventual desequilibrio de fuerzas en la región del Ártico y norte de Europa en caso del ingreso de estados vecinos a la OTAN.Medvedev aludió tras intervenir en el Consejo de jefes de Gobierno de los Estados del mar de Barents a los publicitados planes de Finlandia y Suecia de incorporarse a la OTAN, lo cual, a juicio de Moscú, rompería la paridad en el área.Partimos de que nuevos miembros de la alianza, ubicados cerca de nuestras fronteras, al final cambiarán la paridad de fuerzas, y nosotros estaremos obligamos a reaccionar, afirmó Medvedev, ante los representantes del foro de cooperación, integrado además por Noruega, Finlandia y Suecia, hace justo 20 años.

Recalcó el primer ministro en la rueda de prensa que el avance de la OTAN hacia las fronteras rusas “no constituye un factor positivo para nuestro país”.

Advirtió que la alianza de 28 miembros es una estructura con un determinado potencial militar, el cual podría ser empleado contra Rusia bajo circunstancias desfavorables, acotó.

Opinó el jefe de gobierno ruso que la incorporación de nuevos estados al bloque trasatlántico no creará “una nueva situación garante de estabilidad”, y a renglón seguido, alertó sobre la reacción de su país ante tal coyuntura, en el norte de Europa.

Aclaró, empero, que los planes de ingreso de Suecia y Finlandia son un asunto interno de cada país, pero la decisión debe partir de la soberanía de todos los estados.

Rusia también se opone de manera categórica a los planes de expansión de la OTAN en el flanco sur de sus fronteras, a cuenta de la entrada de Ucrania y Georgia, cuyos gobiernos son alentados hace dos décadas por Estados Unidos.

La alianza, bajo patrocinio norteamericano, fomenta asociaciones consideradas estratégicas en la región de Trascaucasia con Azerbaiyán y Armenia, al mismo tiempo.

Durante su participación en el foro de cooperación que fue creado en 1993, Medvedev exhortó a los socios nórdicos a utilizar al máximo de posibilidades las ventajas que ofrece la ruta marítima norte.

Rusia comparte con Noruega la plataforma continental del mar del norte que lleva el nombre del navegante holandés Willem Barents. Las aguas de soberanía rusa bañan los territorios de la república de Karelia y las regiones de Arjangelsk y Murmansk.

El Pentágono Vigila Buques de Guerra Rusos con Destino a Siriahttp://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?eid=34680&cid=24&fromval=1&frid=24&seccatid=25&s1=1
El Canal 7 israelí ha informado que “aparatos de vigilancia estadounidenses han localizado tres navíos de guerra rusos que han entrado en el Mediterráneo para dirigirse a puertos sirios”.Según el canal, “las agencias de inteligencia estadounidenses han localizado tres barcos rusos sospechosos de transportar armas para el Ejército sirio”.Según el informe, “EEUU ha seguido la ruta de los navíos desde que éstos han abandonado los puertos de la Marina rusa. Hace algunos días, las imágenes de los satélites espía estadounidenses mostraron que estos navíos transportaban equipos militares de diversos tamaños, que podrían ser las piezas del sistema de defensa antiaérea ruso S-300.”

Una información que ha sido publicada por el periódico The New York Times informa que “es probable que dichas piezas formen parte del sistema de misiles S-300”.

Según el periódico, dos fuentes en Washington han informado que “el régimen del presidente sirio, Bashar al Assad, no ha recibido todavía los misiles S-300, pero esto no excluye que una operación de entrega esté llevándose a cabo en este preciso momento.”

Según dijo el corresponsal del Times en Moscú, una fuente oficial ha confirmado que Rusia no ha transferido los S-300 a Siria todavía, pero no ha excluido que la operación de entrega esté siendo realizada, puesto que “Moscú ha decidido completar la transacción después del despliegue de los misiles Patriot estadounidenses en Turquía, cerca de Siria”, señaló la fuente.

 


Leonid Savin: Claves estratégicas sobre política interna y externa de Rusia

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Claves estratégicas sobre política interna y externa de Rusia

http://paginatransversal.wordpress.com/2013/05/28/3794/

por Leonid Savin – Recurso desde Moscú, desde las alianzas con “think-tanks” de distintas partes del mundo con el objetivo de acercar al lector reflexión y análisis de la realidad global desde el prisma de reconocidos expertos y observadores de diferentes latitudes. Compartimos primera parte de artículo del analista Leonid Savin sobre los principales retos estratégicos internos y externos de Rusia. El Director de “GEOPOLITICA.RU” nos presenta un ensayo muy preciso de ciertas claves geopolíticas en el concierto internacional de naciones que son de importancia por la correlación con las proyecciones e intereses de Rusia.  El acceso a estos datos, a este enfoque; nos permite mejorar conocimientos para interpretar de las fricciones y disputas de poder en la arena política mundial en estos tiempos de transformaciones hacia un perfil multipolar, desde una consideración más acertada de las perspectivas de Moscú. También sabiendo de las complejidades de agenda para el Kremlin, en frente interno y en su política exterior.

Al igual que otros países, Rusia atraviesa un período de transición. Los cambios globales, la inadecuación de los viejos modelos de dirección, la falta de una ideología estatal comprensible, clara y cercana al pueblo, la aparición de nuevas tecnologías de  información y los cambios sociales, todo se da bajo la permanente agresión informativa contra la totalidad de lo que sucede en nuestra vida. Aparte de la sustitución de valores y de la imposición de clichés occidentales bajo la apariencia de democracia y derechos humanos, tratan de convencernos de que Occidente no está interesado en nuestros recursos naturales, sino que pretende sólo relaciones pacíficas y de buenos vecinos; sin embargo, los hechos atestiguan que las compañías occidentales y las corporaciones trasnacionales actúan en Rusia con fines de absorción económica y obtención de superbeneficios. Por otro lado, la guerra informativa tiene como objetivo el desarme moral y espiritual del pueblo ruso ante la arremetida del globalismo. A esto cabe agregar el hecho de la caída demográfica y la amenaza de conflictos internos, lo último tanto por cuestiones religiosas como por cuestiones político-administrativas (antes que nada, en el Cáucaso del Norte).

Por estas razones lo que pasa en la política interior y exterior de Rusia, y la influencia que se ejerce desde afuera, no debe ser examinado como partes separadas, sino como un único proceso que concierne a los más diversos aspectos de la vida socio-política.

Para que la imagen sea completa y comprensible en el contexto de las relaciones internacionales, lo mejor será comenzar por los procesos globales.

Una de las versiones de marco estratégico para el orden global futuro es la que ha sido propuesta por los estrategas de EE.UU. Según su visión, vamos hacia un mundo unipolar que consiste en un centro y una periferia. Pertenecen al centro los países de la OTAN, en el lado opuesto están los países subdesarrollados y los insuficientemente occidentalizados, es decir los países de Asia, África y América Latina. Entre unos y otros se encuentran los países intermedios, bastante autosuficientes en lo económico, pero con regímenes políticos particulares y especificidades culturales que representan un obstáculo para su completa integración con el núcleo. Son los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), una serie de economías de la región del Pacífico y de Latinoamérica. La estrategia mencionada ha sido propuesta tanto por filósofos políticos, por ejemplo Emmanuel Wallerstein y su concepción de análisis mundo-sistémico, como por militares, por ejemplo el modelo de Thomas Barnett que tiene un centro civilizado y una brecha sin integrar.

El modelo de orden global en cuestión está construido en base a los siguientes principios:

— La prioridad principal en la seguridad global es la seguridad del centro; la conservación, el fortalecimiento y la expansión de su control sobre el planeta. Esta prioridad debe ser confirmada y reconocida globalmente: “Lo que es bueno para los EE.UU., es bueno para la humanidad”.

— El principal desafío para este sistema son los esporádicos intentos de la periferia de atacar el centro. Un claro ejemplo de esto son los ataques terroristas al World Trade Center de New York.

— La aparición de nuevos jugadores en las relaciones internacionales debe ser transformada en herramienta para influir en la periferia, excluyendo o limitando al máximo la posibilidad del proceso inverso.

— La zona intermedia entre el centro y la periferia (por ejemplo el BRICS y sus países y territorios relacionados) deberá integrarse gradualmente con el centro por medio de procesos de globalización y occidentalización. Al tiempo que no se excluye, incluso es deseable, la fragmentación de esas grandes formaciones geopolíticas y su división en territorios heterogéneos: los enclaves desarrollados se integran rápidamente con el centro, los débiles “caen” en la periferia.

— El código socio-psicológico del postmodernismo debe introducirse en forma cuidadosa y desigual: el centro conserva uno u otro nivel de racionalidad modernista (voluntad de poder, pensamiento racional, registro del balance de fuerzas, capacidad para concentrar los esfuerzos de dirección), pero al mismo tiempo imita la “autodemocratización”, con lo cual acelera la fragmentación de la periferia y las zonas intermedias.

— El proceso de desoberanización de los estados nacionales y la aparición de nuevos actores no estatales debe transcurrir de acuerdo a un algoritmo de transmisión gradual de los mandatos de poder a los entes supranacionales controlados por el centro o directamente por el propio centro. Al mismo tiempo irá sucediendo la “caotización”, la “defragmentación”, a veces la “etnización” de unidades nacionales. El problema fundamental será la preservación del control por parte del centro, o por parte de sus leales administradores locales, sobre los tipos de armamentos y tecnologías capaces de producir daño global al sistema mundial. En la actualidad, en este sentido también  avanza la transformación del sistema mundial de seguridad. Mientras tanto, los instrumentos de Occidente de la época del mundo de Yalta, el bloque militar de la OTAN, el FMI, la OMC y también las instituciones que antes servían para la integración entre países capitalistas (El Club de Vilderberg, el Foro de Davos, la Comisión Trilateral, etc.) se transforman gradualmente en instituciones globales capaces de proveer al centro el control planetario.

Los EE.UU. y los países de la OTAN se ocupan en la actualidad de la reconstrucción del sistema de seguridad precisamente en esa clave, probando nuevos enfoques, instalando estructuras de red, verificando la efectividad de los mecanismos fundamentales para el control global en la versión postmoderna.

Sin embargo, existe un escenario alternativo que podemos llamar multipolar y tener la esperanza de que sea propuesto por los países que en el modelo unipolar caen en la zona intermedia, o sea los del BRICS y otros, que no aceptan la dominación global de los EE.UU.  La extrema periferia aún no tiene suficientes bases, ni suficiente tamaño, por lo tanto cualquier proyecto político propio tendrá como máximo carácter regional y caerá bajo la influencia del centro mundial.

Hay que señalar que en el año 2000, en Rusia, el presidente Putin firmó el decreto Nro. 24 sobre “La concepción de la seguridad nacional de Rusia”, donde se proclamaba el curso de la multipolaridad. También en su célebre discurso de Munich, en 2007, Vladimir Putin sometió a crítica el modelo de mundo unipolar. A mediados de junio de ese mismo año,  en su intervención en la reunión del fondo “Mir”, el patriarca de la iglesia rusa ortodoxa, Cirilo, dijo: “Está claro para todos que la creación de un mundo unipolar, donde habría un único centro de toma de decisiones políticas y económicas, puede ser peligroso para todo el planeta, para todos los países. Por otro lado toda la gente, o por lo menos la mayoría, comprende que el mundo unipolar se asemeja a una persona que se apoya en una sola pierna. Es un sistema desbalanceado. De allí que un mundo unipolar, basado en la hegemonía de un solo centro político, sea inviable. A mí me parece que la posición de Rusia, junto a otros países, en particular los del  SCO (Shangai Cooperation Organization), en la actualidad se orienta a defender la idea de  la multipolaridad, que da a los distintos centros la posibilidad de existir y crea un  balance imprescindible para la seguridad de nuestro planeta. A qué conduce la hegemonía de un único centro, lo sabemos muy bien. Es suficiente con recordar la situación trágica de Kosovo, en Yugoslavia; y también en otras partes del mundo, sobre las que en este momento no quisiera hablar porque las conocemos sólo a través de los medios televisivos”. Es decir, nosotros vemos una indicación unívoca respecto a la dominación del mundo por parte de los EE.UU., sobre la que otros líderes de Rusia callan.

No es menos indicativo el hecho de que en la comunidad de expertos de Rusia el tema de la multipolaridad se ignora concientemente. La estrategia de la seguridad nacional, confirmada tanto por el ex-presidente Medvédev como por varios documentos aceptados en los últimos años, no ha sido discutida con amplitud. El Ministerio del exterior ruso no da ningún paso hacia la concreción del concepto de multipolaridad y hacia la elaboración de un programa práctico. Se debe, probablemente, a que hacerlo significaría un desafío directo a los EE.UU.

Sin embargo, una de las concepciones del mundo multipolar, que fuera propuesta por el Movimiento Eurasiático Internacional, llama a resolver la actual situación global  de la manera siguiente. Se deben distribuir las zonas de responsabilidad sobre la humanidad entre varias instancias, cuyo número será mayor que dos, pero mucho menor que la cantidad de estados-naciones soberanos que existen nominalmente en la actualidad. La cantidad aproximada de polos, en el mundo multipolar, debe corresponder al número de civilizaciones. Siendo candidatos incondicionales al estatus de polo China, Rusia e India, se incorpora a los anteriores el proyecto integracionista de países latinoamericanos, la posible unión futura de los países islámicos y, en un futuro más lejano, los “Estados Unidos de África”.  Si esta iniciativa fuera exitosa, podrían aspirar a un polo independiente también Europa y Japón, los cuales en la actualidad están integrados en el centro occidental. Cada uno de los polos del mundo multipolar organiza su zona de influencia prioritaria, incluyendo el modelo político, cosmovisivo, social, cultural, idiomático y económico.  Las fronteras entre ellos no pasarán por las líneas fronterizas de los estados actuales, sino que se guiarán por símbolos menos formales (idioma, etnos, cultura, modelo económico, religión, etc.). A los EE.UU. y a los países del centro del mundo unipolar se les propondrá conformarse con el papel de polo resolutivo dentro de los límites de su propia civilización, pero sin hegemonía global. Queda claro que, en semejante situación, estaremos hablando de la reducción de la influencia global de Occidente y de una entrada en conflicto directo con la estrategia de construcción del mundo unipolar.

Para llevar a cabo la multipolaridad estratégica es imprescindible unir los esfuerzos de todos los países de la zona intermedia, en primer lugar de los del BRICS, del SCO y de otras uniones regionales integradas. Esta unión debe promover activamente estudios conjuntos, coordinar la dirección de las fuerzas armadas en caso de acciones militares, verificar la coordinación, cooperar unos con otros en el desarrollo del potencial tecnológico-militar.

Los polos del mundo unipolar también deberán asegurar la defensa contra los fenómenos de “caotización” en sus propios territorios. Es necesario, en particular, oponerse a los ánimos separatistas y etnocéntricos, nivelar los aspectos negativos de la “democratización” correspondiente al modelo predeterminado. El surgimiento y la conducta de nuevos actores no gubernamentales deben ser controlados por los polos: unos deben ser apoyados, otros deben ser sofocados.
En los procesos mencionados no deja de ser importante el papel de las organizaciones supra-gubernamentales. Si los EE.UU. han convertido el BM, el FMI y la OMC en instrumentos políticos propios, se corre el mismo riesgo con la ONU. Por otro lado, si en la ONU se lanza abiertamente un ataque contra el mundo unipolar, los EE.UU. comenzarán a criticarla por su incapacidad e inconsistencia, culpándola de ineficiencia en el uso de los recursos. Es ilustrativo en este sentido el nombramiento como representante de los EE.UU. en la ONU del senador republicano John Bolton, quien previamente propusiera la disolución de ese organismo.  Por esto los partidarios de la multipolaridad deben usar la ONU como fachada para la elaboración de instituciones efectivas de multipolaridad, y Rusia, que ha aumentado la financiación desde 2007, debe defender más activamente tales tendencias.

En cuanto a los países del BRICS, si examinamos este bloque desde las posiciones del mundo unipolar nos los imaginamos estrictamente por separado y, debido a tal enfoque, las elites de esos países deberán integrarse con el centro mundial, sus masas sociales deberán globalizarse y perder su identidad cultural y civilizatoria. Pero si vemos el BRICS como un recurso potencial para la construcción del mundo multipolar, la situación es totalmente diferente. La cuestión reside no sólo en la economía y los recursos naturales, los cuales en conjunto superan el potencial de Occidente. Todos los países tienen su propia identidad nacional y su modo propio de desarrollo; si pudieran construir una estrategia común y presentar un enfoque consolidado ante los desafíos de la actualidad, como resultado se obtendría una poderosa institución para el mundo multipolar, dotada con recursos y posibilidades colosales. Ya en formato de bloque estratégico el BRICS podrá dictar sus condiciones a los EE.UU. de manera tajante, dado que tres de sus países poseen armas nucleares y ni  Washington ni la OTAN podrán arreglárselas con todos al mismo tiempo. Sin embargo, por el momento esto no es un hecho sino una tarea.

Leonid Savin – Moscú – Rusia – Experto del STRATEGIC-CULTURE.ORG Editor en EVRAZIA.RU – Editor Jefe en GEOPOLITICA.RU

Fuente: Equilibrium Global



Imran Hosein sobre las protestas en Turquía

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El místico Imran Hosein, experto en escatología islámica 

Sheikh Imran N. Hosein sobre las protestas turcas

Entrevista de Natella Speranskaya  para GRANews – Traducida del inglés por Felix W.

http://www.granews.info/content/sheikh-imran-nhosein-about-turkish-protests

Preguntas:

1. La revolución nacional ha comenzado en Turquía. ¿Cuáles son las fuerzas tras ella? ¿Quién está luchando contra quién?

2. ¿Cómo es la revolución turca en relación a la oposición geopolítica del eurasianismo (Rusia, Irán, Siria) y al atlantismo (OTAN, EE.UU., UE)?

3. Su pronóstico de la evolución de los acontecimientos en Turquía y cómo afectará a la situación en Siria

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No reconozco las actuales protestas populares turcas como un levantamiento por el momento, y aún menos como una revolución nacional.

El descontento que hay en Turquía con el estilo de liderazgo de Erdogan, y con el intento de su gobierno de revestirse de una especie de legitimidad islámica a través de la introducción progresiva de un Islam ‘cosmético’, no es hacer una revolución.

Mi punto de vista, que tal vez puede ser prematuro, es que las mismas fuerzas siniestras sionistas que ayudaron eficazmente a la propagación de las protestas árabes, hasta que se convirtieron en la “primavera árabe”, y que han  extendido con éxito las revoluciones de color en varias partes del mundo, parecen estar aprovechando una excelente oportunidad para desviar la atención del mundo de su apabullante derrota en la ciudad siria de Qusair, de gran importancia estratégica, y han logrado que las protestas turcas aumenten dramáticamente en importancia mediática para convertirse en el centro de atención.

Si el presidente egipcio Mursi pudo sobrevivir hasta ahora protestas populares mucho más grandes y más violentas en Egipto, no veo ninguna razón por la que el primer ministro turco Erdogan no pueda sobrevivir a las actuales protestas internas en su país, ni me parece que sea la intención de las siniestras fuerzas externas tratar de derrocar a Erdogan. Han invertido demasiado en Turquía, por un período demasiado largo de tiempo, como para arriesgarse ahora a un cambio en el status quo.

Por el contrario, si mi análisis es correcto, es probable que (las fuerzas externas) traten de mantener las protestas contra Erdogan como forma de presión, para obligarle a “tomar medidas”. Su razonamiento es, tal vez, hacer que no le quede otra opción que la de actuar de acuerdo con el guión que habían preparado para él, y que consiste en lanzar una invasión turca (bendecida por la OTAN) contra Siria. Ahora que han perdido el control en Qusair, es aún más urgente que Turquía actúe de acuerdo con el plan.

Y me temo que si las protestas turcas no muestran señales de disminuir, es probable que ello provoque al asediado gobierno turco a buscar una vía de escape en forma de una invasión turca de Siria.

Es imposible, por razones obvias, que si Turquía invade Siria, tal acto no provoque una respuesta de Irán y Rusia. Y así Israel obtendría lo que ha deseado durante mucho tiempo, es decir, una gran guerra o guerras que, espera, provocará la destrucción mutua de los dos bloques militares en el mundo – La OTAN y sus aliados por un lado; y Rusia y sus aliados por el otro. El resto del mundo que luego quedase, sería sometido a la Pax Judaica o dominio total  israelí / judío. La escatología cristiana ha descrito esa gran guerra como Armageddon, mientras que en la escatología islámica se la conoce como el Malhama.

Hay, por supuesto, mucho más sobre este tema en la escatología islámica, pero no está dentro del alcance de esta respuesta extenderse demasiado.

Me temo que una explicación adecuada para esta siniestra capacidad sionista de convertir con éxito una protesta local en una conflagración nacional es una tarea que va más allá del ámbito y alcance de la erudición secular. Yo percibo una mente-maestra trascendental dirigiendo el trabajo en la matriz socio-política. Mi escatología me permite reconocer que tal actor es Dajjal, el falso Mesías.

Es muy importante que tomemos nota del hecho de que, mientras las siniestras fuerzas subversivas intentaron explotar las protestas – electorales entre otras – en Rusia con el fin de bloquear a Putin, éstos intentos han fracasado en lograr su objetivo. De hecho Putin y Rusia han crecido cada vez más fuertes, y han mostrado enormemente su voluntad de resistir a los intentos (judeoamericanos, N.d.T.) de dominación política, económica y militar mundial. Esto indica que Rusia puede desempeñar un papel escatológico que incluso el Dajjal no logre subvertir.


Carnicería en Benghazi: Así es la democracia en Libia

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Carnicería en Benghazi

Enfrentamientos armados entre habitantes de Benghazi y miembros de la milicia que se identifica como «Escudo de Libia» se reportaron el sábado 8 de junio de 2013, luego de que una familia tratara de hacer valer su título de propiedad sobre el terreno que ocupa el cuartel de la mencionada milicia.

Según diversas fuentes, el saldo de los enfrentamientos parece ser de al menos 58 muertos.

«Escudo de Libia» es la milicia de Wisam Bin Ahmid, conocida anteriormente bajo el nombre de «Mártires de la Libia Libre». Fue bajo esa denominación que participó en la toma y posterior control de Trípoli, como resultado de la intensa campaña de bombardeos aéreos desatada por la OTAN. Se compone esencialmente de combatientes provenientes de Misurata, descendientes de judíos turcos que llegaron a Libia en el siglo XVIII, favorables a la OTAN.

La población de Benghazi se sublevó en febrero de 2011, cuando varios francotiradores dispararon contra manifestantes. Los habitantes de esa ciudad libia reclamaban la independencia de la región de Cirenaica y fueron manipulados para lograr el derrocamiento de Muammar el-Kadhafi. Pero hoy no se identifican con la «nueva Libia».

Los Grupos Armados Aterrorizan a la Población Libiahttp://www.almanar.com.lb/spanish/adetails.php?eid=34860&cid=27&fromval=1&frid=27&seccatid=93&s1=1

La tensión prevalece hoy en la ciudad nororiental libia de Bengasi donde cruentos choques entre manifestantes y grupos armados horas atrás dejaron 27 muertos y cerca de un centenar de heridos.Ambas partes esperan una intervención de los jefes tribales para desactivar los enfrentamientos, que siguen a varios incidentes armados y atentados con bomba en la ciudad y en la capital, Trípoli.

Los choques fueron resultado de protestas populares contra el reinado de los grupos armados, en particular la Brigada Escudo Libio, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Defensa, según testigos.

Una protesta de la población frente al cuartel general de la milicia en demanda de que fuera desarmada, degeneró en enfrentamientos cuando los manifestantes apedrearon el edificio y los milicianos dispararon contra la multitud, según testimonios.

Los grupos armados, algunos de las cuales cuentan en sus filas con extranjeros, sirvieron de sombrilla a la agresión armada de la OTAN que derrocó al gobierno liderado por Muammar el Gadafi.

Días atrás miembros de estos grupos asediaron los ministerios de Justicia y de Relaciones Exteriores y obligaron al Congreso General Nacional (CGN) a adoptar una llamada Ley del Aislamiento la cual prescribe la prohibición de desempeñar cargos públicos a personas que hayan trabajado para el anterior gobierno libio en cualquier época.

La legislación obligó a renunciar al ministro del Interior y para el martes próximo está anunciada la dimisión del presidente del CGN, Mohamed Megarief, mandatario de facto del país.

El nuevo gobierno libio ha sido incapaz de tomar las riendas del país frente al dominio de los grupos armados, que ejercen el poder de facto y aterrorizan a la población.


Demiurgo: el dios vampiro

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Demiurgo: el dios vampiro

http://www.gnosisprimordial.com/?p=1452

Las tierras del Medio Oriente se vieron alguna vez aterrorizadas por cierta deidad de naturaleza temible y crueldad insondable. Una deidad con una sed de sangre insaciable. Se trataba del dios semita Moloc, cuyo culto demandaba el sacrificio humano, preferentemente de niños.

Pero ¿Quién era Moloc? ¿Por qué alguien seguiría a un ser tan terrible? Historiadores griegos y romanos como Plutarco, Teodoro, Diodoro Sículo y Cletarco asociaron a Moloc con Cronos (el Saturno romano o dios del Sabbath), quizás por la costumbre que tenían ambos dioses de comer niños y los romanos mantuvieron dicha identificación. El mito de Moloc aseguraba que debido a una tragedia en el principio de los tiempos el espíritu de Moloch se había transformado a sí mismo en oscuridad al convertirse en materia, para redimirse se le ofrendaban niños que, entre más pequeños fueran mejor, ya que según esta doctrina los bebés eran los seres más cercanos a la materia, mientras que conforme la persona crece va desarrollando habilidades psíquicas y espirituales más elevadas, los bebés son todo ímpetu, todo Id, como los animales y por ende más hílicos o materiales que personas mayores.

Moloc era representado como un demonio con cuernos usualmente en estatuas doradas con la boca abierta y los brazos receptivos. Los niños inmolados eran lanzados dentro de la bocaza del demonio y terminaban en una hoguera incandescente en su estómago. Este culto brutal era muy popular entre los cananeos, fenicios y hebreos. Los fenicios llevaron el culto hasta su colonia en Cartago y se dice que tras la derrota militar frente a los griegos sacrificaron a 300 niños inocentes de las mejores familias de la aristocracia para contentar a Moloc. El rito se le conocía como Rito Molk.

http://cdn.www.carm.org/images/1722_moloch.gif

¿Quién era Moloc? Los romanos lo asociaban con Saturno, una deidad muy oscura del panteón latino que devoró a sus hijos para evitar que estos lo derrocaran en el futuro, pero que fue derrotado por Zeus cuya madre ocultó para que no fuera devorado. Saturno es el dios del sábado, dios del Sabbath. También está asociado con el griego Cronos, dios del tiempo. Nos dice la Biblia:

Sabemos también que Yavéh ordenó a Abraham que realizara un sacrificio humano, la inmolación de su propio hijo Isaac (o Ismael según los mahometanos) algo que no parece sorprender al patriarca, quizás porque era una práctica común en la zona. Aún así Yavéh detiene a Abraham en el último instante y se conforma con el sacrificio de un borrego que, aunque también es un animal inocente, al menos es menos malo que sacrificar un niño. Algo similar nos dice el Génesis cuando Yavéh rechaza la ofrenda que le da Caín, una ofrenda vegetariana de cultivos, mientras recibe satisfecho la sangre del animal sacrificado por Abel. En todo caso está claro que Yavéh exige sacrificios de animales y que se siente complacido cuando matan seres vivos en su nombre. Este ritual o molk debe hacerse en holocausto, es decir, el animal sacrificado debe ser quemado de preferencia vivo, así lo ordena el Antiguo Testamento.

Deuteronomio 12:27 “y ofrecerás tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne.”

Éxodo 22:29-30 “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos. Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

Génesis, 8:20 Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. 8:21 Y percibió Jehová olor grato”.

Aún hoy en día los judíos y los mahometanos practican los sacrificios sangrientos de animales en honor a su dios. La Teosofía y otras escuelas esotéricas consideran que los animales tienen alma (aunque no tiene Espíritu o Mónada como los humanos, al menos no mientras están en ese grado evolutivo), esa esencia espiritual básica hace que su asesinato ritual acompañado del dolor y el sufrimiento del infortunado ser sea suficiente para alimentar al Demiurgo Yavéh-Moloc a quien el humus de la sangre complace como una droga y que se nutre de la energía vital, aunque otras religiones más oscuras (sectas satánicas, vuduistas y cabalísticas) lo alimentan con sangre humana que es, como descubrieron los fenicios y los cartagineses, la que más le satisface.

Los herejes gnósticos del siglo I del cristianismo sentían que era inconcebible que un ser tan cruel fuera el mismo padre de Jesucristo quien había predicado el amor, la fraternidad y la paz. Algunos, como Marción, escribieron sendos tratados donde renegaban de cualquier influencia judía sobre el cristianismo. A este ente le llamaron el Demiurgo, dios imperfecto hijo de la diosa Sofía que era emanada por el Dios de la Luz, el Absoluto Imanifiesto perfecto e Increado que habita en la Pleroma.

El término Demiurgo fue acuñado por Platón en su diálogo Timeas. Para Platón existían dos realidades; el Mundo de las Ideas y el Mundo de las Formas, un universo espiritual (la Pleroma) y un universo material (el reino del Demiurgo) creado e imperfecto en el cual todo es una copia torcida del Mundo de las Ideas. Para Platón el Demiurgo no es el dios supremo sino que crea el universo físico a partir de las formas preexistentes las cuales son eternas (el Pleroma). La filosofía platónica y particularmente el neoplatonismo tendrían una influencia tutelar en el gnosticismo posterior. No es de extrañar entonces que la filósofa neoplatónica Hypatia de Alejandría rechazara contundentemente al cristianismo y que, como castigo, fuera martirizada de una forma horripilante por los acólitos del Demiurgo, grupos de cristianos fanáticos al servicio del enemigo de Hypatia el obispo San Cirilo que la despellejaron viva.

El mito de Saturno también se encuentra asociado a los conceptos gnósticos. Saturno es hijo de Urano, el dios del Cielo, concepto abstracto que puede ser fácilmente homologado a la Pleroma gnóstica y al Dios de Luz. La madre de Saturno es Gea, la diosa primordial o Sofía conocida en otras culturas como Gaia y que la Cábala llama Shekhina.

Podría decirse que toda religión que de alguna manera fomente el sacrificio de sangre de animales o humanos es una religión demiúrgica. El derramamiento de sangre es sabroso para Yavéh-Moloc y esta es la señal clásica de una religión moloquita.

El Demiurgo realiza pactos con diferentes pueblos para que estos lo adoren y se convierten en sus esclavos. El Zendavesta, libro sagrado del zoroastrismo, menciona que este fue el caso de los turanios con el dios del mal Ahrimán. Salvador Freixedo logra demostrar que el dios de los aztecas era el mismo que el dios de los hebreos dados los paralelismos entre las historias religiosas de ambos pueblos. Los aztecas, por mandato de su dios, celebraban sacrificios humanos sangrientos y practicaban la circuncisión.


Manifestación en Roma: “La Siria non si tocca!”– Comunicado del Frente Europeo por Siria

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Comunicado del Frente Europeo por Siria

http://www.tribunadeeuropa.com/?p=16308

TdE/¡Este es el comunicado de respuesta oficial del Frente Europeo por Siria! Una recomendación a todos aquellos que, en estas horas, alimentan alguna duda sobre el normal y pacífico desarrollo de la manifestación, no hagamos de esta dictadura mediática, que querría amordazarnos e impedirnos expresar nuestra solidaridad con las comunidades sirias presentes en Europa, y con el pueblo sirio, víctima de dos años de asedio por parte de los extremistas del nuevo orden mundial.

https://fbcdn-sphotos-g-a.akamaihd.net/hphotos-ak-frc3/970740_305811966217866_1251408949_n.jpg

El Frente Europeo por Siria comunica que el día 15 de junio de 2013, en la Plaza de Ponte Milvio, en Roma, tendrá lugar, en el marco de una jornada de manifestación fija, de apoyo y solidaridad a favor de la República árabe de Siria, de su pueblo, de su soberanía, y de su legítimo presidente Bashar Al-Assad; a fin de dar voz a las comunidades sirias repartidas por nuestro viejo continente, deliberadamente silenciadas por los mass media internacionales.

Desde hace dos años, Siria está en guerra contra las milicias rebeldes, armadas y organizadas, fundamentalmente, por células islámicas fundamentalistas en concurso con otros estados, con el mismo beneplácito de la prensa y las televisiones italianas e internacionales, apoyados por los siempre presentes Estados Unidos de América.

La jornada prevé una conferencia de prensa de las 12 a las 13 horas, una conferencia/debate de las 14:30 a las 16:00 horas e intervenciones de representantes de la comunidad siria en Europa apoyados por una relación directa con Siria, entre las 17 y las 20 horas. Privada de cualquier tipo de oportunismo, color político o intento propagandístico a favor de partidos o movimientos, la manifestación, tiene como único objetivo aquel de sensibilizar a la causa de un Pueblo, ayer libre, intereligioso, intercultural, hoy oprimido y ahogado por una guerra de tiempo indeterminado.

A la manifestación están invitados todos los hombres y mujeres libres que entiendan apoyar a Siria, a fin de desenredar el velo sobre la verdadera esencia y gravedad de aquello que está sucediendo en un País cercano a nosotros por historia y tradiciones.

Invitamos a todos los periodistas libres, a medios y órganos de la prensa y radiotelevisión a participar y a documentar adecuadamente el evento, comprobadas las necesarias acreditaciones.

No prevemos intentos destinados a desnaturalizar el sentido y los objetivos propuestos en la organización de tal jornada.

¡Por una Siria nacional, laica y soberana!

European Solidarity Front for Syria

Traducido del italiano por Ángel Fernández para TdE


Heartland ―el corazón de tierra firme (I de II)

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Heartland ―el corazón de tierra firme (I de II)

EUROPA SOBERANA

http://europasoberana.blogspot.com.es/2013/06/heartland-el-corazon-de-tierra-firme.html

 

Los espacios interiores del Imperio Ruso y Mongolia son tan inmensos, y su potencial en población, trigo, algodón, combustible y metales tan incalculablemente grande, que es inevitable que un vasto mundo económico, más o menos apartado, se desarrolle allí, inaccesible al comercio oceánico.

(Halford J. Mackinder).

 

ÍNDICE

 

PRIMERA PARTE

- INTRODUCCIÓN

- LAS CUENCAS ENDORREICAS Y LA IMPORTANCIA DE LOS SISTEMAS FLUVIALES

- ¿QUÉ ES EL HEARTLAND?

- BREVE HISTORIA DEL HEARTLAND

· Prehistoria

· Antigüedad

· Edad Media: Pax Mongolica

· Antiguo Régimen: cosacos y zares

· Los socialismos telúricos

· La Guerra Fría

· La globalización

 

 

Si en Occidente hemos heredado leyendas sobre Atlántida —un rico estado comercial marítimo que, por sus pecados, fue castigado por los dioses a perecer bajo el mar—, en Oriente también abundan menciones sobre tierras perdidas. En las enormes regiones budistas de Asia Central existen infinidad de mitos sobre ciudades subterráneas y valles ocultos, como Shambhala, a donde se habrían replegado los antiguos poderes tradicionales y espirituales del mundo, esperando manifestarse en la guerra final entre los espíritus del bien y los espíritus del mal. Los mongoles identifican Shambhala con diversos valles del sur de Siberia, mientras que en el folklore altaico, la puerta de la ciudad secreta está escondida en el monte Beluja, de la cordillera del Altai, donde según la leyenda fue enterrado Genghis Khan. El Kalachakra, un escrito tántrico del budismo tibetano con fuertes influencias hinduistas, afirma que cuando el mundo degenere en una vorágine de guerra y codicia, de Shambhala emergerá Kalki (“caballo blanco”, o “destructor de la inmundicia”), una especie de mesías que formará un ejército y luchará contra las fuerzas demoniacas, matando por millones a los “bárbaros” y a los “ladrones que han usurpado el poder real”. Reuniendo a todos los brahmanes del mundo, fundaría una nueva raza para poblar la edad dorada que vendrá. En su pasado chamánico, los pueblos túrquico-mongoles hablaban de Ergekenon, un aislado valle supuestamente situado en el Altai, donde sus antepasados estuvieron aprisionados durante cuatro siglos hasta que un herrero consiguió derretir la barrera que los encerraba. El mito de Ergenekon luego sería usado estratégicamente por el nacionalismo turco en su promoción del pan-turanianismo.

 

Desde China, la tradición contaba que Lao Tsé (“anciano sabio”, el fundador del taoísmo) se marchó hastiado del país montado en un búfalo blanco hacia el Oeste, es decir, hacia Asia Central, quizás hacia los montes Kunlun Shan, donde se encuentran las fuentes del Río Amarillo, un lugar considerado santo por los monjes y ermitaños, donde el aire era puro y energizante, donde crecían hierbas curativas y avanzaban enormes glaciares, y en cuyos ríos vivían peces de larga vida. El taoísmo explicaba que allí, en la “montaña del centro del mundo”, unos hombres “regios” encontraron la bebida de la inmortalidad en tiempos muy remotos. Mitológicamente hablando, la cordillera conectaba la Tierra con el Cielo y en algún lugar de su seno se erguía un palacio de jade donde moraba Xiwangmu, la “reina madre de Occidente”. Como una versión oriental del mito griego del jardín de las Hespérides, crecía allí un enorme árbol que brindaba melocotones de la inmortalidad cada tres mil años.

 

La cordillera de Kunlun Shan.

 

En Occidente también se contemplaba el interior de Eurasia a través de un prisma de leyendas. En “Historias”, Heródoto habla de un lugar “al noreste”, más allá de los escitas, donde existen vastas cantidades de oro guardado por grifos. Buran (un fuerte viento invernal del Norte, equivalente al Boreas griego), soplaba allí con fuerza desde una caverna montañosa en la llamada Puerta de Zungaria, que separa Uiguristán (también llamado Turkestán chino o Xingjiang) del resto de Asia Central. Más allá de este dominio se encontraba el “país de los hiperbóreos”, cuyo territorio llegaba al mar (probablemente el Océano Ártico). En los mitos bizantinos, Alejandro Magno no halló otra solución para las hordas de “Gog y Magog” (bárbaros del interior continental, asimilados a veces a los escitas y destinados a caer sobre el resto del mundo en el futuro) que contenerlas con un muro de hierro o adamantio. Seguramente se trate de las Puertas Caspias, situadas en el sur de Rusia, donde siglos después un ejército de eslavos y vikingos aniquilará el reino jázaro (khazar) fundando el primer Estado ruso. El contenido metafórico de la construcción de las Puertas Caspias quedó servido —especialmente teniendo en cuenta que, en el folklore centroasiático, una “puerta de hierro en un lago” o un “agujero en una montaña” son considerados el origen de los vientos. Tras las malhadadas campañas de los macedonios en el norte de India, una historia helenística llegada a Occidente hizo circular la idea de que en lo más profundo de Asia Central había un valle alfombrado con diamantes y patrullado por aves de presa y serpientes “de mirada mortífera”. En tiempos del comercio de la seda, Roma sabía de la existencia de los seres, un pueblo alto, longevo y sano (posiblemente los tocarios) situado en Serica, la “tierra de la seda”, que se correspondería con Uiguristán. Estos mitos y rumores encarnaban de alguna manera la voluntad de Europa de no perder su conexión con Oriente.

 

En tiempos medievales, tanto en Roma como en Bizancio y los estados cruzados se hablaba del reino de Preste Juan, un monarca que mantenía el orden en las tierras de Gog y Magog gobernando sobre un país cristiano aislado entre dominios musulmanes y “paganos” (léase budistas, hinduistas y/o religiones ancestrales chamánicas y animistas). Las tradiciones gnósticas consideraban que los reyes magos procedían de este país, donde se encontraría, junto con otras reliquias santas de la Cristiandad, el Santo Grial, obtenido por Parzival en Monsalvat y llevado al Gran Oriente en unas naves con velas blancas y cruces rojas… “Juan” era probablemente una corrupción de “jan” o khan: el título de los reyes tártaros. El personaje en cuestión seguramente era un khan-obispo nestoriano de origen mongol deseoso de estrechar lazos con Occidente, pero la situación pronto se envolvió de símbolos y arquetipos en el imaginario colectivo europeo. Marco Polo, que no podía faltar en este escrito, ubicaría Gog y Magog al norte de Catay (China), es decir, en Mongolia o Siberia. En la misma China, las autoridades imperiales hicieron algo parecido a Alejandro Magno, dando al Heartland por imposible y conformándose con levantar la Gran Muralla para proteger el reino de las incursiones bárbaras del Norte.

 

Todavía en pleno Siglo XIX, los colonos rusos en Siberia, hombres y mujeres de una calidad humana sobresaliente en todos los sentidos, tenían la idea de Belovodye, mítico lugar de “aguas blancas” situado en Siberia oriental, que jugaba el papel de Tierra Prometida en su imaginario religioso y que probablemente influyó de forma importante en el flujo de poblaciones étnicamente europeas hacia el Este, estableciendo colonias cada vez más cercanas al Mar de Japón y a las fronteras con China y Mongolia. Asia Central se iría haciendo popular en Occidente gracias al “Miguel Strogoff” de Julio Verne, a la incipiente ciencia geopolítica, al “Bestias, hombres y dioses” de Ferdinand Ossendowsky y al auge de corrientes ocultistas que idealizaban Asia Central como un santuario de tradición y sabiduría. En los años 20, el pintor, arqueólogo y esoterista ruso Nikolai Roerich también puso su grano de arena describiendo una extraordinaria expedición por toda Asia Central, incluyendo sus visitas de más de 50 monasterios y sus encuentros con lamas budistas.

 

Mongolia.

 

Como se ve, las zonas más recónditas de Asia Central eran vistas como fuente de misterio, fantasía e incertidumbre por parte de las sociedades que recogían su influencia. También eran consideradas como un avispero de hombres y animales, al que se le podían poner diques pero que no debía ser agitado. Todos los mitos que hemos visto coinciden en presentar el corazón de Eurasia como un lugar, como mínimo, interesante y digno de ser visitado por los valientes y los nobles. El presente artículo tratará sobre este vasto espacio habitado por interrogantes y posibilidades infinitas aun por desvelar, un nuevo mundo en potencia, una enorme fortaleza cerrada, inaccesible, inexpugnable, celosamente tradicional, replegada sobre sí misma en innumerables valles, montañas, llanuras, bosques, estepas y desiertos, que no pudo ser conquistada por Alejandro Magno, ni por Roma, ni por Bizancio, ni por los emperadores chinos, ni por la Mancomunidad Polaco-Lituana, ni por los jesuitas portugueses, ni por Napoleón, ni por el Imperio Británico, ni por Hitler, ni por Japón, ni por los oligarcas mafiosos del espacio ex-sovético, ni por las multinacionales y bancos de la globalización capitalista-neoliberal ―a largo plazo ni siquiera por los khanes asiáticos o el terrible bolchevismo soviético―, sino sólo por dos extraordinarios pueblos: los vikingos y los cosacos, que, como Alejandro Magno antes que ellos, llevaron la cultura griega (caracteres cirílicos, herencia bizantina) al corazón de Asia.

 

Desde el amanecer de la Historia, quien posee el Heartland se mueve en él como pez en el agua, ya que es un océano de tierra, pero quien no lo posee se estrellará contra sus muros una y otra vez, y sólo podrá contentarse con asediarlo…

 

 

 

LAS CUENCAS ENDORREICAS Y LA IMPORTANCIA DE LOS SISTEMAS FLUVIALES

 

La palabra “endorreico” procede del griego ἔνδον (éndon: “interno”) y ῥεῖν (rheîn: “fluir”). El segundo vocablo comparte raíz con el Rhin y también con Rea, una diosa primordial ctónica de la mitología griega. Una cuenca fluvial endorreica es, por tanto, una cuenca de flujo interno o, si se prefiere, de circuito cerrado, donde las aguas no se derraman hacia los mares, sino que permanecen encerradas hasta que van a dar a “ombligos” centrales terminales, especialmente lagos (a menudo salados, como el Caspio, el Mar Muerto o Great Salt Lake), sistemas cavernarios, corrientes subterráneas, acuíferos, oasis, pantanos y arenas movedizas. A diferencia del resto de cuencas fluviales, que están abiertas hacia un océano y por tanto son imperfectas, las endorreicas son cuencas perfectas que retienen el agua, calderos cerrados donde las corrientes acuáticas que corren por la superficie no pueden ni entrar ni salir.

 

Si el mundo dentro de las cuencas marítimas convencionales representa el derroche, el cambio y la explosión de lo perecedero (“nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”, escribía Jorge Manrique en el Siglo XV), dentro de las cuencas continentales endorreicas representa la conservación, la fermentación, el cultivo y la implosión de lo perenne. De hecho, la misma civilización, cuya esencia es el devenir y la dilapidación, nació en cuencas marítimas: la del Mediterráneo y la del Golfo Pérsico —aunque interesantemente, Jericó, la primera ciudad del registro arqueológico con murallas, torres y fortificaciones, surgió en una pequeña cuenca endorreica: la del Mar Muerto.

 

Las cuencas endorreicas suelen corresponderse con climatologías secas, ya que en áreas de frecuentes precipitaciones, estas cuencas rebosan por la salida más baja de las mismas, conectándose con una cuenca convencional, o bien erosionando la barrera de menor resistencia hasta encontrar una salida hidrológica (como pasó con el Mar Negro, antiguamente un lago, tras la última edad de hielo). En climatologías secas, el agua se evapora o es absorbida por el subsuelo antes de que esto pueda pasar. Por este motivo, la húmeda Europa apenas posee cuencas endorreicas (aunque la del Caspio representa el 19% del territorio europeo), tratándose generalmente de excepciones diminutas como la del lago salado de Akrotiri, en Chipre, donde Reino Unido mantiene un enclave estratégico de tipo Gibraltar.

 

Click para agrandar. Cuencas endorreicas del planeta.

 

En geoestrategia, las cuencas de los ríos no son un criterio aleatorio ni caprichoso, ya que muestran mejor que ningún otro la fuerza de la gravedad, es decir, la influencia de la Tierra a la hora de conducir poderes. El motivo por el que en este artículo prestaremos tanta atención a las cuencas fluviales es porque la Naturaleza y la voluntad de la Tierra siempre se acaban imponiendo —y las cuencas son una expresión de dichas fuerzas, ya que sus aguas descienden obedeciendo la atracción gravitatoria de la ruta más sencilla y lógica.

 

En la escritura china, “orden político” se expresa con los ideogramas “río” y “dique”. El río representa las fuerzas “caóticas” de la Naturaleza, que pretenden ser controladas y contenidas por la civilización humana, por el “orden”. Como se repite en la geopolítica moderna muchos milenios más tarde, los ríos son sistemas políticos: no en vano las cuencas fluviales canalizan mercancías, influencias, tecnología, ejércitos, religiones, ideologías, animales, economías y estrategias, además de proporcionar tierras fértiles y húmedas en las que sembrar cereales. Fue a orillas del río Jordán que nacieron las primeras sociedades proto-civilizadas, el Tigris y especialmente el Éufrates constituyeron el eje de las civilizaciones mesopotámicas y el Nilo fue y es la columna vertebral de Egipto, como el Río Amarillo lo fue en el nacimiento de China. Frente al río, la construcción de una presa no es sino un intento de crear una cuenca endorreica artificial.

 

Las cuencas fluviales también son vías naturales de infiltración desde el mar: el Neolítico penetró en Europa por el Danubio, como milenios después lo harán los otomanos —la Primera Cruzada tomará la misma ruta en sentido inverso. Los romanos entraron en Hispania a través del Ebro y los moros del Guadalquivir, y a partir de los afluentes de dichos ríos, ramificaron su estrategia de conquista y dominio. El simple hecho de remontar ríos (Misisipi, Missouri, Ohio y San Lorenzo) les dio a los franceses control sobre una superficie de Norteamérica muy superior a la controlada por los ingleses, mientras que los belgas pudieron dominar lo que hoy es Congo-Kinshasa gracias al río Congo y sus afluentes. Hasta los vikingos tuvieron que agradecer su dominio de las Rusias o su llegada al Imperio Bizantino y al Califato de Bagdad a los grandes ríos del Este, fácilmente navegables. Gracias a los ríos de Europa Occidental, los vikingos pudieron llegar a ciudades tan importantes como París, Sevilla y Pamplona. El Río Perla fue la vía de entrada de la influencia británica en China, el Yangtze de la japonesa. Más al sur, el Mekong fue crucial para la incorporación de Indochina al Imperio Francés. Tampoco es necesario recordar hasta qué punto la fértil cuenca del Duero vertebró Castilla en tiempos de la Reconquista, el papel central del Ebro en la Guerra Civil española o la importancia que tienen el Amazonas y el Río de la Plata para varios Estados de Sudamérica. Shanghai, Hong Kong, Macao, Alejandría, Rotterdam, Londres, Nueva Orleans, Nueva York, Buenos Aires, Dhaka, Calcuta y Ho Chi Minh tienen en común que deben su importancia a dominar lugares donde una gran cuenca se encuentra con el mar. Tampoco puede entenderse el desarrollo y la historia de ciudades interiores como Moscú, Kiev, Volgogrado, Frankfurt, París, Milán, Budapest, Belgrado, Montreal, Asunción o Chongqing —o en España Valladolid, Zaragoza, Toledo, Madrid, Sevilla y Córdoba— sino como parte de los ríos que presiden: otro motivo más para no subestimar la importancia de los sistemas fluviales.

 

Por todo ello, en los Estados dignos de tal nombre, lo que pasa en sus cuencas fluviales, especialmente cuando son compartidas con otros países (caso de Egipto-Sudán-Sudán del Sur-Uganda-Etiopía, de Bangladesh-India, de Birmania-China, de Vietnam-Camboya-Laos-Tailandia-China o de Brasil-Paraguay-Argentina-Uruguay), es un asunto de seguridad nacional. Por poner dos ejemplos, a Serbia le quitaron sus salidas mediterráneas tras sus conflictos con la OTAN, pero no le pudieron quitar el Danubio (río navegable y por tanto una conexión fluvial que rompió el aislamiento al que la OTAN quería someter a Belgrado), y si a Etiopía y/o a Uganda les da por hacer algo “raro” en las fuentes del Nilo, estrangularían de forma tremendamente efectiva a una nación de 80 millones de almas. Como ya vimos en el artículo sobre la guerra de Libia, la lucha por los acuíferos y fuentes de agua también es una realidad geopolítica irresistible y lo será en cada vez mayor medida, según una humanidad enloquecida por el crecimiento económico y tecnoindustrial va contaminando y dilapidando las reservas de agua fresca del planeta.

 

Entre cuencas siempre hay fronteras naturales como cadenas montañosas, o al menos una clara divisoria de aguas, por lo que las cuencas fluviales delimitan dominios geográficos naturales. Así, en la época del Imperio Español, la Corona de Castilla se correspondía esencialmente con la cuenca atlántica de la Península Ibérica, mientras que la Corona de Aragón lo hacía con la mediterránea —ambas entidades tenían por tanto una coherencia geográfica que tendía a dotarlas de coherencia política. También el Imperio Austro-Húngaro coincidía sospechosamente con la cuenca del Danubio y las Trece Colonias inglesas en Norteamérica con la cuenca atlántica del continente. En aquellos casos en los que los ríos no tienen este papel central, tienen un papel periférico como frontera entre Estados (casos del Río Grande, el Congo, el Orange o el Amur), por lo que su importancia sigue incuestionable.

 

Cuando uno se sitúa en una cuenca marítima convencional, siguiendo la fuerza de la gravedad y de la “ruta más fácil”, la tierra le conduce invariablemente al mar, por eso sucede tan a menudo en la Historia que cuando un país incrementa su poder político y económico, produciendo un excedente de poder material, se acaba echando a la mar. Pero hay otras cuencas donde la tierra te conduce… a la tierra. La particularidad de las cuencas endorreicas es que si estás fuera de la cuenca, la tierra jamás te conducirá naturalmente a ella, y si estás dentro, la tierra jamás te conducirá naturalmente fuera; en este simple hecho hay una trascendencia casi metafísica: el Heartland es a todos efectos una burbuja, una anomalía, una contradicción en el sistema geográfico general, que se rige por leyes totalmente distintas y hasta opuestas a las del resto de superficies terrestres del planeta.

 

Finalmente, en las cuencas endorreicas, los diques del agua —recordemos, la clave del “orden político”— ya vienen puestos de serie por la Naturaleza…

 

 

 

¿QUÉ ES EL HEARTLAND?

 

El Heartland es la mayor fortaleza natural de la Tierra.

(Mackinder).

 

Heartland procede del inglés heart (corazón) y land (tierra), siendo quizás “tierra nuclear” o “región cardial” las traducciones castellanas más aproximadas. El Heartland es la suma de una serie de cuencas fluviales contiguas cuyas aguas van a dar a cuerpos acuáticos inaccesibles para la navegación oceánica. Se trata de las cuencas endorreicas de Eurasia Central más la parte de la cuenca del Océano Ártico congelada en la Ruta del Norte con una capa de hielo de entre 1,2 y 2 metros, y por tanto impracticable buena parte del año ―salvo para rompehielos de propulsión atómica (que sólo la Federación Rusa posee) y similares embarcaciones. El concepto de Heartland fue definido por primera vez por el geógrafo inglés Halford John Mackinder (1861-1947), uno de los padres fundadores de la Geopolítica moderna, en su obra “The Geographical Pivot of History” (1904), donde dibujó la primera representación gráfica de lo que, en un principio, denominó Pivot Area o “Área Pivote”:

 

 

Dice Mackinder en su más completa “Democratic ideals and reality” (1919):

 

El margen norte de Asia es una costa inaccesible, obstruida con hielo excepto una estrecha vía marítima que se abre aquí y allá a lo largo de la costa durante el breve verano, debido al derretimiento del hielo local formado durante el invierno entre los témpanos y la tierra. Ocurre que tres de los mayores ríos del mundo, el Lena, el Yenisei y el Obi, fluyen septentrionalmente a través de Siberia hacia esta costa, y por tanto están divorciados a efectos prácticos del sistema general de navegaciones oceánicas y fluviales. Al sur de Siberia hay otras regiones al menos igual de extensas, drenadas hacia lagos salados sin salida oceánica; tales son las cuencas de los ríos Volga y Ural que fluyen hacia el Caspio, y del Oxo [1] y Jaxartes [2] hacia el Mar de Aral. Los geógrafos normalmente describen estas cuencas internas como “continentales”. Tomadas a la vez, las regiones de flujo ártico y continental ocupan casi la mitad de Asia y un cuarto de Europa, y forman un gran parche continuo en el norte y centro del continente. Todo este parche, que se extiende desde la gélida y llana orilla de Siberia hasta las tórridas y escarpadas costas de Baluchistán y Persia, ha sido inaccesible para la navegación oceánica. Su apertura mediante ferrocarriles —pues de antemano carecía de carreteras— y rutas aéreas en el futuro cercano, constituye una revolución en las relaciones de los hombres con las mayores realidades geográficas del mundo. Llamemos a esta gran región el Heartland del Continente.

 

Ciñéndonos a la definición mackinderiana del Heartland, su extensión exacta sería ésta:

 

 

Mackinder describe el interior de este Heartland en tales términos:

 

El norte, centro y oeste del Heartland es una llanura que se alza a lo sumo sólo unos pocos cientos de pies sobre el nivel del mar. En esta mayor tierra baja del mundo están incluidas Siberia occidental, el Turkestán y la cuenca europea del Volga, pues los montes Urales, aunque se trata de una cordillera larga, no son de altura importante, y terminan unas trescientas millas al norte del Caspio, dejando un amplio corredor desde Siberia hasta Europa. Hablemos de esta llanura como la Gran Tierra Baja [3].

 

Al sur, la Gran Tierra Baja termina a lo largo de una meseta cuya elevación promedio es de media milla, con crestas montañosas que ascienden hasta milla y media. Esta meseta sostiene sobre su amplia espalda los tres países de Persia, Afganistán y Baluchistán; por conveniencia podemos describirla entera como Tierra Alta Iraní [4]. El Heartland, en su sentido de drenaje ártico y continental, incluye la mayor parte de la Gran Tierra Baja y la mayor parte de la Tierra Alta Iraní; se extiende por tanto hasta el largo y curvo borde de las Montañas Persas, más allá de las cuales está la depresión ocupada por el valle del Éufrates y el Golfo Pérsico.

 

La estepa eurasiática es la parte más transitable y abierta de lo que Mackinder llamaba Great Lowland o “Gran Tierra Baja”. Puede ser consideada como la columna vertebral de Eurasia y la cuna del pastoralismo, del espíritu de la caballería y del poder terrestre. Ucrania, Kazajistán y Mongolia son los países clave para su dominio, de hecho el control de la estepa es un imperativo estratégico para la Federación Rusa ―del mismo modo, el atlantismo procura que la estepa no esté jamás bajo el control de una sola superpotencia. La puerta de Dzungaria, marcada en el mapa, es un paso montañoso que separa Uiguristán del resto de Asia Central. Dominar un estrecho montañoso como éste es tan importante para una telurocracia como el control de un estrecho marítimo lo es para una talasocracia. Entre la gran estepa occidental (desde Hungría hasta Kazajistán) y la gran estepa oriental (Mongolia y Manchuria principalmente) existe una única barrera importante: el macizo del Altai. Budapest, Bucarest, Odessa, Kiev, Volgogrado (Stalingrado), Astana, Omsk o Ulan Bator son ciudades clave en la vertebración de la estepa eurasiática.

 

La base de la Geopolítica es la contradicción entre el sea power o poder marítimo (“talasocracia” en griego), y el land power o poder terrestre (telurocracia). El sea power tiende a engendrar Estados comerciales y liberales, el land power Estados productivos y autocráticos. Ambos tipos de poder tienen sus ciudadelas naturales y sus esferas de influencia en la geografía terrestre. La ciudadela de la talasocracia es la mitad norte del Atlántico (Midland Ocean u “Océano Mediterráneo”) y su esfera de influencia es la Oceanía descrita en “1984″ por George Orwell, que claramente sabía de geopolítica. La ciudadela de la telurocracia es el Heartland y su esfera de influencia es la Eurasia orwelliana. La Estasia de “1984″ en realidad quedaría, junto con otras regiones del globo, disputada entre ambos poderes arquetípicos, o tendría una mezcla de ambos: el Sudeste Asiático, Corea, el sur de India y la costa china tendrían fuerte influencia oceánica, mientras que Tíbet, Uiguristán, Mongolia interior y exterior, Manchuria y el norte de India serían de influencia continental. Según Orwell, en un mundo donde la Geopolítica se ha impuesto, las zonas disputadas del planeta —en perpetua guerra, cambiando de manos y siendo conquistados y reconquistados una y otra vez por las tres superpotencias—, forman un cuadrángulo con esquinas en Tánger-Hong Kong-Darwin-Brazaville, además de las fronteras entre Estasia y Eurasia. Estos territorios disputados se corresponden vagamente con el mundo musulmán.

Las ciudadelas naturales de la talasocracia y de la telurocracia. Se notará que el camino más corto entre ambas es Escandinavia y el Océano Ártico, cerca de la frontera ruso-noruega. Europa en general tiene la desgracia de ser el campo de batalla natural entre la talasocracia y la telurocracia. En la actualidad, se está constituyendo un nuevo espacio talasocrático en el Asia-Pacífico, que junto con el atlántico desde el Oeste, asedia el Heartland desde el Este.

 

 

En la novela “1984″ de George Orwell, se menciona un ensayo ficticio titulado “Teoría y práctica del colectivismo oligárquico”, que explica cómo la URSS ha conquistado Europa Occidental convirtiéndose en Eurasia (rojo), los Estados Unidos y el Imperio Británico se han unido para formar Oceanía (azul) y Estasia (amarillo) ha emergido tras una década de luchas confusas. Ninguno de los tres superestados puede ser conquistado ni siquiera por los otros dos combinados, ya que su poderío militar está al mismo nivel y sus defensas naturales son demasiado formidables. Dentro del cuadrángulo Tánger-Hong Kong-Darwin-Brazaville, se encuentran las zonas disputadas del planeta. Las fronteras entre Eurasia y Estasia no quedan claras del todo, salvo por una referencia a la inestable frontera en Mongolia.

La globalización tiene su trono en “los mercados” (principalmente bancos y multinacionales) y en el comercio internacional, que se desenvuelve en el mar en un 90%, a pesar de que el ferrocarril y los ductos son medios más baratos, rápidos y eficaces —o lo serían si no fuese por las oportunas inestabilidades en los eslabones más estratégicos de las rutas terrestres. Por ende, un Estado que posea salida marítima tiene un gran vector de proyección de influencia a su disposición y comparte frontera de facto con todos los países con costa en el cuerpo acuático en cuestión. A diferencia de las tierras emergidas, los mares del planeta constituyen un solo cuerpo (teoría de Panthalasa u Océano Mundial), de manera que quien salga al Océano Mundial y lo domine, tenderá a envolver todas las tierras emergidas del mundo e infiltrará su poder en ellas, especialmente a través de los valles y las llanuras de las grandes cuencas fluviales. Pero a pesar de esta gran ventaja, el mar, cambiante, caprichoso y movedizo, sólo sirve para transportar cosas que proceden de la tierra y para asediar la tierra en sí. Si dominar el mar es un simple medio para dominar la tierra, dominar la tierra es un fin en sí mismo, por ende, que una superpotencia marítima necesite asediar la tierra no hace más que confirmar la importancia de la tierra en sí.

 

Halford J. Mackinder (1861-1947).

 

El presente escrito, por tanto, se situará en el punto de vista del antagonista natural del mar. La tierra representa lo firme, estable, fértil, nutriente, productivo, organizado y disciplinado, si el mar se asemeja mucho al “devenir” con sus vaivenes, la tierra se acerca al “ser” con su obstinada permanencia. Si el mar se levanta sólo en momentos tormentosos, la tierra se alza por siempre en las montañas, que podrían definirse como “tierra concentrada”. En el ámbito económico, la estrategia telúrica no está volcada en mover mercancías de un lado a otro, sino en producirlas y hacer que se queden lo más cerca posible del suelo de donde brotaron. La productividad y la fecundidad sustituyen por tanto al comercio y a la especulación para formar un sistema político, económico y social muy distinto al que hoy impera en el planeta. Asimismo, la apertura de espacios de libre navegación, que es la obsesión del atlantismo, se ve sustituida por la tendencia de las grandes masas de tierra a estrangular el tráfico marítimo en delicados cuellos de botella, para romper Panthalasa, convirtiendo los diversos mares en meros lagos interiores bajo férreo control. Y es que, como veremos en otro artículo, tanto el Báltico como el Mar Negro, el Adriático, el Egeo, el Mediterráneo entero, el Mar Rojo, el Golfo Pérsico, el Mar de Andamán, el Mar del Sur de China, de Japón, y hasta el Caribe, el Golfo de México y la Bahía de Hudson, pueden ser extirpados del seno del Oceáno Mundial y convertidos en lagos tan inaccesibles como el Caspio, sólo con accionar cerrojos naturales: estrechos marítimos como Gibraltar u Hormuz, o barreras insulares como Japón o el Arco de Andamán.

 

 

 

BREVE HISTORIA DEL HEARTLAND

 

Prehistoria

 

Durante la última edad de hielo (la glaciación de Würm), se formaron en el Heartland bolsas geográficas rodeadas de glaciares, y es en las condiciones extremas de una de estas bolsas gélidas donde pudo desarrollarse un extraordinario tipo humano, despiadadamente seleccionado por el entorno. En el artículo sobre clasificación racial, vimos que la raza nórdica centroasiática, progenitora de los linajes genéticos R1a y R1b y por tanto antepasada paterna de la mayoría de europeos étnicos modernos del mundo, nació en el Paleolítico en el corazón de Eurasia, proponiéndose las regiones de Zungaria y Altai como posibles Urheimaten de este tipo evolutivo. El mismo Mackinder, que vivió en una época en la que la eugenesia y el estudio de la biodiversidad humana no eran herejías políticamente incorrectas, relacionaba el Heartland con los cráneos braquicéfalos y consideraba que el tipo racial centroeuropeo “alpino” es un apéndice del mundo antropológico de la antigua Asia Central [5], separando cual cuña a las poblaciones dolicocéfalas del sur de Europa (“mediterráneas”) de las dolicocéfalas del norte (“nórdicas”).

 

Tras la desglaciación, el modo de vida cazador-recolector era todavía el dominante en todo el mundo, pero habían surgido dos sistemas de vida nuevos: en Próximo Oriente, el agricultor (evolución de la recolección), y en el Heartland, el ganadero (evolución de la caza). A partir del Neolítico, el Heartland no dejará de vomitar horda sobre horda de pueblos pastoralistas y montañeses sobre los márgenes de Eurasia, llegando estos pueblos a conformar las aristocracias de muchas civilizaciones antiguas de Oriente Medio.

 

A través de la meseta persa y de los espacios montañosos de Oriente Medio, el linaje R1b llegará a Europa, remontando el Danubio y acumulándose en núcleos de reproducción en la región de los Alpes (cultura de Unetice y afines), así como en la franja franco-cantábrica. Los R1a cogieron el más sencillo camino de la estepa para acabar en Europa del Este y la Llanura Germano-Polaca. Es aquí donde nacerá el mundo propiamente “indoeuropeo”, relacionado con la movilidad de grandes tropas conquistadoras, el uso del carro y del caballo, el patriarcado y el sentido de los grandes espacios y horizontes que dará lugar a los imperios, hasta tal punto que milenios después, “caballero” sigue designando al hombre considerado digno de respeto. Es por tanto en las culturas pastoralistas-ganaderas de Yamna (o Yamnaya), de Poltovka y del hacha de combate del Volga, que tenemos que buscar el origen de las tradiciones caballerescas e imperiales de la Historia.

 

Nacimiento y expansión del uso del carro de guerra con dos ruedas radiales, el precursor de las modernas formaciones militares acorazadas. Su aparición se da dentro del Heartland, en el sur de los Urales, actual Kazajistán, lo que según Mackinder era “el mismísimo pivote del Área Pivote”. Aquí floreció la cultura de Sintashta-Petrovka, donde la ganadería, la minería del cobre y la metalurgia del bronce tenían un papel central, junto con el carro de guerra y los asentamientos humanos bien fortificados. Posteriormente aparecerá la cultura de Andronovo (naranja) con sus complejos funerarios donde el guerrero era enterrado en túmulos junto con sus armas, sus caballos y su carro. En Anatolia y Siria, el carro vendrá de la mano de los hititas, en Egipto de los hyksos, en Mesopotamia de los kasitas y en Europa de los celtas.

 

En la Edad del Bronce, toda la estepa está en ebullición. Sobre sus carros y caballos, los mitanios caen sobre Pentalasia, los micénicos invaden Grecia y los hyksos conquistan el Bajo Egipto. El Rigveda narra cómo hace tres milenios y medio los rubios “arya”, liderados por el dios Indra, arrasan las ciudades de la civilización del Indos, dispersando a “la piel negra” y estableciéndose como nueva aristocracia de la región. Tanto en India como en Persia, conquistadas por pueblos indoeuropeos procedentes del Heartland y de estilo pseudo-escita, los dioses más importantes son representados como conductores de carros. En Grecia, la “Ilíada” homérica es todo un canto al estilo de vida de los guerreros indoeuropeos de la Edad de Bronce. Hasta en la lejana e inhóspita Escandinavia, el pelirrojo Thor era concebido conduciendo un carro tirado por machos cabríos. Incluso después de la civilización de vastos espacios en Europa y Oriente Medio, en las estepas del interior continental seguirán subsistiendo pueblos de estirpe irania (“aria”) que, como los escitas, sármatas y alanos, mantendrán un modus vivendi “bárbaro” hasta ser barridos o empujados por nuevas migraciones del interior.

 

Culturas de la era de los metales donde estaba implantada la ganadería del caballo. El uso del caballo estaba muy relacionado con un paisaje de espacios abiertos y horizontes llanos como el de la estepa eurasiática, así como en formas de hacer la guerra basadas en la rapidez. Esta cultura acabará teniendo un éxito social y militar tremendo en todo el planeta.

 

Estas sociedades indoeuropeas esteparias tenían un claro predominio de linajes paternos R1a —asociados a los eslavos, los persas y las castas altas del norte de India— y legaron a la arqueología (soviética primero e internacional después) el fenómeno de los kurganes: túmulos de tierra en cuyo interior se enterraban hombres importantes, y que encontramos desde Europa Occidental hasta Asia Central. Filipo II de Macedonia, el padre de Alejandro Magno, fue enterrado en un túmulo. Este mundo ritual es el origen de las leyendas del rey perdido: soberanos desaparecidos y a menudo pelirrojos (como el rey Arturo, Federico Barbarroja o Genghis Khan) que duermen en el interior de una montaña esperando “el momento de máxima necesidad” para su pueblo.

 

El origen de los mitos sobre reyes que duermen en el interior de montañas se encuentra en los kurganes (túmulos) de la Era de los Metales, donde se enterraba a los guerreros importantes junto con sus armas, su caballo y otras pertenencias. Aquí debe buscarse la génesis del mundo indoeuropeo. Kurgán en Dnipropetrovsk, Ucrania.

 

En el artículo sobre herencia genética “indoeuropea” en Asia Central vimos, además de  algunos mapas que ilustran el tema que tratamos, hasta qué punto muchos rasgos antropológico-físicos considerados europoides sobreviven en algunas bolsas étnicas de Asia Central, incluyendo Mongolia y Uiguristán. Precisamente de China proceden referencias a pueblos occidentales denominados Dinlins y Boma, que sorprendieron a la población autóctona con su aspecto rubicundo, ojos azules y cabello rojizo. Algunos arqueólogos rusos relacionan estos pueblos con descendientes de la cultura de Afanasiev.

 

 

Antigüedad

 

El primer gran imperio del Heartland, el persa, surgió tras la irrupción, en la meseta iraní, de varias tribus arias procedentes de las actuales Rusia y Ucrania: los medas, persas y partos. Desde entonces, Persia ha sido un país que no ha hecho más que reciclarse como imperio una y otra vez a lo largo de la historia, tendiendo a proyectar poder en los cinco mares de Pentalasia (Mediterráneo, Mar Negro, Caspio, Golfo Pérsico y Mar Rojo) y a ser un puente entre Europa-Estasia, Estasia-África, Asia Central-Índico y el Heartland eurasiático y el árabe.

 

El Siglo IV vio un acontecimiento que influiría de forma decisiva en la consolidación de la Ruta de la Seda como columna vertebral del comercio internacional: el empuje hacia el Este de Alejandro Magno. Partiendo desde su base balcánica en el norte de Grecia, los macedonios conquistaron Anatolia, el Levante, Pentalasia, Egipto y el Imperio Aqueménida, llegando a India. Los griegos fundaron varias Alejandrías en el Heartland: Alejandría de Aria (la actual ciudad afgana de Herat, por donde pasa un estratégico gasoducto y una carretera, y cerca de la cual hay una base militar hispano-italiana), Alejandría Escate (actual ciudad tayica de Jodzend), Alejandría del Oxo (actual ciudad afgana de Ai Khanum), Alejandría del Cáucaso (probablemente actual ciudad afgana de Bagram, donde existe una importante base aérea de la OTAN) y Alejandría de Aracosia (actual Kandahar, Afganistán, donde existe otra base militar estadounidense). Según Isidoro de Cárax, los partos llamaban a esta región “India Blanca”. Al norte de estas colonias griegas militarizadas y fortificadas, los escitas y masagetas —a los que Alejandro Magno nunca se atrevió a atacar— fluían libres por la estepa. Los macedonios habían llegado a las puertas de Gog y Magog.

 

Ciudadela de Herat (Afganistán), antigua capital de una provincia persa que Heródoto describía como “el granero de Asia Central”. Viendo el éxito de las conquistas macedonias en el Gran Oriente, se comprende que Pompeyo, Trajano, los cruzados medievales, Napoleón, los actuales ejércitos de la OTAN y cualquier poder del Oeste que busque penetrar en lo más profundo de Asia, tengan como uno de sus referentes a Alejandro Magno.

 

Algunas expediciones griegas, partiendo del valle tayico de Fergana, llegaron a la ciudad de Kashgar (actual Uiguristán), donde moraba una tribu indoeuropea: los tocarios. Se cree que los dayuan (“grandes jonios”) de las crónicas chinas de la dinastía Han eran descendientes de estos colonos griegos del Heartland. Alejandro Magno fue el primero que, estabilizando un vasto espacio entre el Gran Occidente y el Gran Oriente, abrió ambos dominios al comercio mutuo. Por ende, el efecto más importante y duradero de las campañas macedonias fue la apertura definitiva de la Ruta de la Seda.

 

Cuando murió Alejandro Magno en 323 AEC, los diádocos (generales del ejército macedonio) se repartieron su imperio, luchando durante veinte años por la hegemonía regional. A su muerte, los epígonos, sus sucesores, reinarán sobre las unidades territoriales resultantes de la fragmentación del imperio alejandrino. El que más nos interesa en este artículo es el Reino Greco-Bactriano, centrado en Bactria (actual Balkh, norte de Afganistán). El Siglo III AEC vio la entrada en este dominio griego del budismo, procedente del imperio Maurya de India, con el que el Reino Greco-Bactriano mantuvo numerosas relaciones políticas y comerciales. Es el comienzo de una extraordinaria civilización helenístico-budista, liderada por monjes griegos y una aristocracia militar griega, descendientes de los antiguos ejércitos macedonios, en plena Asia Central, un episodio rara vez recordado en la historiografía moderna [6]. Las primeras representaciones artísticas de Buda, que influyeron fuertemente el imaginario budista en toda Asia, se dieron en este reino. Incluso se ha especulado razonablemente con la influencia de Apolo en las primeras esculturas del santo hindú, con lo cual el legado del dios más típicamente occidental habría llegado hasta el Pacífico ―algo que seguramente los pastores-guerreros de los Balcanes no habrían podido imaginar jamás. Toda la corriente artística Gandhara es de génesis griega y por tanto europea. En plena Ruta de la Seda, las colosales estatuas de Buda en Bamiyan (Afganistán, demolidas por los talibán en Marzo del 2001), eran de clara herencia greco-budista. Esta corriente cultural es un soberbio ejemplo de los extraordinarios frutos que podría brindar una sana y positiva interacción entre Occidente y Oriente.

 

Extensión aproximada del Reino Greco-Bactriano en el año 180 AEC. Para entonces, el budismo con influenicas pagano-helénicas ya era la religión dominante, hasta el punto de que se esculpieron relieves del Buda hindú protegido por el Heracles griego. A pesar de las problemáticas barreras montañosas, el reino estará orientado principalmente hacia India. Dominaba claramente un importante segmento de la Ruta de la Seda, controlando las salidas de China hacia Occidente.

Museo de Lahore, Pakistán. Esta estatua gandhara del Siglo II es claramente la Atenea griega, esculpida al estilo griego y con rasgos faciales propios de la aristocracia de la Grecia clásica. Es parte del legado del primer Estado europeo en pleno Heartland.

 

Entorno a 130 AEC, el reino Greco-Bactriano fue invadido por los tocarios, que acabarán fundando el Imperio Kushán. Sin embargo, durante un tiempo subsistirá el Reino Indo-Griego, desprendido del greco-bactriano cuando éste conquistó la cuenca del Indos y parte de la cuenca del Ganges, en una expansión que recuerda a las conquistas indo-arias de catorce siglos atrás.

 

Reinos indo-griegos en 100 AEC, en lo que hoy son Afganistán y Pakistán. 14: Pushkalavati. 15: Taxila. 16: Sakala. Ocupan una posición a caballo entre el Heartland y las fértiles, superpobladas y ricas llanuras del Indos y el Ganges. Incluyen lo que hoy son la frontera AFPAK y las problemáticas zonas tribales de Pakistán (FATA). Estos reinos, siguiendo la estela de los antiguos indo-arios, acabarán conquistando buena parte de las cuencas del Indos y del Ganges. Se observará que las regiones de Nuristán (Afganistán) y los valles de Chitral y Hunza (Pakistán), donde los rasgos físicos europeos se han conservado mejor hasta hoy, se encuentran dentro de esta área de influencia helenística.

El empuje de los macedonios hacia el corazón de Asia no era más que el clímax lógico del proceso iniciado siglos atrás por las colonias griegas en Asia Menor, actual oeste de Turquía. A estas alturas se habrá apreciado que en la civilización hindú, centrada en el norte del Indostán, predomina la influencia del Heartland, independientemente de que más adelante India fuese conquistada por un imperio típicamente marítimo como el británico [7]. Parece que desde entonces, los territorios montañosos que separan el Indostán de Asia Central son un claro frente de batalla entre la talasocracia y la telurocracia. Es inevitable que esto nos recuerde el papel de Afganistán y Pakistán en el panorama internacional hoy en día.

 

Tanto Roma como China eran mutuamente conscientes de la existencia del otro imperio y mantuvieron hasta cierto punto relaciones, esencialmente indirectas. El Imperio Han consideraba a Roma una especie de contrapartida occidental, y probablemente Roma tenía la misma imagen de China. Sin embargo, entre ambas potencias se interponían dos estados situados en las antiguas conquistas alejandrinas: el Imperio Parto y el Imperio Kushán. Roma tendió a penetrar hacia el Este, llegando a conquistar el Cáucaso y lo que hoy es Iraq, pero los problemas en el Levante hicieron que las conquistas romanas en el resto de Pentalasia fuesen más bien efímeras. El Mediterráneo fue el único mar que Roma podía llamar Mare Nostrum; ni el Mar del Norte, ni el Atlántico, ni el Mar Negro, ni el Mar Rojo ―ya no digamos el Caspio o el Golfo Pérsico― podían llamarse plenamente romanos.

 

El Senado romano llegó a proclamar varios edictos prohibiendo, en vano, el uso de la seda, ya que su comercio sangraba al Imperio de sus reservas de oro, lo que indica que hace ya dos milenios, lo que pasaba en un extremo de la Ruta de la Seda influía al extremo opuesto ―todo un ejemplo de proto-globalización. Decía Plinio el Viejo en “Historia Natural” que “según la estimación más baja, India, Seres y Arabia hacen que nuestro Imperio pierda 100 millones de sextercios cada año: esto es lo que nos cuestan nuestros lujos y nuestras mujeres”. Parece que en Roma había fenómenos comparables a los del flujo de la plata hacia China antes de las guerras del opio, así como a Inditex y el relajamiento del patriarcado en el Occidente actual.

 

En el año 56 AEC, Roma lucha contra el Imperio Parto en la batalla de Carras (actual Kurdistán). La temida caballería parta consigue vencer a la legión y Craso, el general romano, es ejecutado. Diez mil militares romanos son hechos prisioneros y deportados al extremo oriental del imperio enemigo, hacia el Heartland eurasiático ―concretamente a Bactriana (Afganistán). Plutarco y Plinio el Viejo nos cuentan que buena parte de los supervivientes romanos fueron esclavizados o mandados a hacer trabajos forzados, pero que algunos consiguieron hacerse un hueco en el mundo parto como mercenarios. Supuestamente, los partos emplearían estas tropas romanas para luchar contra los hunos en la provincia de Margiana, lo que hoy es Turkmenistán. El Imperio Romano y el parto firmaron un tratado de paz en el 20 AEC y se intentó traer de vuelta a los prisioneros, pero para entonces se había perdido todo rastro de la desafortunada legión. Unas crónicas Han del año 36 AEC, que describen una campaña militar china al oeste del país, hablan del disciplinado ejército enemigo que guardaba la plaza de Zhizhi, actual Uzbekistán. Estas crónicas mencionan una fortaleza cuadrangular de madera y soldados enemigos que entraban en combate perfectamente alineados y construyendo con sus escudos una formación con aspecto de escamas de pescado: la “tortuga” de las legiones romanas había llegado al Heartland. Tras ser finalmente derrotados, estos soldados fueron llevados, de nuevo en calidad de mercenarios, a la frontera sur del desierto de Gobi, para proteger China de las incursiones bárbaras. Finalmente fueron asentados en Li-Jien (actual Liqian), un nodo de la Ruta de la Seda cuyo mismo nombre es una corrupción de “legión”. La presencia de la “legión perdida de Craso” fue sacada a colación en 2001 y los análisis genéticos han confirmado la huella de sangre europea en esta zona, presencia que puede comprobarse a simple vista en la alta frecuencia de narices más aguileñas, cabello ondulado y castaño, y ojos claros.

 

El periplo de la “legión perdida”.

 

La irrupción de las legiones romanas en el Levante catalizó un proceso histórico de importancia descomunal. En los Siglos I y II, se dieron en el Mediterráneo Oriental varias limpiezas étnicas de griegos. Chipre, Libia, Egipto, Siria, Creta, Sicilia, Rodas y otros lugares vieron cómo las comunidades judías, aprovechando la ausencia de legiones romanas —ocupadas en una campaña militar contra el Imperio Parto— se alzaron de forma totalmente sincronizada contra las odiadas comunidades griegas de la región. Aunque estas revueltas judías serán sofocadas duramente por Roma, la europeización del Levante nunca cuajará, la colaboración de los judíos con el Imperio Parto proseguirá y, a la larga, todo el Imperio Romano será semitizado y verá de una forma mucho más rotunda la erradicación del legado grecolatino, esta vez bajo signo cristiano. Estas limpiezas étnicas de poblaciones europeas fueron una reacción de la voluntad del Oriente desértico, seco e infecundo, cuyo efecto fue romper la continuidad de cultura griega desde el Imperio Romano hasta India. Las bolsas griegas en India y Asia Central, privadas de la fuente de su cultura y de su capital humano, irán perdiendo influencia hasta ser tragadas por el Heartland. Pasarán catorce siglos antes de que otra potencia, esta vez Rusia, vuelva a introducir la llama de la cultura griega en el corazón del continente.

 

Los hunos, surgidos del Heartland en los últimos tiempos del Imperio Romano, son de etnogénesis nebulosa. Sabemos que eran una sociedad de guerreros pastorales cuyos principales alimentos eran la carne y la leche, y cuya táctica militar se basaba en grandes formaciones de caballería ligera empleando con maestría el arco y el lanzamiento de jabalina. Los hunos eran, más que una etnia concreta, una confederación de jinetes esteparios, en cuyas filas había pueblos uralo-altaicos, túrquicos, mongoles, iranios, germanos, eslavos y otros, probablemente dominados por una aristocracia túrquico-mongola, aunque en los territorios hunos de Europa del Este, la lengua franca era el gótico. A la muerte de Atila, su confederación se disolvió tan rápidamente como había aparecido, pero los efectos de su breve existencia ―especialmente poner en marcha la gran migración de los pueblos germanos, que constituirán las noblezas medievales de Europa Occidental― perdurarán durante mucho tiempo.

 

El caso de los hunos es comparable al del comercio de la seda en cuanto a las repercusiones que tenía en un extremo de la Ruta de la Seda lo que pasaba en el extremo opuesto, ya que si los hunos se desparramaron por Europa es porque no pudieron hacerlo por China. Europa, a diferencia de Estasia, carecía de un Estado con una clara doctrina estratégica que tuviese en cuenta la importancia del Heartland. Por el contrario, los chinos, que ya habían levantado diques para controlar las desastrosas inundaciones del Río Amarillo (cuyas fuentes se encuentran en el Heartland), habían decidido poner diques también a las inundaciones humanas procedentes del corazón del continente, construyendo la Gran Muralla China… una vez más, con el objetivo de preservar su “orden político”. La Gran Muralla es un impresionante testimonio acerca de la importancia del interior eurasiático; de hecho, en muchos tramos, coincide exactamente con los límites del Heartland. Parece que los emperadores chinos veían al Heartland como un dominio impenetrable, una fuente de bárbaros y un avispero que era mejor dejar en paz. Pero la Gran Muralla no era meramente una barrera militar, sino también un corredor de transporte y un sistema de cerrojos para extraer impuestos, tasas y peajes del comercio de la Ruta de la Seda, poner aranceles y controlar los flujos migratorios.

 

El hecho de que la Gran Muralla sea más bien toda una infraestructura de infinidad de murallas distintas, construidas a lo largo de dieciocho siglos, muestra que defenderse de las tribus del Heartland fue una obsesión constante para las sucesivas dinastías chinas. Los mongoles tenían una alimentación basada en los productos animales y eran, como pueblo, más belicosos que los chinos, aunque en China existían las tradiciones marciales más efectivas del mundo.

 

En el año 431, el cristianismo nestoriano es condenado por el Primer Concilio de Éfeso, llevando a un gran exilio de cristianos nestorianos hacia la Persia sasánida. En adelante, Bagdad y Seleukia-Ctesifonte serán centros del nestorianismo, que mandará gran cantidad de misioneros (o quizás mejor dicho “agentes”, sobre todo sirios y persas) hacia los confines del continente, fundando comunidades cristianas a lo largo y ancho de casi toda Asia. Ciudades como Herat, Farah, Almalik (conocida por los cristianos del Siglo XIV como Armalec), Samarcanda, Kashgar y hasta la mismísima Beijing de la época Tang, albergarán prósperas comunidades nestorianas desde la Alta Edad Media.

 

 

Edad Media: Pax Mongolica

 

Pero los cristianos nestorianos serán una anécdota como poder en Asia Central. Si en un principio los comerciantes hindúes y bactrianos habían dominado el comercio de la Ruta de la Seda, entre los siglos V y VIII lo harán los sogdianos y, tras las conquistas musulmanas, los árabes y persas. En el extremo occidental de la ruta, Bizancio fue la primera potencia europea en tener claro que el Heartland era una realidad geopolítica muy a tener en cuenta. Alternando la diplomacia y la guerra con los pueblos de la estepa (ávaros, pechenegos, kipchacos o cumanos y otros), Constantinopla pudo prolongar su existencia durante un milenio tras la caída de Roma.

 

Muy interrelacionada con la historia de Bizancio está la de los varegos (así llamaban los eslavos a los vikingos de Suecia) que, remontando los grandes ríos rusos, pasaron de la cuenca del Báltico a la del Mar Negro y se aliaron con los eslavos en un intento de derrotar a los jázaros ―una confederación esteparia del sur de Rusia que había adoptado el judaísmo como religión oficial y que propablemente es la antepasada de buena parte de los judíos asquenacíes. Los varegos tomaron Kiev y acabarían conquistando la capital jázara, Sarkel, no lejos de la actual Volgogrado. Al hacerlo, pasaron a dominar el corredor comercial establecido donde los ríos Don y Volga se acercan más, saltando de la cuenca del Mar Negro a la del Caspio ―por tanto al Heartland― y estableciéndose como una especie de segundo Imperio Bizantino para conectar Europa con Asia: comienza la historia de las Rusias, aglutinadas entorno a ciudades como Kiev, Novgorod, Vladimir, Suzdal, Pskov o Moscovia, en territorios por lo general fuertemente boscosos, donde la fe ortodoxa se acabará imponiendo.

 

Rojo: áreas sujetas a la colonización vikinga. Verde: áreas sujetas a la influencia vikinga. Rusia nació como intermediaria entre el mundo escandinavo y el bizantino, del mismo modo que Germania lo hizo entre el mundo escandinavo y el romano. Los vikingos, siendo los fundadores de los primeros Estados rusos, sentaron las bases del único poder capaz de dominar el Heartland a largo plazo y conectaro con Europa del Este.

 

Genghis Khan, un hombre alto, blanco, pelirrojo y de ojos azules, fue en muchos sentidos la contrapartida asiática y medieval de Alejandro Magno. Su extraordinaria personalidad tuvo éxito uniendo a las tribus y clanes de Mongolia y lanzándose a conquistar el control de la Ruta de la Seda, de tal modo que a su muerte en 1227 era soberano de un imperio que iba desde el Mar de Japón hasta el Caspio, gobernado desde la capital mongola de Karakorum (no confundir con la cordillera del mismo nombre). El carácter fuertemente continental de estos dominios quedó genialmente retratado cuando fracasó la invasión mongola de Japón: los jinetes esteparios, que jamás habían visto el mar antes, padecieron fuertes mareos y vómitos en su aventura naval y además lo que los japoneses denominaron kamikaze o “viento divino” causó pérdidas tan fuertes a la flota mongola que la invasión fracasó. Otros entornos donde Mongolia nunca pudo hacer sentir su dominio de una forma rotunda fue en las montañas y en los bosques ―los mongoles eran gente de llanura y estepa, y tanto Siberia como los principados rusos tenían enormes masas boscosas. De hecho, en la época del “yugo mongol”, durante la cual las Rusias eran tributarias de los “tártaros”, el khanato de la Horda Dorada terminaba donde la estepa dejaba paso a los bosques del Norte. Desde estos espacios cerrados e impenetrables, Alexander Nevsky, Dimitri Donskoi, Peresvet y otros héroes nacionales de la historia rusa forjarán la grandeza del futuro Principado de Moscovia.

 

Las aventuras militares de los mongoles llegaron a Siria, Polonia, Hungría y las puertas de Viena, pero fueron incapaces de cruzar el mar de Japón u otros espacios marítimos. No hace falta ser un lince para apreciar que el Imperio Mongol obtenía su poder del dominio del Heartland.

Para bien o para mal, las conquistas mongolas proporcionaron la Pax Mongolica (o Pax Tatarica) y una continuidad territorial relativamente estable desde Próximo Oriente y Europa del Este hasta China. Gracias a ella, a partir de 1245, con motivo del Primer Concilio de Lyon, podemos encontrar emisarios europeos mandados a los dominios mongoles por orden del Papa y del rey de Francia: Giovanni da Pian del Carpine, Ascelín de Lombardía y Andrés de Longjumeau. El objetivo era, por parte del Papado, adquirir influencia en Asia, especialmente ganándose a las antiguas comunidades de cristianos nestorianos y, por parte de Francia, entablar lazos entre Luis IX de Francia y Güyük Khan y solidificar una alianza franco-mongola, supuestamente para hacer causa común en el Levante (época de las cruzadas).

 

En 1253, el monje franciscano flamenco Guillermo de Rubruk pudo cruzar toda Asia Central y llegar a Karakorum, donde encontró franceses, rusos y húngaros capturados en Hungría. El fraile informó también de la presencia de prisioneros alemanes que trabajaban en minas de hierro en Asia Central ―parece que Stalin no fue el primero en capturar germanos en Europa del Este y deportarlos como esclavos al Heartland. En Mongolia ya florecían el Islam, el budismo, el maniqueísmo y el cristianismo nestoriano, amparados bajo la tolerancia religiosa de los khanes. Rubruk volvió a Europa con un detallado informe para el rey Luis IX de Francia, titulado “Itinerarium fratris Willielmi de Rubruquis de ordine fratrum Minorum, Galli, Anno gratia 1253 ad partes Orientales”.

 

Viajes de fray Guillermo de Rubruk. En la época, Sarai jugaba el mismo papel que había jugado la jázara Sarkel antes y que jugará la Stalingrado soviética después: servir de puente entre los ríos Don y Volga, entre las cuencas del Mar Negro y del Caspio… y por tanto entre Europa y el Heartland.

 

Más adelante en el mismo siglo, los hermanos Niccolo y Maffeo Polo, mercaderes venecianos, pudieron establecer prósperos emporios comerciales en Constantinopla y en Sudak o Soldaia (ver mapa de las conquistas Mongolas más arriba), donde era fuerte la presencia estratégica de la poderosa talasocracia veneciana. Animados por la riqueza del khanato de la Horda Dorada, los hermanos Polo acabaron estableciéndose en su capital, Sarai, situada ya dentro de los confines del Heartland eurasiático. Sarai se encontraba en el sur de Rusia, cerca de la antigua Sarkel jázara y la Volgogrado de nuestros días, compartía con estas ciudades su papel de bisagra entre la cuenca del Mar Negro y la del Volga (siendo ésta parte del Heartland) y, con 600.000 habitantes, era de las ciudades más grandes y ricas del Siglo XIII. Allí, los hermanos Polo se familiarizaron con las costumbres de los tártaros, el mundo de la estepa y la información que traían comerciantes extranjeros sobre lejanas rutas más al Este. Siguiendo estas indicaciones, los venecianos procedieron hasta Bujara, actual Uzbekistán, donde vivieron durante tres años. Remontando la Ruta de la Seda, llegaron a Dadu (Beijing), donde se alzaba el trono de Kublai Khan, nieto de Genghis. El monarca asiático les proporcionó un embajador mongol para el Papa de Roma, un salvoconducto para viajar por todos los dominios mongoles y una carta al Papa, en la que pedía una muestra de aceite de la lámpara del Santo Sepulcro, así como cien “hombres sabios” para enseñar cristianismo y costumbres occidentales en China: las relaciones sino-romanas, que nunca habían podido concretarse en la Antigüedad, estaban empezando a tomar forma en plena Edad Media gracias a Venecia, el Papado y las conquistas mongolas.

 

El Papa Gregorio X recibió la misiva del Khan mongol en 1271, mandando solamente dos frailes dominicos con los hermanos Polo, esta vez acompañados también por Marco, el hijo de Niccolo, de diecisiete años. Los frailes no completaron el viaje por miedo, mientras que los mercaderes venecianos completaron la Ruta de la Seda de parte a parte, llegando a la capital del khanato en 1274, tres años tras su partida. Bien acogidos por el khan, vivieron diecisiete años bajo su hospitalidad antes de volver a Europa. Los viajes de los Polo nunca hubieran sido posibles sin la existencia de un único Estado desde Oriente Medio hasta el Pacífico; gracias a esto, Europa pudo leer los relatos de Marco Polo, accediendo a un testimonio de primera mano acerca de lo que había en el corazón de Eurasia.

 

Marco Polo no fue el último europeo en pisar Estasia gracias a la estabilidad de la Pax Mongolica. En 1318, cuatro años después de la disolución de la Orden del Temple, el fraile franciscano Odorico da Pordenone se embarcó en un impresionante periplo que lo llevó desde Venecia hasta Armenia, Persia, India, China, Indonesia y otros lugares del lejano Oriente, llegando a describir incluso Tíbet, “donde mora el Papa de los idólatras”.

 

Varios acontecimientos terminaron por truncar la Pax Mongolica:

 

• La virulenta expansión de la peste negra en los años 1340. Originándose en Asia Central, la plaga se propagó a través de las rutas comerciales tanto terrestres como marítimas, afectando tanto a Europa como a China, India y Arabia e introduciendo el terror, la desconfianza y la cuarentena de ciudades enteras en las rutas comerciales.

 

• Los jinetes mongoles se estaban volviendo gordos, cómodos y decadentes, y los chinos, avezados en las intrigas palaciegas, se hicieron con el poder, expulsando a la dinastía mongola Yuan y otras influencias extranjeras (incluyendo europeas y cristianas) y fundando la dinastía Ming en 1368. El golpe de estado en China estuvo fuertemente influido por una sociedad secreta: el Loto Blanco.

 

• El ascenso fugaz de Tamerlán, el último gran conquistador estepario, que aniquiló a los cristianos nestorianos de Persia y atacó el khanato de la Horda Dorada (sur de Rusia), haciendo que Moscovia, entonces gobernada por Vasily I, dejase de pagar tributo a los tártaros. Así y con todo, en 1382, Moscú todavía sería saqueada por ellos.

 

• En la misma Mongolia había penetrado el budismo, una nueva corriente cultural e ideológica muy diferente al paganismo ancestral que habían profesado los mongoles hasta entonces. El budismo aun tardaría un par de siglos en afianzarse en el país, pero era cuestión de tiempo que los nuevos monjes se acabasen imponiendo a los chamanes locales, captando a la aristocracia mongola y erigiendo monasterios en encrucijadas de rutas y en los parajes de los grandes pastos donde solían reunirse gran número de pastores para realizar sacrificios y otros rituales. Nunca ha dejado de rumorearse que fueron los chinos los que favorecieron la introducción del budismo en Mongolia, esperando que el nuevo credo desactivase la ancestral mentalidad guerrera de los mongoles y ello a su vez descongestionase la presión sobre la franja de la Gran Muralla; de hecho, el Loto Blanco era una sociedad budista. El proceso culminaría siglos después, en 1568, cuando Altan Khan concedió al cabeza del linaje tibetano, Gelug, el título de “Dalai Lama”.

 

Pero si la peste negra, las razzias de Tamerlán y el desmoronamiento del Khanato habían truncado las comunicaciones entre Oriente y Occidente, un nuevo acontecimiento, a primera vista desafortunado, provocaría el reestablecimiento de las mismas: la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453 cerró la “ruta varega” y bloqueó la salida marítima natural de las estepas. Europa quedó convertida en una isla, rodeada al Oeste por el Atlántico, al sur por el Mediterráneo, al Sureste por el Imperio Otomano y al Este por la Horda Dorada y otros khanatos. En esta tesitura, los únicos Estados capaces de romper la insularidad de Europa y reunirla por tierra con el Gran Oriente eran los principados rusos. De modo que la catástrofe de 1453 obligó a los pueblos rusos a echarse al Este, hacia la conquista de los dominios tártaros, del mismo modo que forzó a los pueblos de Occidente a echarse al Atlántico a la conquista del nuevo mundo. Ambos movimientos europeos, oriental y occidental, tenían en un principio un objetivo parecido: volver a conectarse con Estasia. Sin embargo, mientras que el empuje occidental de Europa acentuaría su insularidad y carácter marítimo, el empuje oriental acabaría enfatizando su carácter terrestre.

 

 

Antiguo Régimen: cosacos y zares

 

Esta diferencia entre la Europa marítima y la Europa continental, que contrasta las meteóricas conquistas marinas con los penosos avances terrestres, quedó establecida en el año clave de 1571: mientras la Europa mediterránea (España, Venecia) derrotaba a los turcos en Lepanto y la Europa atlántica (Portugal) fundaba Nagasaki en Japón, en la telúrica Europa del Este, la mismísima Moscú es saqueada por los tártaros una vez más. Sin embargo, los vientos estaban a punto de cambiar en el Este, y lo harían a través de la única punta de lanza que podía romper la insularidad del mundo europeo: los cosacos.

 

Los cosacos eran una confederación de hombres y mujeres libres, ya nobles pobres comparables a los hidalgos de España o campesinos escapados de la servidumbre feudal en Rutenia, Galitsia y Europa del Este en general a partir del Siglo XIII. Estas sociedades con una fuerte pasión por la libertad cuajaron en el actual suroeste de Ucrania, allá donde coincidían las turbulentas fronteras de la Mancomunidad Polaco-Lituana, el Imperio Ruso, el Imperio Otomano y los khanatos tártaros. Ninguno de estos poderes podía controlar a los cosacos, que hacían de la independencia su bandera y que llevaron al cabo razzias en todas las direcciones, causando cruces de misivas oficiales en las que el zar ruso, el sultán otomano, el gran duque polaco o el khan tártaro de turno, pedían a su homónimo que controlase a “sus” cosacos. La respuesta solía ser que los cosacos no eran propiamente “suyos” y que no respondían ante ninguna otra autoridad salvo la emanada de ellos mismos. “Los cosacos no me juran lealtad y viven como les place a ellos mismos”, le escribía el sultán a un impaciente gran duque Vasily III de Rusia en 1539. “Los cosacos del Don no son de mi incumbencia y van a la guerra o viven en paz sin mi conocimiento”, replicaba diez años después Iván el Terrible al sultán.

 

El modo de vida cosaco representa la definitiva adaptación de los eslavos, originalmente un pueblo de bosque cerrado, al mundo de la estepa, por aquel entonces dominado por pueblos túrquico-mongoles de religión musulmana, llamados “tártaros” en Occidente. Los cosacos, a pesar de su naturaleza independiente, fiera, libre y guerrera, tenían claro que eran europeos y cristianos, y por tanto enemigos, ante todo, de poderes extranjeros como los representados por el sultán y los khanes. Un cosaco debía casarse con una cosaca o raptar una eslava de un pueblo vecino; le estaba prohibido el matrimonio con turcas, tártaras, mongolas, judías o gitanas. Para el Siglo XVII, los príncipes rusos probablemente ya se habían dado cuenta del potencial de los cosacos como punta de lanza europea ante las profundidades de Asia. Por su papel clave en la conquista de Siberia, prestar un mínimo de atención a los cosacos es esencial si pretendemos entender la historia del Heartland.

 

El primer zar ruso, Iván el Terrible, derrotó el khanato de Kazán en 1552, llegando al Caspio (y por tanto cerrando un definitivo muro protector en torno a Europa del Este) y librándose así del último obstáculo entre las Rusias y Siberia. En 1582, una partida de 840 hombres, liderados por el atamán cosaco Yermak Timofeyevich y financiados por la familia Stroganov, derrotaron a Kuchum Khan y conquistaron el khanato de Sibir. La familia Stroganov descendía de campesinos pomor —colonos de la región subártica de Rusia, a orillas del Mar Blanco, que prolongaban el recorrido de la Ruta Hanseática— y habían medrado como comerciantes de pieles, que en Rusia tenían la misma importancia que el comercio de lana y de paños en Europa Occidental o el comercio de la seda para el Imperio Romano. La intención económica detrás de este suceso era abrir Siberia a los cazadores rusos, controlar la “ruta de las pieles” y acceder al vasto potencial de la región. Yermak se convirtió en héroe folklórico ruso, una especie de versión eslava de Hernán Cortés o Pizarro, y se dio el pistoletazo de salida de un masivo flujo europeo que, ya armado con las armas de fuego de la Edad Moderna, barrería a los tártaros y acabaría conquistando toda Siberia. Los cosacos consiguieron lo que jamás había conseguido ninguna superpotencia europea: someter el Heartland. Estableciendo redes de stanitsas (fortines) y colonias protegidas, y empleando con maestría el arte de la equitación para dominar las distancias, los cosacos aniquilaron los khanatos locales, alzaron la cruz sobre la estrella y la media luna y, emulando a los antiguos escitas, godos y vikingos, prepararon la interminable estepa eurasiática para una nueva Drang nach Osten (“empuje hacia el Este”) de pueblos indoeuropeos, en la misma época en la que las Américas eran conquistadas por los indoeuropeos del Oeste.

 

Click para agrandar. Cuadro de Vasily Surikov. Año 1582: mientras los europeos de Occidente, de herencia céltica, romana y germana, conquistan las Américas, otros europeos, de herencia eslava, griega y vikinga, conquistan Asia. Los cosacos, que comenzaron pareciéndose a los conquistadores españoles de América, a los bóers sudafricanos o a los vaqueros del Oeste norteamericano, acabaron siendo para el Imperio Ruso lo que los casacas rojas fueron al Imperio Británico, y lo que fue California para el empuje occidental de la humanidad europea, lo será Siberia para el empuje oriental.

 

Los años 1620 verían una nueva penetración europea hacia el Heartland, esta vez marítima y a través de India: la de los jesuitas. En el primer artículo de la serie “la Ruta de la Seda” ya vimos la aventura del jesuita portugués Antonio de Andrade, que viajó desde la ciudad hindú de Agra hasta la tibetana de Tsaparang con el objetivo de encontrar restos de sectas nestorianas y recabar información sobre Asia Central o la “Gran Tartaria”. Aunque las misiones que fundó en Tíbet no tuvieron éxito a largo plazo, el hielo quedó roto para que, dos siglos después, los ingleses tomasen el mismo camino.

 

En 1648, mientras la Guerra de los Treinta Años finalizaba en Europa Occidental, el cosaco Dezhnev llegaba a los confines de Eurasia, allá donde Siberia se enfrenta a Alaska. Hoy, el estrecho marítimo que separa Asia de América se llama Estrecho de Bering —en honor de un hombre que lo “descubrió” 80 años más tarde—, cuando realmente, debería llamarse Estrecho de Dezhnev. El mismo año se desató en lo que hoy es Ucrania una rebelión cosaca contra la Mancomunidad Polaco-Lituana, el levantamiento de Khmelnytsky (o de Chmielnicki). Rusia escogió luchar al lado de los cosacos, emergiendo de esta guerra con importantes ganancias territoriales en Europa del Este y con una colaboración aun más estrecha con los cosacos. En adelante, ninguno de los principales rivales de Rusia en Europa del Este (Suecia y la MPL) iban ya a poder invadir el Heartland. En 1649, tras haber arremetido violentamente contra los judíos de la actual Ucrania, los cosacos instauraron la República de Zaporozhia. En 1670 se instauró la República de Astrakán, plaza conquistada a los tártaros. A la vez, el Mar Negro se llenó de piratas cosacos que causaban gran estorbo al Imperio Otomano, llegando a saquear plazas costeras muy cercanas a Estambul. A pesar de las amenazas del Sultán, los cosacos de Ucrania, futuros conquistadores del Heartland, siguieron mostrándose hostiles al poder turco.

 

Cuando el zar Pedro I el Grande ascendió al trono en Rusia en 1672, el país era ya el más grande del mundo gracias a la reconquista de Kiev, a la “pacificación” de las tribus siberianas y a la llegada de la colonización rusa a las orillas del Pacífico. Pedro el Grande estaba decidido a modernizar el país para afirmar su europeidad y se encontró por primera vez con una fuerte influencia económica y comercial procedente de Europa Occidental: la de los judíos. A su muerte en 1725, su viuda, Catalina I, decidió expulsar del Imperio Ruso a “todos los judíos de sexo masculino y femenino que se hallen en las ciudades rusas y ucranianas… De hoy en adelante no serán admitidos en Rusia bajo ningún pretexto y se les observará de cerca en todos los lugares”. El carácter telurocrático de Rusia, tan propicio al fortalecimiento del Estado, parecía no llevarse bien con los poderes comerciales, internacionales y supra-estatales del Mercado, ni tampoco con estados dentro del Estado o redes paraestatales que velaban por sus propios intereses aunque estuviesen en contra de los intereses del organismo anfitrión. Los judíos llevaban muchos siglos disfrutando de un estatus privilegiado en el Imperio Otomano y, cordialmente odiados por el campesinado ruso y ucraniano, así como por los cosacos, iban a encontrar en el Imperio Ruso un dominio impenetrable a sus intrigas económicas, sociales y políticas.

 

Entre 1756 y 1763, la Guerra de los Siete Años —una guerra mundial en toda regla— vería la lucha entre Inglaterra y Francia en Norteamérica, y Prusia y Rusia en Europa del Este. Aunque Prusia emergerá como una gran potencia, la mismísima Berlín sería brevemente ocupada por las tropas del Zar en 1760. En 1762, Catalina I la Grande fue coronada zarina en Moscú. Catalina dio más poder a los nobles, pero a cambio tuvo que lidiar en 1773 con furiosas revueltas campesinas y cosacas, especialmente en Ucrania, contra las políticas que los reducían a la servidumbre. Catalina, ella misma de origen alemán, invitó a los europeos (excepto judíos) a emigrar a Rusia para poblarla y solidificarla como país. Tal es el origen de los alemanes del Volga.

 

Tras la primera guerra ruso-turca, Rusia se había anexionado las estepas del sur de Ucrania, ese territorio tan maltratado por la Historia y que, tras siglos de opresión turca, tráfico de esclavos y trata de blancas (llamada “la cosecha de la estepa”, con importante participación de judíos del Imperio Otomano en los mercados de esclavos de Crimea), volvía definitivamente al mundo eslavo. Un español, el almirante José de Ribas, fundó la estratégica ciudad de Odessa en el emplazamiento de una antigua colonia griega. En 1783, la no menos estratégica isla de Crimea, el último vestigio del khanato tártaro, fue anexionado por Rusia.

 

Nuevos y extraños vientos soplaban desde el Oeste. En 1789, la violencia extrema de la Revolución Francesa —incubada durante décadas por logias masónicas e iluministas de origen inglés y judío, por ende de carácter fuertemente comercial, internacional y marítimo— hizo que Catalina se asquease ante las ideas ilustradas que antes había apoyado. Mientras la Ilustración en Francia emancipó a los judíos, en 1791, Catalina expulsó a los judíos rusos a un área llamada Zona de Residencia, que constaba de territorios tradicionalmente muy judaizados, incluyendo zonas posteriormente arrebatadas a la Mancomunidad Polaco-Lituana y el Imperio Otomano. Se cree que la Zona de Residencia llegaría a albergar un total de 5 millones de judíos, que se segregaban de los no-judíos, especialmente en las ciudades, donde se formaron herméticos guetos y extrañas sectas fundamentalistas como los hassidim o judíos chasídicos, que durante muchas generaciones alimentaron un enorme resentimiento contra los pueblos eslavos que tanta resistencia oponían al avance de sus instituciones financieras y comerciales.

 

El origen de los judíos de Europa del Este se encontraba en buena medida en los antiguos jázaros y en las incesantes expulsiones de la mayoría de Estados europeos organizados. Poco a poco, los judíos aumentaron su presencia en el amplio istmo que, entre el Báltico y el Mar Negro, conecta Rusia con el resto de Europa. Esta franja fuertemente judaizada tendía por tanto a separar Europa del Heartland eurasiático.

 

Densidad de judíos en la Zona de Asentamiento. El origen de las persecuciones y matanzas en guetos judíos a manos de la SS, la SD, los Einsatzgruppen y la policía militarizada alemanas durante la II Guerra Mundial (siendo estas matanzas, no las supuestas ejecuciones en cámaras de gas, el verdadero holocausto judío), debe ser buscado en la creación de la Zona de Asentamiento, decretada por Catalina la Grande en 1791. Los judíos tenían prohibida la entrada en el resto del territorio del Imperio Ruso. Nótese de nuevo cómo esta zona tiende a formar un muro que, como el Imperio Otomano al sur, aísla a Europa del resto de Eurasia. En la actual Lituania, una estrecha franja libre de judíos, correspondiente a dominios prusianos y de la Orden Teutónica, mantiene la conexión con Eurasia.

 

A comienzos del Siglo XIX, a Rusia le tocó ser invadida por un nuevo reflujo occidental: el de Napoleón y la República francesa. En la Batalla de Borodino (1812), los rusos aniquilaron a un tercio del ejército francés, pero los franceses se hicieron con el control del terreno. Después de eso, los rusos decidieron abrir filas y dejar que los franceses se internasen más y más en el vasto país. Siguiendo la vieja estrategia de tierra quemada, la población abandonó sus hogares, se llevó sus pertenencias, arrasó los campos de cultivo y se dirigió hacia el Este, dejándole pista libre a Napoleón, que llegó a Moscú encontrándosela vacía e incendiada. Los rusos sabían lo que hacían, ya que el ejército de Napoleón carecía de un servicio logístico propiamente dicho: como los ejércitos del pasado, sus hombres vivían de lo que sustraían del terreno ocupado. Eso les había funcionado bien en las zonas europeas densamente pobladas y cultivadas, pero en las inmensas llanuras de Rusia, cultivadas y pobladas de forma dispersa, supuso su perdición: los hombres y caballos franceses empezaron a morir de hambre y de enfermedades contraídas por ingestión de alimentos podridos o agua procedente de charcos o pozos envenenados.

 

Napoleón, cuyo objetivo era rodear a los ingleses y atacar sus posesiones en India —sus anteriores campañas en Egipto y Siria habían tenido la misma intención— penetró por tanto en el Heartland, pero el repliegue estratégico de los rusos, más el “General Invierno”, obligaron a los franceses a retirarse, siendo hostigados sin piedad en su retirada por unidades rusas tanto regulares como irregulares, a las órdenes del mariscal de campo Kutuzov. Fue con motivo de esta contienda que Napoleón dijo de los cosacos que “tienen las mejores tropas ligeras de todas las que existen. Si los hubiese tenido en mi Ejército, hubiese podido atravesar el mundo entero con ellos”. Napoleón había entrado en Rusia con más de 600 mil hombres; gracias en buena parte a los cosacos, se retiró catastróficamente con sólo 11 mil. Al término de las guerras napoleónicas, los cosacos habían entrado en París, donde su exótica imagen acabó asociada en la cultura popular con el pueblo ruso entero.

 

Este mapa resume la historia de las huestes cosacas, que las llevó desde ser una volátil confederación de hombres y mujeres libres en el convulso y azotado oeste de Ucrania a ser las tropas de élite preferidas del Zar en los confines del Imperio Ruso. Como fichas de algún juego de estrategia, las huestes cosacas se desplegaron en torno al Cáucaso, Asia Central, Mongolia y Manchuria. Los cosacos del Don y del Kubán fueron los más conocidos en Europa Occidental.

En la Guerra de Crimea de 1853-1856, si una cosa estaba clara, era que el derrumbamiento del Imperio Otomano era cuestión de tiempo y que pronto se iniciaría la rapiña por diversos territorios del moribundo Estado. Cuando los rusos amenazaban con reconquistar Constantinopla y conectarla con Grecia, así como dominar la desembocadura del Danubio y hacer “cosas raras” en regiones otomanas como Besarabia, Moldavia, Valaquia y Armenia, los franceses y los ingleses fueron a la guerra contra Rusia y, guiñándole un ojo al Imperio Otomano, ocultaban su ansia por adquirir influencia en sus dominios.

 

Alejandro II fue un Zar atípico, que esperaba luchar contra las corrientes subversivas en el seno de su Imperio a base de relajar la represión estatal. En 1861 abolió la servidumbre, en buena parte quizás esperando que la oleada de campesinos “emancipados” poblase los barrios proletarios de las ciudades y sirviese de carne de cañón para la aun balbuceante industria rusa. También relajó el tradicional antisemitismo de Estado, haciendo que los judíos comenzasen a filtrarse desde la Zona de Residencia hacia el Este, inmigrando en gran número especialmente a San Petersburgo, Moscú y Odessa, acaparando rápidamente puestos en la banca, en la industria, en el comercio y en el derecho. Este flujo étnico coincidió con la aparición de extrañas corrientes ideológicas en el seno del organismo nacional ruso, como el nihilismo y diversos socialismos revolucionarios. La súbita intromisión judía en la vida social y cultural eslava provocó una no menos súbita reacción antisemita por parte del pueblo. Comenzaron a publicarse periódicos antisemitas (como el “Novoye Vremya”) y una ola de nacionalismo paneslavista y “teorías de la conspiración” colocó a los judíos bajo la lupa, acusándoles de formar un estado dentro del Estado, de apoyar grupos revolucionarios y de conspirar para derrocar al Zar y hacerse con el poder. En 1866, los revolucionarios atentaron contra la vida del Zar sin éxito, pero no se puso en marcha ningún programa de represión. Aun así, en 1871, mientras el Imperio Alemán se unificaba bajo la batuta de Prusia, Rusia era la única nación europea que no había “emancipado” a sus judíos poniéndoles en pie de igualdad con el resto de súbditos nacionales. En 1880, tras otro intento de magnicidio contra el Zar y varios atentados con bomba y armas de fuego, se creó la Okhrana, un servicio de inteligencia interno que no pudo evitar el asesinato del Zar (octava tentativa) al año siguiente.

 

Los tiempos de su sucesor, Alejandro III, fueron diferentes. El magnicidio causó pogromos (palabra de origen ruso) antisemitas en 166 ciudades rusas, especialmente en la Zona de Asentamiento, recrudeciéndose hasta 1884. En 1882, el nuevo Zar, un hombre de gesto determinado e inflexible que había tenido que ver cómo su padre se desangraba después de que una bomba le amputase ambas piernas, promovió las famosas Leyes de Mayo, que confinaban de nuevo a los judíos a la Zona de Residencia en las provincias occidentales del Imperio y les prohibía acceder a una serie de oficios de importancia. En 1886, se decretó un edicto oficial de expulsión de los judíos de Kiev, y en 1892, fueron expulsados formalmente de Moscú. Si en un pasado hubo un claro conflicto “Roma vs. Judea”, aquí podemos hablar de un “Rusia vs. Judea”, en realidad la forma moderna de la pugna metafísica entre la espiritualidad griega y la espiritualidad semita. Alejandro III era un paneslavista convencido que creía firmemente que, para salvarse, Rusia debía cerrarse ante las influencias subversivas y decadentes procedentes del Oeste, a la vez que estrechaba tentáculos hacia los Balcanes y otros lugares. Influido por su tutor, rechazó nociones occidentales como la democracia, la libertad de prensa y de expresión, las constituciones, las elecciones y los parlamentos, y ejecutó un programa de rusificación del Imperio a través de colonos rusos y afirmación de la cultura rusa. Poco a poco, cientos de miles de judíos emigraron de Rusia con destino a Europa y, especialmente, hacia Estados Unidos. Allí, con el apoyo de influyentes correligionarios suyos en el mundo de las finanzas, el comercio y la industria, fueron fermentando redes subversivas antirrusas, tal y como habían hecho los sefardíes en Holanda e Inglaterra después de 1492, contra España. Rusia se convirtió, con diferencia, en la nación más odiada por la judería en el mundo: los judíos tenían prácticamente vedado el acceso al Heartland.

El mapa de los pogromos en el Imperio Ruso. Amarillo: Zona de Asentamiento, reinstaurada en 1882.

 

El verdadero beneficiario de las guerras napoleónicas, de la Guerra de Crimea y de las agitaciones en Rusia había sido el Imperio Británico, que se había aprovechado siempre del enfrentamiento entre sus rivales continentales y que pudo seguir profundizando en su dominio del Indostán, compitiendo literalmente contra el Imperio Ruso por el dominio de Asia Central, en una carrera contrarreloj llamada “el Gran Juego” en Gran Bretaña y “el torneo de las sombras” en Rusia. Gran Bretaña pretendía evitar así que los rusos lograsen por tierra lo que el resto de europeos estaban logrando por mar: establecer una presencia en el este de China. Mientras los ingleses pactaban y guerreaban en India, los rusos arrollaban toda Asia Central y en 1891 inauguraron su primer eje de transporte eurasiático: el ferrocarril Transiberiano.

 

El ferrocarril Transiberiano conectaba la capital rusa con el Mar de Japón y se estaban construyendo importantes ramificaciones hacia Afganistán, Mongolia, China y el Báltico. Lo que preocupaba a Londres era que si Europa del Este se estabilizaba, el Zar prolongaría el Transiberiano hacia Berlín, Viena, Ámsterdam, París, Roma y los Balcanes, proporcionando línea directa desde el Atlántico, el Mar del Norte y el Mediterráneo hasta el Mar de Japón y el Pacífico: una ruta mucho más rápida, eficaz y estable que la marítima británica de Gibraltar-Suez-Mandeb-Singapur. Hablando en plata, si el Transiberiano se hubiese consolidado en el Oeste con participación alemana y autro-húngara, la enorme flota militar y comercial de Gran Bretaña se habría tenido que transformar en una flota de cruceros para marinos jubilados y marineros licenciados.

Todas estas maniobras rusas, en una macroregión inasequible para el poder marítimo, inquietaban seriamente a Londres, ya que el fin lógico de este movimiento masivo era acabar inundando el Indostán, la “joya de la corona”, como habían hecho los indo-arios 35 siglos atrás. Para 1895, los dominios británicos y rusos habían llegado hasta los valles de Chitral (actual Pakistán) y Pamir (actual Tayikistán) respectivamente: ahora sólo un valle afgano, el corredor de Wakhan, separa a la talasocracia de la telurocracia.

Afganistán Tíbet fueron lo más cerca que llegó el Imperio Británico al Heartland, mientras a la vez intentaba evitar desesperadamente que la influencia rusa llegase al Índico, especialmente en Baluchistán. Mackinder consideraba que la frontera noroeste de los dominios británicos en India (es decir, la actual frontera AFPAK, donde un lord inglés sugirió en 2012 arrojar una bomba de neutrones) era la más peligrosa de todo el Imperio. Entre los valles de Pamir y Chitral, el corredor de Wakhan evitó por un estrecho margen que el Imperio Ruso y el Imperio Británico compartiesen fronteras. Si hubiesen llegado a coincidir las fronteras de Persia, China, Rusia y la India británica, se habría desencadenado un conflicto armado en Asia Central. Tanto los rusos como los ingleses decidieron dejar en paz Afganistán como tierra de nadie para amortiguar los conflictos de intereses entre ambas superpotencias. No se nos escapa que muchas de las plazas situadas en el área de expansión rusa (Samarcanda, Bujara, Merv) eran importantes nodos de la antigua Ruta de la Seda. Los británicos estaban más bien volcados en el dominio de la Ruta de las Especias.

 

Más al Noreste, el movimiento ruso tampoco se detenía en su imparable marcha hacia las fronteras chinas. Las partes altas de los ríos Irtysh y Bukhtarma pertenecían en un principio a la China de la dinastía Qing, pero antes de que fueran cedidas a Rusia mediante tratados, los rusos ya las habían rusificado de facto con los asentamientos y la colonización. Estos colonos debían ser de un espíritu emprendedor, una determinación y una calidad biológica particularmente destacados. El explorador y arqueólogo Nikolai Yadrintsev escribió que los habitantes rusos del Altai-Sayan (más o menos donde coinciden las fronteras modernas de Rusia, Kazajistán, China y Mongolia) eran “grandes y robustos, con constitución atlética. Un cazador que vive cerca del río Bukhtarma es famoso por su parecido a un bogatyr”. En otro lugar escribe “Las personas en estas comunidades eran notables por sus físicos altos y fuertes, su salud robusta y fuerza excepcional. En la región de Altai vimos a una mujer joven con hombros de una arshin [70 cm] de anchura, que podía levantar doce poods [200 kg]“. Estas constituciones físicas señalan un pueblo vigoroso y echado para adelante tanto en lo físico como en lo mental —en parte debido a las exigencias de su terreno y clima, y en parte debido a una alimentación privilegiada con gran proporción de carne de caza. Con semejante vanguardia humana, es fácil que un imperio erija fronteras y defienda sus intereses geopolíticos incluso en las regiones más aisladas e inhóspitas de sus dominios.

 

Es en esta época de conquistas asiáticas que está ambientada la novela de Julio Verne “Miguel Strogoff, el correo del Zar”, un libro de gran interés por tratarse de un recorrido por buena parte del Imperio Ruso, desde Moscú hasta la capital siberiana Irkutsk, así como por su descripción de las gentes que lo pueblan. La novela, publicada en 1875, es una verdadera apología de la Rusia zarista y de la familia Romanov como representantes de la Civilización Occidental en plena barbarie asiática, encarnada en los tártaros, en el emir de Bujara y en los rusos renegados que traicionaban al Zar pasándose a las filas de Asia.

 

El inglés Rudyard Kipling también se hizo eco del “Gran Juego”. En su relato “The man who was”, describe la llegada del oficial cosaco Dirkovitch a la ciudad de Peshawar (actual Pakistán), que junto con el mortal paso montañoso de Khyber, separaba las posesiones de la India británica del inexpugnable Afganistán. Los desconcertados ingleses especulan de dónde diablos había salido aquel jinete: ¿Balkh? ¿Badakhsan? ¿Chitral? ¿Baluchistán? ¿Nepal? Un capitán de caballería ligera, mientras habla amistosamente con el ruso, calcula cuántos cosacos como él serían capaces de despachar sus hombres en una carga justa. Acogido por la guarnición británica, Dirkovitch se cuida muy bien de elogiar la organización y el aspecto del regimiento de húsares allí acantonado, hablando del futuro glorioso que esperaría a las armas combinadas de Inglaterra y Rusia “cuando sus corazones y territorios vayan de la mano y comience la gran misión de civilizar Asia”.

En estos mapas falta la expansión rusa sobre Alaska. El territorio había sido objeto de expediciones rusas desde el Siglo XVII, y para la segunda mitad del Siglo XVIII, los rusos y los españoles ya habían iniciado una carrera para afirmar su dominio sobre el arco de la Norteamérica pacífica. En 1867, el Zar, reconociendo el carácter telúrico de su Imperio, decidió desembarazarse de Alaska, vendiéndola al Gobierno de los Estados Unidos.

 

Las conquistas rusas en el extremo oriente habían seguido avanzando. En 1860, la Armada rusa había fundado Vladivostok, en el Mar de Japón, y en 1871, la ciudad ya contaba con líneas telegráficas hasta Shanghai y Nagasaki. En 1903 Vladivostok se conectó con el transiberiano… y al año siguiente estallaba la guerra. Y es que cuando la influencia rusa penetró en Manchuria y Corea, amenazando con aislar a Japón de Eurasia, Tokio fue a la guerra, apoyado por el Imperio Británico y por los mismos banqueros que una década después financiarán la revolución bolchevique: Kuhn-Loeb y Jacob Schiff entre otros. La guerra ruso-japonesa, junto con la rebelión rusa de 1905, puso en evidencia que la plutocracia internacional estaba haciendo todo lo que podía para desestabilizar el régimen autocrático del Zar antes de que firmase tratados con el Imperio Alemán y Austria-Hungría para conectarlos con Estasia. Mackinder consideraba que Japón era, junto con Alemania, Rusia y China, un candidato razonable a “organizador del Heartland” y Manchuria era, naturalmente, el puente de Japón hacia la estepa eurasiática.

 

Para 1903, el Estado ruso parecía ya tener claro que los judíos, tanto en Rusia como en el extranjero, eran los principales promotores de los movimientos sociales desestabilizadores en el seno de su organismo nacional. Ese año vio la publicación de “Los protocolos de los Sabios de Sión”, probablemente una creación de los servicios de Inteligencia del Zar, que estaban al tanto de las intrigas y de las ideas que circulaban en el seno de la judería y que pretendían presionar al Gobierno para llevar la represión estatal al siguiente nivel. Nicolas II, sucesor de Alejandro III, declaró directamente que “Los judíos son el alma del movimiento revolucionario en Europa, el cual se halla subvencionado, con gigantescos medios pecuniarios, por los grandes financieros hebreos”. Nietzsche había reflexionado que “Los judíos cambian, cuando lo hacen, de la misma forma que el Imperio ruso lleva al cabo sus conquistas —como un imperio que dispone de tiempo y que no surgió ayer—: es decir, con la mayor lentitud que pueden. Un pensador interesado por el futuro de Europa ha de contar, en todos los proyectos que elabore interiormente respecto a ese futuro, con los judíos, al igual que con los rusos, considerando que, hoy por hoy, son los factores que con mayor seguridad y probabilidad tomarían parte en el gran juego y en la gran lucha de fuerzas”. Esta relación entre los judíos y Rusia iba a engendrar años después la Revolución Bolchevique y la Unión Soviética.

 

 

Conquistas rusas desde el Siglo XVI. Para finales del Siglo XIX, las principales zonas de expansión de Rusia eran Asia Central (especialmente Afganistán, donde entraba en conflicto con Gran Bretaña) y Manchuria (donde entraba en conflicto con Japón). Mongolia, Uiguristán, Mongolia Interior, Tíbet y el norte de Persia tenían fuerte influencia rusa.

 

La influencia oceánica y atlantista se deja notar mucho en Europa Occidental, entre otras cosas, por la importancia que la historiografía concede a las operaciones militares en el Oeste, cuando las más importantes y determinantes fueron siempre las del Este. Tal es el caso de la II Guerra Mundial, con incontables películas sobre la “resistencia francesa” y los desembarcos de Normandía, pero pocas sobre el Frente del Este. La I Guerra Mundial tampoco es una excepción: a pesar de la importancia del frente oriental, nuestra historiografía resume la I Guerra Mundial con la guerra de trincheras en Bélgica y Francia, cuando los movimientos en Europa del Este fueron el verdadero plato fuerte de la guerra. La I Guerra Mundial fue, ante todo, una lucha de la internacional oceánica contra dos proyectos terrestres: el Transiberiano y el ferrocarril Berlín-Bagdad. La diplomacia inglesa triunfó de nuevo enfrentando a sus rivales continentales y, mientras conspiraba contra Alemania en el Oeste, la apoyaba en el Este, especialmente en sus tentativas de desestabilizar el Imperio Ruso a base de apoyar a los bolcheviques: fue Alemania quien mandó Lenin —un líder bolchevique con sangre tártara y judía— a Rusia para provocar en 1917 la Revolución Bolchevique, gracias a la cual Alemania y Austria-Hungría obtenían inmensos territorios en Europa del Este. Alemania perdería todos estos territorios al año siguiente, cuando de forma inaudita, estando la Reichswehr a punto de tomar París, estalló un levantamiento que hizo que Alemania firmase el armisticio.

 

Tras la I Guerra Mundial, Europa del Este emergió arruinada y mucho más balcanizada. Los grandes imperios tradicionales, centrales y continentales (el Imperio Ruso, el Imperio Alemán, el austro-húngaro y el otomano) habían sido desmantelados y la influencia del Imperio Británico, Francia y Estados Unidos se había afianzado sobre Europa Occidental. Era el fin definitivo del Antiguo Régimen. Como entre Alemania y Rusia no hay barreras naturales importantes, varios Estados artificiales se levantaron en Europa del Este como muro de contención para evitar la aparición de una sola continuidad territorial. Mackinder fue uno de los defensores de la creación de un “cordón sanitario” en Europa del Este para evitar que una potencia europea organizase los recursos del Heartland para constituir un vasto imperio continental.

 

 

Los socialismos telúricos

 

La Revolución Bolchevique fue una suerte de prolongación del cordón sanitario de Europa del Este. En Moscú se instauró un régimen genocida que perfeccionó el terrorismo de Estado a niveles nunca vistos y que, con la ayuda de bancos neoyorkinos, londinenses, parisienses y suecos [8], se puso a exterminar con esmero a la familia Romanov, a los lealistas zaristas del Ejército Blanco, a los aristócratas, a los terratenientes, a los anarquistas ucranianos, a los cosacos y a los campesinos que se resistían a ser saqueados por un Politburó formado en su mayor parte por judíos que parecían estar llevando al cabo una venganza talmúdica contra el mundo eslavo, recreando las antiguas limpiezas étnicas anti-griegas de la época de las revueltas judías y la instauración del cristianismo en el Imperio Romano.

 

Con una Unión Soviética hostil a Occidente, la constitución de un eje eurasiático no era posible. Sólo el capital estadounidense parecía ofrecer refugio a la expansión del bolchevismo, que guarda muchas similitudes con el actual patrocinio de Al-Qaeda y el yihadismo internacional por parte de las mismas potencias que supuestamente la combaten.

 

 

Click para agrandar. Esta caricatura, procedente del ámbito lealista zarista y del Ejército Blanco, representa a León Trotsky, el organizador del Ejército Rojo, como un diablo que ha traido chinos al país para matar rusos.

 

La principal resistencia al bolchevismo en Asia Central vino de la mano de Ungern Khan, un general zarista que luchó para liberar Mongolia de chinos y comunistas y que, trabando contacto con las autoridades religiosas budistas y musulmanas, pretendió formar un frente tradicional para luchar contra el mundo subversivo y antitético surgido tras la revolución francesa y revitalizado con la revolución bolchevique de 1917. Con apoyo japonés, Ungern logró algunas victorias, como la toma de Urga, la capital mongola, pero traicionado por algunos de sus allegados, fue ejecutado por orden de Lenin en 1921.

 

Cuando los bolcheviques se hicieron con el control de Rusia, los emporios petroleros de Estados Unidos se apresuraron a asegurar fuentes de combustible que antes les estaban vedadas. Así, mientras los criminales de la CHEKA, la GPU, la OGPU y la NKVD torturaban y eslavizaban a los pueblos del Este y el Partido Comunista se enriquecía vendiendo grano al extranjero a la vez que los campesinos del Volga y de Ucrania morían de hambre por millones sin que la “Comunidad Internacional” moviese un dedo, la compañía Standard Oil (alma mater de las posteriores Exxon-Esso, Texaco-Chevvron, ConocoPhillips, Amoco, Marathon, etc.) de John D. Rockefeller, Jr. mantuvo importantes explotaciones petrolíferas en el Caspio. Vacuum Oil (posteriormente Mobil) firmaría un contrato con el sindicato soviético Naphta y le donaría 75 millones de dólares a la URSS. La Anglo-Persian Oil Company (actual British Petroleum, BP) incluso se las ingenió para suministrarle crudo pérsico a la URSS a través de Irán. Por primera vez en la historia, las potencias oceánicas tenían un pie en el Heartland. Gracias a estos movimientos, a la Unión Soviética —a diferencia de Alemania, que tuvo que encontrar maneras de sintetizar petróleo artificialmente— nunca le faltaría crudo durante la II Guerra Mundial, durante la cual además recibiría ayudas masivas por parte de Estados Unidos: 15.000 aviones de combate, 7.200 carros  blindados, 500.000 camiones jeep y tractores, 100 barcos de transporte, 12 millones de pares de botas, el 56% del combustible para aviones, miles de toneladas de explosivos, comida, material de transmisiones, miles de kilómetros de cable telefónico, el 74% de los neumáticos, el 80% del cobre, raíles de tren, locomotoras, vagones y toda clase de mercancías, víveres y municiones. Estados Unidos llegó a transportar fábricas enteras a la URSS, y en cuanto a los vehículos, el Ejército Rojo se limitaba a recibirlos y pintar de rojo la blanca estrella yanqui. El Imperio Británico no se quedó demasiado atrás en sus ayudas pro-soviéticas, con sus 6.500 aviones, 5.000 carros blindados, 4.000 piezas de artillería y materias primas por valor de 45 millones de libras esterlinas de la época. Esta insólita alianza comercial y económica para quitarse del medio a un protagonista regional que se había salido del guión, rara vez es rescatada por la historiografía oficial [9].

 

El enfrentamiento III Reich vs. URSS tenía muchos ingredientes propios de los antiguos enfrentamientos de la cruz contra la estrella y la media luna.

 

El ascenso al poder del NSDAP en Alemania fue una reacción directa del organismo nacional alemán contra la pinza capitalista-comunista que la estaba aplastando, así como contra las inauditamente duras medidas del Tratado de Versalles y la idea, generalizada en Alemania y Austria desde el Siglo XIX, de que los judíos tenían mucho más poder e influencia que les correspondía y de que además usaban ese poder para degradar y corromper a los pueblos que les acogían, siempre con fines de dominación. El cambio político en Alemania no hubiese sido posible sin el apoyo de varios grupos económicos y conglomerados de intereses, generalmente correspondientes al ámbito industrial-nacional y productivo (acuden a la memoria nombres como Krupp, Flick, Bosch, Siemens, Junkers, Rheinmetall-Borsig y otros). El NSDAP conquistó mentalmente a las clases obreras y campesinas del país y  la Gestapo aniquiló las estructuras de poder de la Masonería en Alemania y Austria —continuando en cierto modo los asesinatos selectivos que los miembros de la Sociedad de Thule habían llevado al cabo en los convulsos años que siguieron a la I Guerra Mundial. Alemania abolió el patrón-oro, el interés del dinero y la especulación, instauró el patrón-trabajo, entró en los mercados de Europa del Este y Sudamérica con el comercio de trueque, se negó a aceptar empréstitos de instituciones financieras internacionales, alcanzó el pleno empleo y su economía y ciencia despegaron de un modo pasmoso. Toda la sociedad alemana pasó a estar firmemente regimentada e integrada en diversas organizaciones políticas que buscaban vertebrar al pueblo alemán para convertirlo en una falange perfecta y étnicamente coherente: lo opuesto a la balcanización social promovida en nuestros días por la globalización. En el Este, los judíos habían conseguido acceder a Rusia, pero de repente, en su retaguardia, Alemania se revolvía contra ellos, colocándolos bajo la lupa, acabando con su influencia y promoviendo su emigración. Además, varias medidas de carácter racial y eugenésico buscaban mejorar poco a poco la raza del pueblo alemán para incrementar su manpower o capital humano, oponiéndose directamente tanto a las antiguas ideas cristianas como a las nuevas ideas demócratas igualitarias.

 

Pero a pesar de cosechar muchos éxitos, la Alemania nazi tenía también problemas. El más importante era el del espacio vital o Lebensraum. Matando mucho y bien, el Reino Unido había conquistado un vasto imperio, del que obtenía mano de obra y toda clase de materias primas, especialmente del Indostán. Otro tanto podría decirse de Francia en buena parte de África subsahariana, o de Estados Unidos (que había confinado a los indígenas a reservas) y de Rusia. Incluso países ridículamente pequeños en comparación con Alemania, como Holanda (que poseía grandes territorios en Indonesia y Sudamérica), Bélgica (que dominaba la mayor parte de la cuenca del Congo) y hasta Dinamarca (en Groenlandia) tenían enormes patios traseros. Pero Alemania, con sus 80 millones de habitantes, carecía de tal espacio vital desde que en 1919 le arrebataron sus posesiones africanas y todo el territorio que había conquistado en el frente oriental. Estos intentos de los aliados por cortar el acceso de Alemania a fuentes de materias primas estaban claramente diseñados para provocar el estallido de Alemania y por tanto otro sanguinario conflicto en la Europa continental.

 

El otro problema de Alemania era la masificación de tropas soviéticas en sus fronteras, cuyo objetivo era lanzar una megaofensiva para conquistar toda Europa. Para anticiparse a este ataque, Alemania necesitaba un corredor para transportar efectivos militares hacia la frontera con la URSS. Prusia Oriental (“principalmente de habla alemana y sentimiento Junker”) cumplía esta función, pero al estar separada del resto del territorio alemán por Danzig, se precisaba algún tipo de eje para conectarla. Polonia, presionada ferozmente desde Londres y París, se opuso vehementemente a cualquier proyecto que tendiese a romper el cordón sanitario del que formaba parte. El conflicto fronterizo germano-polaco se convirtió en la II Guerra Mundial en el momento en el que Reino Unido y Francia le declararon la guerra a Alemania —la URSS también invadió Polonia por el Este, pero los aliados nunca le declararon la guerra. El pacto Ribbentrop-Molotov, junto con el anterior tratado de Rapallo, fue lo más parecido que hubo a una colaboración germano-soviética a espaldas del mundo oceánico, y estaba sentenciado desde el principio que su duración sería más bien corta.

 

Todos los movimientos alemanes en Europa del Este eran recibidos con grandes protestas por parte de la “Comunidad Internacional” (es decir, por la Liga de Naciones, a su vez una organización globalista fuertemente controlada por logias masónicas y bancos atlantistas) porque el dominio alemán no se extendía sobre pueblos tercermundistas ni mano de obra pasiva, sino sobre pueblos europeos de gran potencial cuyo valor estaba fuera de toda duda, como los polacos, los checos o los eslovacos, y además se trataba de un territorio con gran cantidad de judíos, que tenían una enorme influencia en la política internacional y en el mundo económico. Dispersas entre estas nacionalidades, las poblaciones alemanas de Europa del Este eran una vanguardia precursora de una nueva marcha europea hacia el Heartland eurasiático. Para poner un dique a esta lenta colonización germánica del Este —que en el pasado ya había organizado Rusia y proporcionado la fuente de su aristocracia—, los aliados crearon una barrera de estados-tapones. Este muro norte-sur, del Báltico al Mediterráneo, debía cortar de tajo el movimiento oeste-este de la llamada Drang nach Osten (empuje hacia el Este de poblaciones germánicas). La idea de las potencias oceánicas era balcanizar Europa del Este y enfrentar a los germanos y los eslavos para debilitar cualquier concentración de poder en la estratégica región, cuyo dominio, siempre según Mackinder, ofrecía en bandeja el control del Heartland.

 

 

Click para agrandar. La presencia de poblaciones étnicamente alemanas muestra hasta qué punto Alemania y Austria se estaban empezando a convertir, a principios del Siglo XX, en candidatas a organizar los recursos humanos de Europa del Este y prolongar su penetración hacia el Heartland eurasiático. Entre Alemania y la URSS, el elemento germano y el elemento judío competían por dominar a los pueblos eslavos. Para aislar a estas poblaciones alemanas, los aliados crearon tras la I Guerra Mundial todo un cinturón de países artificiales que debían actuar como dique ante la germanización del Este, frustrando toda comunicación entre Europa Occidental y el Heartland. La intención de Hitler era romper este cerco y llevar la colonización germánica del Este al siguiente escalón. En la segunda imagen se muestran las fronteras del Heartland. Recordemos que entre la llanura germano-polaca y el Heartland no existen barreras naturales importantes, es una inmensa llanura desde Berlín hasta los Urales.

 

En sus “Conversaciones”, Hitler creía que un Estado Comercial Cerrado desde el Rhin hasta Vladivostok era perfectamente viable: “Europa es autosuficiente siempre que impidamos que exista otro Estado-mamut que pueda movilizar a Asia contra nosotros”. Tales “Estados-mamut” eran, por supuesto, el Imperio Británico y la Unión Soviética.

 

El plan de Hitler era seguir en cierto modo la estela de Napoleón y colonizar Europa del Este, especialmente Ucrania y el Volga, con granjeros alemanes de estirpe “nórdica” —considerada por los nazis la más fiable y creativa del mundo— gobernados a su vez por la SS como aristocracia militar y política. Era el modelo geopolítico de Blut und Boden, o “sangre y suelo”, preconizado por Karl Haushofer, el padre de la Geopolitik alemana. Hitler, que había vivido buena parte de su juventud en Viena, rechazaba el antiguo modelo “multicultural” de Austria-Hungría, que pretendía asimilar y germanizar culturalmente a las poblaciones sometidas. En el Reich agrario y productivo que tenía en mente el líder alemán para los territorios conquistados a la URSS, la población local eslava se vería reducida a la misma condición que tenían los hindúes en el Indostán británico. Dejándose llevar por su sueño de germanizar el Heartland étnicamente, Hitler decía a sus allegados que

 

Seremos el Estado más autárquico del mundo, incluso en lo que respecta al algodón. La única cosa que nos faltará será el café, pero ya sabremos agenciarnos alguna colonia que nos lo suministre. Tendremos madera en abundancia y hierro sin restricciones. En cuanto al manganeso, seremos el pueblo más rico del mundo. El petróleo correrá a chorros. Y el potencial de trabajo de los alemanes, utilizado aquí… ¡Dios mío!, ¿qué no nos dará?

 

Operación Barbarroja tenía claramente por objetivo arrebatarle a la Unión Soviética el control del Heartland, preferiblemente uniendo fuerzas con el Imperio Nipón, que debía invadir Siberia. También pretendía romper el muro de poblaciones judías que se extendían entre el Báltico y el Mar Negro desde la época de Catalina la Grande. Para ello, el régimen nazi empleó unidades que, como la SS, la SD, los Einsatzgruppen o la policía militarizada, llevaron al cabo masivas ejecuciones de judíos en el Frente del Este, acciones que constituyeron el verdadero holocausto judío de los años 40. A pesar de contar con el ejército más eficaz de la II Guerra Mundial, debido a la fuerte infiltración de la Inteligencia extranjera en Alemania, a las ofensivas del General Invierno, al anillo de espionaje “Lucy” (que pasaba información en un triángulo Berlín-Ginebra-Moscú), al hecho de tener que luchar en muchos frentes, a la chapuza estratégica resultante de la pugna entre las dos posibles operaciones Barbarroja (la conservadora del Estado Mayor de la Wehrmacht, que consistía en marchar directamente hacia Moscú como lo había hecho Napoleón, y la innovadora planteada por Hitler, de lanzar una tenaza a Leningrado y otra a Stalingrado para estrangular Moscú), a la escasez de petróleo y a que los militares alemanes desplegaron menos brutalidad que los soviéticos en el Frente del Este, la ofensiva alemana fracasó exactamente a las puertas del Heartland: en Stalingrado y a un tiro de piedra de Moscú.

 

La marcha de Alemania en realidad era la repetición moderna de la migración de los alemanes del Volga y otros movimientos alemanes hacia el Este. Las publicaciones SS solían inspirarse en el pasado de la Orden Teutónica y de los godos en Ucrania y Europa del Este para dotar de cobertura histórica e ideológica a sus campañas militares, la misma SS pretendía llegar a ser algún día una vanguardia de colonización y civilización al estilo de las legiones romanas o las falanges de Alejandro Magno. En el seno de las Waffen-SS estaba muy extendida la idea de que, tras la victoria de Alemania, estas unidades, cubiertas de prestigio, volverían a Alemania para ejecutar a los tibios, a los altos oficiales saboteadores y a los restos del poder burgués anterior a 1933. Pero el mundo plutocrático no podía permitir que la historia volviese a repetirse y que surgiese en Eurasia un imperio hostil. En las estremecedoras palabras de Mackinder (“The round world and the winning of the peace”, 1943), “una corriente de contra-filosofía limpiadora debe barrer la magia negra de la mente alemana”. Escribía el inglés:

 

Desde Casablanca [10] vino hace poco la llamada para destruir la filosofía alemana dirigente. Eso sólo puede hacerse irrigando la mente alemana con el agua limpia de una filosofía rival. Asumo que, digamos, dos años después de dada la orden de alto el fuego, los aliados ocuparán Berlín, juzgarán a los criminales, fijarán fronteras inmediatamente y completarán otros tratamientos quirúrgicos para que la vieja generación alemana, que morirá impenitente y amarga, no pueda volver a malrepresentar la Historia a la generación joven. (…) Sin embargo, el canal contaminado puede limpiarse de forma muy efectiva si estuviese controlado por fuertes establecimientos de poder a ambos lados —poder terrestre al Este, en el Heartland, y poder marítimo al Oeste, en la cuenca del Atlántico Norte.

 

Mackinder, quizás sabiéndolo plenamente, estaba describiendo la instauración de la Escuela de Frankfurt (alma mater del pensamiento políticamente correcto y “progre”), del Pacto de Varsovia y de la OTAN, con el objetivo de destruir al pueblo alemán como comunidad guerrera y al Estado alemán como nación soberana capaz de albergar su propia voluntad y de vertebrar la Europa cntinental en contra de los poderes extranjeros. Estas medidas debían completarse con la aniquilación de Prusia, donde se encontraba la fuente de la tradición militar alemana, y la brutal limpieza étnica de prusianos en lo que hoy son territorios polacos. Puesto que el mismo Mackinder decía que el alemán del norte se encontraba “entre las tres o cuatro razas más viriles de la Humanidad”, no se podía permitir de ninguna manera que esta raza volviese a organizar el potencial de Europa del Este constituyéndose en un poder alternativo al bolchevique de Moscú y el plutocrático de Nueva York y la City de Londres —ambos fuertemente serviles a la internacional judía y a los intereses de la usura globalista.En aras de este siniestro plan de ingeniería geopolítica, millones de mujeres, niñas y hasta ancianas alemanas y eslavas fueron violadas, la atrocidad, la hambruna, las enfermedades y el terror se enseñorearon de Europa del Este, se alzaron campos de concentración para prisioneros alemanes, se arrasaron ciudades enteras en Centroeuropa (la doctrina genocida del strategic bombing fue ideada por dos judíos, Solly Zuckerman y Frederick Alexander Lindeman, alias Lord Cherwill, además de Arthur Harris, un inglés enfermizamente germanófobo), millones de ciudadanos fueron privados de sus derechos más básicos, la industria alemana fue aniquilada en un intento de hacer retroceder el país a la Edad Media, el arte nacionalsocialista fue destruido de forma parecida al arte clásico en el Siglo V y los británicos entregaron en masa a los refugiados cosacos a Stalin, a sabiendas de que serían exterminados. Ni el Plan Morgenthau (ideado por el secretario de la Tesorería de EEUU, el judío Henry Morthenthau, Jr.), ni el panfleto “Germany Must Perish” (escrito por el igualmente judío Theodore N. Kaufman), que pedía directamente el desmantelamiento de Alemania y la práctica castración del pueblo alemán, llegaron a ejecutarse al 100% debido a la reticencia de muchos generales aliados, entre ellos el estadounidense Patton, cuya idea sobre el trato que debía recibir un enemigo valeroso vencido no coincidía con el revanchismo de generales genocidas como Eisenhower —también judío—, para el cual “desnazificación” era una palabra en clave para “genocidio”. Aun así, las políticas de los aliados costaron entre 9 y 12 millones de vidas alemanas.

 

 

La Guerra Fría

 

En la Unión Soviética, se había operado un cambio notable. Stalin, que era un estadista más bien despiadadamente pragmático, se dio cuenta durante la II Guerra Mundial que la “lucha de clases”, el ateísmo y la filosofía de “arriba parias de la Tierra” podía resultar atractiva para intelectuales decadentes, judíos de Brooklyn y lumpen callejero descastado, pero no para los millones de campesinos eslavos y ortodoxos que iban a morir por la Patria en la guerra más feroz de la historia de la humanidad. Reconociendo este hecho, Stalin cambió el himno “La Internacional” por un himno nacional, intentó captar para la lucha contra el invasor a la Iglesia Ortodoxa rusa y hasta dio discursos recordando a “nuestros antepasados” Alexander Nevsky y Dimitri Donskoi. Stalin, naturalmente, era un georgiano con algunos ancestros judíos y su linaje paterno G2a1a no tenía nada que ver con el predominante R1a de la mayor parte de rusos, pero se vio obligado a echar mano de estos mitos para inspirar a los eslavos en su lucha contra los germanos.

 

Este viraje de Stalin sellaba definitivamente su ruptura para con la causa internacionalista, representada por el fantasma de León Trotsky, y convertía a la URSS en un Estado nacional. Cuando en 1948 se estableció en el Levante el Estado de Israel, no tardó en quedar claro que el joven país caería bajo la órbita atlantista. En Octubre de ese año, la embajadora de Israel, Golda Meir, visitó una sinagoga en el centro de Moscú. Reuniéndose por miles para honrar a la dignataria, los judíos alarmaron a las autoridades, que vieron en el sionismo una amenaza hacia el nacionalismo soviético. En la purga antisemita de 1948-1953, “cosmopolitas sin raíces” pasó a ser una frase en clave para “judíos sionistas” y se produjeron varios golpes de mano contra la influencia judía en la Unión Soviética, incluyendo el arresto y ejecución de los miembros del Comité Judío Antifascista (acusados de “nacionalismo burgués”, refiriéndose al israelí, y de querer instaurar en Crimea una república judía satélite de Estados Unidos) y la no muy objetivamente llamada Noche de los Poetas Muertos, en la que varios escritores judíos son ejecutados en secreto en la temida prisión moscovita de Lubianka.

 

En estos extraños hechos del stalinismo tardío existieron razones geopolíticas fuertemente relacionadas con Israel y la formación de la OTAN (1949), pero también hubo otros factores, como la rivalidad entre la GRU (servicio de Inteligencia militar con lazos zaristas) y la NKVD (servicio de Inteligencia política y de seguridad del Estado) y el hecho de que Stalin tuviese siempre esa paranoia emanada de saber que los mismos que lo colocaron en el poder podrían deponerlo cuando quisieran. Las campañas antisemitas de Stalin culminaron con la conspiración de los médicos judíos: según Stalin, un círculo de médicos de Moscú, todos ellos judíos, conspiraban para envenenar a altos mandatarios soviéticos, incluyendo al mismo Stalin, habiendo conseguido ya asesinar a Andrei Zhdanov (quien iba a ser su sucesor). El caso terminó por afectar a los judíos en general, ya que muchos fueron despedidos de sus trabajos, arrestados, mandados al archipiélago Gulag o ejecutados. Durante los juicios, aparecieron publicaciones antisemitas en los medios de comunicación soviéticos y el viejo antisemitismo ruso parecía estar reviviendo: se cerraron escuelas, teatros y museos judíos, se disolvieron coros y la literatura judía, antaño protegida por el régimen, se suprimió de las bibliotecas. ¿Volvían tiempos de pogromos a Rusia? Los judíos empezaron a ser sistemáticamente apartados de puestos dirigentes en el Ejército, la administración, la prensa, las universidades y el mundo judicial. El proceso se expandió a muchos países del futuro Pacto de Varsovia: en la lejana Checoslovaquia, el presidente Klement Gottwald anunciaba que “durante la investigación y juicio del centro conspirativo anti-estatal descubrimos un nuevo canal por el que la traición y el espionaje penetran en el Partido Comunista: el sionismo” [11]. Stalin también firmó sentencias de muerte para Rumanía, Hungría, Austria, Alemania Oriental y otros países de Europa del Este.

 

Esta caricatura, que parece más propia de panfletos antisemitas nazis como “Der Stürmer” que de una publicación soviética, apareció en la revista “Krokodil” en Enero de 1953. Un médico judío, pagado por Estados Unidos, es desenmascarado por los servicios del Estado. En el mismo número, la revista ataca a los banqueros occidentales, a los “reyes del armamento”, a los generales nazis, al Vaticano y a la “conspiración sionista”.

 

La comunidad judía empezó a temer que el proceso a los médicos era un pretexto para deportar a todos los judíos de la URSS a campos de concentración en Siberia. Sin embargo, estos planes, ya discutidos en el Politburó, se detuvieron con la misteriosa muerte de Stalin en 1953. El principal beneficiario y probable artífice de su muerte, el judío Lavrenti Beria, sería depuesto meses después por un golpe de Estado dirigido por Nikita Khrushchev, antiguo encargado de las operaciones en Stalingrado, y el mariscal Zhukov. Beria fue interrogado en la Lubianka y luego el general Batitsky le dio un tiro en la frente. Es casi seguro que el turbio asunto de los médicos judíos no llegará a desvelarse nunca del todo. Sin embargo, una cosa está clara: para que la Unión Soviética pasase, de ser un Estado claramente creado y controlado por judíos y de ser el primer país en reconocer al Estado de Israel, a perseguir a los susodichos al más puro estilo zarista y alinearse con potencias anti-israelíes como Egipto y Siria —donde era fuerte la influencia de la antigua Inteligencia alemana—, algo muy raro tuvo que pasar.

 

Lo que sí sabemos con certeza es que la URSS se convirtió en un poder nacional y anti-globalización. Es así cómo en el “Diccionario Soviético de Filosofía” de 1965 podemos leer que el Cosmopolitismo es una

 

Teoría burguesa que exhorta a renunciar a los sentimientos patrióticos, a la cultura y a las tradiciones nacionales en nombre de la “unidad del género humano”. El cosmopolitismo, tal como lo propugnan ideólogos burgueses contemporáneos, expresa la tendencia del imperialismo al dominio mundial. La propaganda del cosmopolitismo (de la idea de crear un gobierno para todo el mundo, &c.) debilita la lucha de los pueblos por su independencia nacional, por su soberanía como Estado.

 

En la época de la Guerra Fría, dos son los movimientos notables en el seno del Heartland: uno es la Ruptura Sino-Soviética, en la que China se alejaba de la URSS para acercarse a EEUU. Tras este suceso, India quedaría alineada con la URSS y Pakistán con EEUU. Varios hitos marcan el acercamiento de China a EEUU y por tanto la consolidación de Chimerica, a su vez imprescindible para la futura globalización. Si el lector gusta, podemos repasar estos hitos en imágenes:

 

 

 

 

Mackinder había escrito en “The round world and the winning of the peace” que

 

A su debido tiempo, China recibirá capital a una escala generosa como deuda de honor, para ayudarla en su romántica aventura de construir para un cuarto de la humanidad una nueva civilización, ni muy oriental ni muy occidental. Entonces el ordenamiento del Mundo Exterior será relativamente fácil, con China, los Estados Unidos y el Reino Unido liderando el camino.

Lo que estos lazos transpacíficos implican es que la Revolución Comunista en China fue en realidad otro episodio más de las Guerras del Opio del Siglo XIX. EEUU pretendía fortalecer el Partido Comunista Chino para luchar contra los japoneses primero, y después contra los nacionalistas de Chiang Kai Chek, retratado por los miembros de la Dixie Mission como “fascista” y “señor feudal”. Masivamente financiados por el tráfico de opio [12], los maoístas prepararon China para su futuro tecnoindustrial al servicio de la globalización: las tradiciones chinas fueron aniquiladas, la intelligentsia exterminada y las políticas agrarias e industriales del “Gran Salto Adelante” (1958-1961) produjeron decenas de millones de muertos. La Revolución Cultural de 1966-1971 purgó la mayor parte de los vestigios de la tradición china arremetiendo especialmente contra los maestros, profesores y ancianos: ahora el Antiguo Régimen tocaba a su fin también en China, ahora el gigante asiático estaba al fin listo para converger con la plutocracia occidental, que procederá a “hongkongizar” todo el país gradualmente. El término de la Revolución Cultural verá una serie de encuentros entre altos mandatarios de China y Estados Unidos.

David Rockefeller, tras haber visitado el país, declaró en el “New York Times” (10 de Agosto de 1973) que “Cualquiera que haya sido el precio de la Revolución China, obviamente ha tenido éxito no sólo en producir una administración más eficiente y dedicada, sino también en exaltar la moral y el propósito de comunidad. El experimento en China bajo el liderazgo de Mao es uno de los más importantes y exitosos en la historia humana”. Gracias a la apertura de China, el banco rockefelleriano —el Chase Manhattan Bank—, se convirtió en el primer socio estadounidense del Banco Nacional de China, y Washington reconoció al régimen chino (en detrimento de Taiwán), permitiéndole entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU. Todas estas operaciones de ingeniería social y económica explican el actual estatus de China como puntal esencial de la globalización capitalista y neoliberal.

 

El otro gran movimiento en el Heartland, junto con la Revolución Islámica de 1979 en Irán, fue la relación entre la URSS y Afganistán, que producirá el movimiento del “yihadismo internacional” cuando los servicios de Inteligencia de EEUU, Reino Unido, Arabia Saudí y Pakistán se involucren en el conflicto. Los planes estratégicos del general Shtemenko (que estaba en la lista negra de los “médicos judíos”), uno de los más destacados geoestrategas de la URSS junto con el almirante Gorshkov y el mariscal Ogarkov, incluían una penetración pacífica y cultural en Afganistán, además de la entrada de tropas soviéticas en varias capitales árabes (Damasco, Beirut, El Cairo, Argel). La invasión afgana de 1979 fue un gran error del alto mando soviético, ya que desestabilizó Asia Central, precipitó a Afganistán al fundamentalismo islámico y contribuiría a la sangría económica y al malestar social que a su vez tendrían peso en el derrumbamiento de la URSS o, en palabras de Vladimir Putin, “la mayor catástrofe geopolítica del Siglo XX”.

 

 

La globalización

 

Después de la caída del Telón de Acero, la URSS perdió la mitad de su población y un cuarto de su superficie, convirtiéndose en la Federación Rusa. Durante el reinado caótico de Boris Yeltsin de 1991-1999, Rusia fue saqueada por oligarcas mafiosos —la mayoría judíos— y por multinacionales extranjeras. La OTAN aprovechó para ganar influencia en las repúblicas ex-soviéticas y los servicios de Inteligencia atlantistas establecieron hubs en la misma Federación. Parecía que una cultura y un poder iban a conquistar el mundo: una corriente absoluta y mundial, neomarxista en lo cultural y capitalista-neoliberal en lo económico.

 

En esa época quedó claro que los globalistas son los internacionalistas de nuestro tiempo, los nuevos “cosmopolitas sin raíces” que pretenden disolver todos los pueblos, Estados, religiones y señas de identidad en aras de un Gobierno Mundial o mundo unipolar, que, controlado por una minúscula élite financiera —la cual por supuesto no se disolverá en el maremágnum étnico que promueve para los demás—, dominará a un rebaño mundial descastado y sin puntales de identidad colectiva en torno a los cuales organizarse. La deslocalización empresarial, la desertización industrial de Occidente, la deuda, el interés, el narcotráfico, el feminismo, la trata de blancas, la inmigración masiva, los atentados terroristas de falsa bandera y la ingeniería social para modificar el comportamiento de pueblos enteros, son las armas de los nuevos cosmopolitas sin raíces. Es la forma moderna del monoteísmo (pensamiento único, uniformización) contra el politeísmo (diversidad de centros de poder y pensamientos).

 

Pero estos cosmopolitas son los meros siervos de una entidad que, como los Estados y las multinacionales, se comporta también como un organismo vivo: el Capital. El dinero —cuando no equivale a trabajo realizado o productos producidos, siendo dinero sin más y por tanto una abstracción extremadamente peligrosa— es el Diablo, y las grandes concentraciones de capital tienden demasiado fácilmente a adquirir voluntad propia y luchar por sus propios intereses: concentrarse e incrementarse para apropiarse del trabajo humano, de las mercancías que elabora y de las personas que viven para producirlas y consumirlas. Para ello, naturalmente, el Gran Capital debe expropiar las modestas concentraciones de dinero que no se encuentran en sus manos, especialmente los fondos soberanos de los Estados y los ahorros del ciudadano corriente: para que unos pocos puedan ser muy ricos, unos muchos deben ser muy pobres.

 

La situación en Rusia se ha ido revirtiendo después de 1999, en un lento proceso de reconstrucción del antiguo poderío ruso gracias al cual hoy la Federación vuelve a ser una superpotencia capaz de tratar de tú a tú con el resto de pesos pesados del tablero mundial. Cuando en 2006 el oligarca Mijail Jodorkovsky fue internado en una prisión siberiana, después rajado en la cara por un recluso y después puesto en confinamiento solitario, cuando en 2009 Putin sentó a la mesa a varios oligarcas y forzó a Oleg Deripaska, el hombre más rico de Rusia, a firmar un documento clave, cuando en 2013 Boris Berezovsky fue encontrado muerto en Inglaterra, el mensaje quedó lanzado: Rusia no es un apéndice de la globalización decretada desde la City londinense y Nueva York, es otro poder independiente con sus propios intereses. Los movimientos estratégicos que han tenido lugar tras la caída del Telón se verán en la segunda parte de esta serie de artículos.

 

 

 

NOTAS

 

[1] Oxo u Oxus era el nombre griego del río Amur Daria (Pamir).

 

[2] El nombre griego del Syr Daria.

 

[3] Great Lowland en la versión original.

 

[4] Iranian Upland en la versión original.[5] “The Geographical Pivot of History”, 428.

 

[6] Más información:

http://es.wikipedia.org/wiki/Grecobudismo

 

[7] Como conquistadores de India procedentes del Heartland podemos citar los indo-arios, los macedonios y los mongoles (dinastía Moghul, todavía vigente en el Siglo XVIII). No puede subestimarse tampoco la influencia persa: el persa era en muchos lugares de India el idioma culto de las élites sociales hasta la llegada de los ingleses.

 

[8] Familia Schiff (Jacob H. y Mortimer L.), hermanos Warburg (Max, Felix y Paul), Armand Hammer, Kuhn Loeb & Co., Otto H. Kahn, JPMorgan Chase, Max Breitung, Jerome H. Hanauer, Isaac Seligman, Solomon y Daniel Gugenheim, Samuel MacRoberts (National City Bank), Lazard Frères (París), Gunzbourg (París, San Petersburgo, Tokio), Speyer & Co. (Frankfurt, Londres, Nueva York), etc. Olaf Aschberg, del banco Svensk Ekonomiebolaget (Estocolmo) tuvo un importante papel de intermediario, estando al frente del Ruskombank (el Banco Internacional soviético, posteriormente Vneshtorgbank) y actuando como agente del neoyorkino Guaranty Trust Company de la familia Morgan. El Gosbank (Banco Central soviético, supuestamente estatal) tenía socios privados: el más importante era Armand Hammer, de Occidental Petroleum (Actual Oxy, representada por Al Gore).

 

[9] Y ver aquí:

http://www.o5m6.de/Routes.html

 

[10] Se refiere a la Conferencia de Casablanca de 1943. Allí los aliados acordaron buscar de las potencias del Eje la rendición incondicional. Que Alemania no aceptase una rendición incondicional significaba que lucharía hasta la aniquilación y que la guerra se prolongaría hasta el corazón del país.

 

[11] Y ver aquí:

http://jcdurbant.wordpress.com/2007/11/14/guerisseurs-empoisonnneurs-l%E2%80%99etrange-double-statut-des-medecins-juifs-dans-le-discours-antisemite-among-my-doctors-there-are-many-zionists/[12] La financiación de los maoístas con dinero negro procedente del narcotráfico del opio es un hecho poco mencionado en la historia oficial. En la garganta de Nanniwan, provincia de Shaanxi, los comunistas chinos montaron en 1941 un comité de producción de opio al mando de Ren Bishi, en respuesta al bloqueo económico por parte del ejército japonés y el Kuomintang. El opio financió las primeras repúblicas soviéticas en China: Jiangxi y Yan’an. Más información sobre el tráfico de opio y el movimiento comunista-maoísta en:

 

“New Perspectives on the Chinese Communist Revolution”, The Blooming Poppy Under the Red Sun (Tony Saich, Hans J. Van de Ven).

 

“The Blooming Poppy under the Red Sun: The Yan’an Way and the Opium Trade”, (Chen Yongfa, 1995).

 

“Diario de Yan’an”, Peter Vladimirov (ver aquí).

 

http://www.chinauncensored.com/index.php?option=com_content&view=article&id=102:opium-saved-the-communist-party&catid=35:history-a-culture&Itemid=30  


Vikingos varegos en la Hispania eslavo-musulmana

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Vikingos varegos en la Hispania eslavo-musulmana

http://rueda-solar.blogspot.com.es/2010/09/vikingos-varegos-en-la-hispania-eslavo.html

Si en los últimos tiempos, hay una tesis que cobra fuerza y trae de cabeza a historiadores y arabistas de Hispania, es la posibilidad de que los saqalibas fueran vikingos varegos procedentes de Bizancio.
Los saqalibas eran esclavos traídos por los árabes desde los países del este de Europa. Principalmente Rusia, Bielorrusia, Polonia, y Ucrania. Estos esclavos capturados en esas tierras, eran islamizados y conducidos a Hispania como refuerzo militar de las minorías nobles árabes en el poder. Dicho de otra forma… eran o fueron en gran parte durante la casi totalidad de la edad media hispánica, la fuerza de choque que formo los ejércitos musulmanes, junto con los hispanos conversos de Andalucía. Con la excepción de la llegada de numerosas tropas de refuerzo en casos puntuales procedentes África. Como Almorávide o Almohades, quieres llegaron para ayudar y apoyar a sus hermanos de religión.
La importancia de los saqalibas fue tal, que llegaron a formar reinos musulmanes eslavos en algunas partes de nuestra península. Siendo la mas conocida la taifa de Valencia, dominada por eslavos musulmanes durante casi toda la alta edad media.
Normalmente se suele incluir a los eslavos musulmanes (saqalibas) y a los visigodos islamizados (muladíes), dentro del concepto de “hispania árabe”. Pero realmente no eran o pertenecían al pueblo árabe como tal, aunque compartieran su religión. Es mas, los eslavos de Al andalus, fueron quizás de los pueblos que mas se revelaron contra los poderes árabes propiamente dichos, buscando o pretendiendo casi siempre una relativa independencia de ellos.
Como hemos dicho al principio de este texto, una de las tesis que cobra fuerza poco a poco entre historiadores y arabistas hispánicos de esos tiempos. Es la posibilidad de que los saqalibas no fueran otra cosa mas que vikingos varegos procedentes de la caida Bizancio (entre otros), islamizados y llegados a Hispania para luchar como mercenarios en defensa de los reinos islámicos.
Al respecto hay un documento en ingles (lo lamentamos) de Michal Warczakowski llamado eslavos musulmanes en España. Que arroja numerosos datos al respecto.
Podéis acceder a el pinchando aquí

 


El lado oscuro del dinero


Soberanía del Estado – Jacques de Mahieu

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por Jaime María de Mahieu

48. El Estado, soberano de facto

De nuestro análisis anterior sobresale que el poder político que el Estado ejerce no abarca los poderes especializados cuyos titulares son naturalmente, en los distintos grados de la jerarquía social, las autoridades particulares de los grupos y federaciones. Pero no por eso constituye lisa y llanamente un poder más.

Por una parte, en efecto, el Estado domina, merced al poder que le corresponde en exclusividad como grupo funcional y que procede, por tanto, de su poderío orgánico, a las fuerzas constitutivas cuya síntesis realiza. Impone sus decisiones a cada una de ellas, así como a su eventual coalición. Dicho con otras palabras, es soberano en el orden interno. Por otra parte dispone del poderío que va creando por su acción dialéctica y que procede del organismo social entero.

Ahora bien: disponer de un poderío es poseer ipso facto el poder correspondiente. Al Estado, en efecto, corresponde dirigir a la Comunidad en su confrontación con el medio que la rodea, vale decir, imponer su propia afirmación a las Comunidades rivales que ejercen sobre ella una presión constante, sin que, por falta del órgano indispensable, los antagonismos así suscitados se superen nunca. El Estado, por tanto, también es soberano en el orden externo. En ambos casos su poder sólo está limitado por el poderío de que dispone y por las exigencias de su función, que le impiden usar tal poderío (salvo, desde luego, por falta de visión política) en contra de los intereses de la Comunidad.

Captamos aquí el error panjurista común de la mayor parte de los autores de tratados políticos. La soberanía de ninguna manera, una atribución dada al órgano comunitario en nombre de un principio o, peor aún, de una teoría, sino por el contrario, un atributo esencial del Estado. Es perfectamente legítimo, por cierto, estudiar su origen, pero no antes de haber comprobado su existencia y su naturaleza.

Ahora bien: acabamos de ver que, en sus dos aspectos complementarios, la soberanía es inseparable de la función de síntesis que corresponde necesariamente al Estado. Este es, por tanto, soberano de facto, soberano por naturaleza, puesto que no puede perder su función sin desaparecer.

¿Se nos objetará que la soberanía está ligada al poderío, y no al poder que sólo es su expresión, y que por consiguiente, si bien el Estado es en efecto soberano en sí en el orden interno, no lo es en el orden externo sino por delegación de la Comunidad? Sería olvidar dos cosas. En primer lugar, que el poderío comunitario no existe sino por Estado. Sin éste sólo habría poderíos antagónicos que se anularían en el caos. En segundo lugar, que el Estado nunca es otra cosa que el delegado de la Comunidad, no dentro de algún proceso temporal que supondría una preexistencia separada del órgano y del organismo, sino en cuanto es el resultado de una especialización interna del conjunto unitario de que forma parte como instrumento de unificación y afirmación.

El poderío organísmico de la Comunidad no es concebible sino en el Estado, que tiene por función crearlo y proyectarlo, pero el poderío orgánico del Estado sólo es concebible dentro de la Comunidad, puesto que es de naturaleza funcional. Si bien es legítimo, por tanto, distinguir, como lo hemos hecho, el poder que realiza la síntesis y el que emana de dicha síntesis, no es posible separar de ellos la soberanía, que en ambos casos es comunitaria y en ambos casos reside en el Estado.

49. Soberanía y legitimidad

Más seria parece, a primera vista, la objeción fundada en la legitimidad del Estado. Si, en efecto, como acabamos de demostrarlo, la soberanía es un hecho ligado al ser mismo del órgano de síntesis y sólo depende, por tanto, del poder, vale decir, en última instancia, de la fuerza, parece que es independiente de la intención histórica. Dicho de otro modo, un Estado ilegítimo según nuestra propia concepción del capítulo II, un Estado que, por una u otra razón, no asegurara de manera satisfactoria la afirmación presente y futura de la Comunidad, sería tan soberano como aquel que desempeña perfectamente sus funciones.

Semejante razonamiento estriba en un malentendido. Es exacto que la legitimidad no constituye el criterio de la soberanía. Pero no por eso están separados ambos conceptos: es la soberanía la que constituye el criterio de la legitimidad. ¿Nos contradecimos? ¿Reducimos la legitimidad a una mera comprobación de poder después de haberla hecho dimanar de una eficacia intencional? No, en absoluto. Si bien, en efecto, la soberanía procede del poder dicho poder nace de la síntesis comunitaria. Y cuando dicha síntesis se realiza, el grupo social que constituye su instrumento es legítimo. O, de modo más preciso, pues una clasificación de las minorías dominantes en legítimas e ilegítimas siempre resulta un tanto simplista: el Estado es legítimo en la medida exacta en que realiza la síntesis comunitaria.

No hay, por tanto, Estado ilegítimo, pues el grupo que asumiera sin cumplir con ellas las funciones de conciencia, de mando y de síntesis de la Comunidad no sería un Estado. Sólo por una abusiva simplificación de lenguaje hablamos de Estado usurpador: no hay sino Estado usurpado o, mejor dicho, Estado ocupado. Debajo de la ocupación oligárquica o tecno-burocrática, el Estado subsiste, legítimo en la medida en que asegura la permanencia de la Comunidad. Pero está avasallado por una minoría usurpadora que limita su soberanía subordinando a intereses particulares el poder que él conserva, y falseando así el proceso de síntesis, que sigue desarrollándose, aunque de modo insatisfactorio.

En cuanto al Estado que, por debilidad, provoca una crisis revolucionaria, deviene ilegítimo en la medida en que pierde su poder, vale decir, su soberanía. Decimos adrede: deviene ilegítimo. Nunca lo es plenamente. Pues su ilegitimidad absoluta supondría una total incapacidad de síntesis, luego la desintegración de la Comunidad y su propia desaparición.

Es ésta la razón por la cual la revolución nunca señala el reemplazo de un Estado por otro, sino la liberación o el refuerzo del Estado existente por parte de una minoría que poseía ya antes de actuar la conciencia de la intención comunitaria y un poderío propio, pero a la cual faltaba, para ser el Estado, la función, que seguía estando en manos del grupo usurpador o incapaz. Virtualmente legítima, la minoría revolucionaria no llega a serlo efectivamente sino por su incorporación al Estado preexistente, al que devuelve su plena soberanía.

¿Significa esto que el Estado sólo es, en si, una forma vacía que viene a llenar sucesivamente minorías más o menos legítimas? No, pues una forma vacía no puede ser soberana, y una minoría usurpadora haría entonces al Estado totalmente ilegítimo, lo que no es posible, como acabamos de verlo.

El Estado es, en realidad un complejo de funciones necesariamente encarnadas en un grupo social, que se identifica más o menos con ellas y es susceptible de modificaciones internas tanto como de reemplazo. La minoría dirigente, en consecuencia, sólo es el Estado en la medida en que cumple dichas funciones que, en sí y luego en lo absoluto, suponen la soberanía integral y, por eso mismo, la legitimidad sin reserva ni restricción.

50. El marco histórico de la soberanía

Pero no nos movemos aquí en el campo de la metafísica. Sin duda no está vedado, por peligroso que sea, hablar de soberanía, dando al término un valor ideal absoluto, como resultado de un proceso lógico de abstracción. Pero el concepto así elaborado en nuestra mente no es expresión de lo real, ni menos aún lo real en sí. No tenemos derecho a proyectarlo en la historia.

La soberanía no tiene nada de una Idea platónica que informe al Estado. Tampoco la podemos considerar un valor en si que constituya el criterio de nuestros juicios políticos. Ni siquiera tiene existencia propia. Sólo la captamos en cuanto atributo de un órgano social de eficacia relativa que evoluciona junto con el organismo cuya permanencia asegura, y que, por lo tanto, está sumergido por naturaleza en la duración histórica que crea. Vale decir que la soberanía encarnada, la soberanía real, está sometida a la autodeterminación comunitaria y al condicionamiento por el medio. Expresa un poderío dado en su confrontación con los obstáculos que se oponen a su expansión. Y dicho poderío evidentemente no es nunca total ni absoluto puesto que corresponde a tal organismo social en tal momento de su evolución, a una Comunidad cuyo presente surge de un pasado que ya no corresponde al Estado modificar aunque puede, en la medida de su poderío, modificar su expresión actual.

Dicho con otras palabras, el órgano soberano actúa sobre datos que representan la materia prima de su creación histórica y que lo comprometen por su sola existencia. El poder que nace de su poderío en cuanto grupo funcional sólo crea el poder que procede de la afirmación sintética del conjunto en un conflicto permanente con las supervivencias consuetudinarias y jurídicas que son inseparables del presente comunitario porque constituyen la memoria del organismo, una memoria que no está hecha solamente de ideas y hábitos individuales, sino también de relaciones sociales vivientes.

En el orden interno la soberanía del Estado está limitada, pues, por el medio comunitario en cuyo seno se desempeña y fuera del cual no se la podría concebir, puesto que sólo tiene existencia con respecto a él.  Ahora bien: dicho medio tiene una tradición política enraizada con la cual viene el Estado a tropezar cada vez que tiende, por una u otra razón, a innovar. Lejos de encontrar su fuente en el Derecho o la Costumbre, como a veces se sostiene, la soberanía se ve, por el contrario, atada por una concepción y un sentimiento del Estado que no responden necesariamente, en sus líneas generales, a las exigencias presentes de la situación (y nunca, por el mismo hecho de la evolución, responden de modo completo); concepción y sentimiento que no son sino la superestructura ideológica de un sistema institucional dotado de cierta fuerza de resistencia.

En el orden exterior, la limitación resulta todavía más clara, aunque se la niega generalmente por orgullo comunitario o por hipocresía panjurista. Bien se podrá proclamar la soberanía absoluta, en las relaciones internacionales, de los Estados contemporáneos. De hecho, los mismos términos que acabamos de emplear son contradictorios, puesto que toda relación supone una relatividad de los poderes en presencia.Un Estado sólo tendría soberanía absoluta si no encontrara ningún otro poder que se opusiera a él.

¿Cómo no ver, además, que las relaciones entre Estados, incluso su expresión jurídica real, derivan de sus poderíos respectivos? Nada más natural, puesto que, por una parte, un poder que sólo encuentra resistencias mínimas tiende a afirmarse por expansión y, por otra, la presión de la Comunidad fuerte sobre la Comunidad débil constituye para esta última una condición de existencia a la que tiene que adaptarse.

Cualquiera sea, pues, el aspecto en que se considere el problema, la soberanía procede de un poder, y el poder está en función del poderío que expresa en su relación con los poderíos que forman el marco histórico de su afirmación.

51. El mito de la soberanía

¿De dónde viene, en semejantes condiciones, que estadistas y técnicos sean, por lo general, reacios a admitir el hecho tal como se presenta y se amparen en el origen trascendente, real o supuesto, de la soberanía?

Parece, a primera vista, que lo perderían todo si negaran al Estado que constituyen o preconizan un atributo que asegura su independencia, para reemplazarlo por una mera atribución siempre discutible. Pero ésta no es sino una ilusión racionalista. Si el conductor de la Comunidad insiste en declararse apoderado directo – y no por mediación del orden natural – de Dios o de los hombres es porgue así pone fuera de todo alcance un poder que en el plano político real siempre es susceptible de críticas más o menos fundadas.

Órgano social humano, el Estado nunca desempeña sus funciones de un modo perfecto y su legitimidad, tal como la hemos definido en relación con la intención histórica comunitaria, siempre puede ser puesta en duda, de buena o mala fe, por tal o cual coalición de descontentos o de ambiciosos.

La situación es distinta si se admite que el Estado recibe directamente su poder de una potencia soberana absoluta. Ya no necesita, entonces, justificar sus actos. Su legitimidad ya no depende sino de la autenticidad de una delegación cuyas normas de procedimiento fija el mismo beneficiario. De simple atributo funcional, la soberanía se convierte así en un mito, vale decir, en un complejo confuso y variable de imágenes abstractas y concretas que expresa, en una afirmación global, rebelde a todo análisis, un poderío y un derecho que se escapan, de aquí en adelante, del dominio de los hechos relativos para situarse en el campo de lo absoluto.

De tal transposición el Estado saca una doble ventaja. En primer lugar elude cualquier reproche de incapacidad: los descontentos tendrán que dirigirse a todopoderoso Soberano, único responsable en última instancia. Pero, sobre todo, adquiere a los ojos de los miembros de la Comunidad un carácter sobrenatural, en el sentido etimológico de la palabra, que multiplica su poder. El mito siempre tiene más eficacia que el razonamiento cuando se trata de influir en el mayor número, muchedumbre, masa o pueblo.

En primer lugar, porque se impone más fácilmente por el hecho mismo de que su aceptación no exige esfuerzo alguno; en segundo lugar, porque no le son oponibles ni las realidades inmediatas ni los argumentos. En el orden del pragmatismo puro – el del Estado – las teorías de la soberanía sólo tienen valor en la medida que logran convertirse en mitos, confundiéndose así con las creencias de la época, sea que las utilicen, sea que las susciten. Metafísicas por su naturaleza, son psicológicas por su razón de ser y su utilización. Pertenecen, por lo tanto, mucho más al dominio de la propaganda que al de la ciencia política.

Por eso, no sólo el Estado recurre a ellas, dándoles, por supuesto, un sentido conservador, sino también las minorías subversivas o revolucionarias. Parece que un mito de la soberanía sólo puede ser destruido por un mito de la misma naturaleza, y que un Estado sólo puede ser ocupado o liberado cuando el mito que sostenía a la antigua minoría dirigente ha sido reemplazado por otro.

No concluyamos, sin embargo, basándonos en este análisis que toda teoría de la soberanía es científicamente falsa: tratamos aquí, por el contrario, de inducir la que corresponde a la realidad funcional del Estado, vale decir, la que precisamente escapa a toda proyección metafísica o psicológica, Notemos simplemente que la eficacia de una tesis no está en función de su exactitud sino de su poderío mítico de encarnación popular. La ciencia y el arte políticos no coinciden necesariamente.

52. El “derecho divino”

De todas las teorías de la soberanía, la más eficaz y la más fácil de transformar en mito es, sin duda alguna, por lo menos en las edades de fe, la del derecho divino, deformación abusiva de la doctrina católica acerca del origen del poder.

La teoría incorpora, en efecto, la estructura política de la Comunidad en el orden providencial. El Estado, en este caso el monarca, se convierte en el representante directo de Dios en la tierra. Ha recibido de Él la soberanía, que desempeña en Su nombre en el orden temporal. No es responsable, por lo tanto, sino ante Él y el único recurso del pueblo contra la voluntad real es la plegaria. Cualquier negativa de obediencia toma el carácter de un pecado sancionable en el más allá.

El conjunto de las creencias religiosas viene a reforzar así el poder político. No es sorprendente, en semejantes condiciones, que la doctrina del derecho divino haya tentado, ya mucho antes de la era cristiana, a monarcas y teóricos, Más aún, es entre los pueblos paganos donde ha tomado su forma extrema: al emperador del Japón se lo considera un dios, y el caso no es, por cierto, único en la historia.

En Roma misma se rendía culto al César. Ningún príncipe católico puede evidentemente ir tan lejos. Pero, en el siglo XVII, el monarca llega a considerarse un pequeño dios, según la expresión de Jacobo I, y Bossuet no vacila en calificarlo de Cristo, en el sentido etimológico de la palabra, por supuesto, pero no sin que la elección del vocablo deje de ser muy reveladora.

Así llevada a sus últimas consecuencias, la tesis pierde algo de su poderío racional. Pues  en vano buscaríamos un indicio de designación divina de tal o cual monarca o dinastía. La soberanía procede de Dios, pero su atribución no depende sino de una situación histórica. Dicho de otro modo, la voluntad divina se confunde con la evolución social. El Estado no tiene el poder porgue Dios le delega la soberanía:  es soberano cuanto tiene el poder.

Tanto valdría, en tales condiciones, hablar del derecho divino de una fuerza física. Pero el pueblo nunca ha captado nada de las sutilezas doctrinarias de teólogos y legistas. Sólo ha entendido una cosa: el monarca es el lugarteniente de Dios y manda en Su nombre. El mito subsiste, por lo tanto, en toda su integridad.

53. La soberanía popular: el contrato político

La falla racional de la tesis del derecho divino así comprendida proporcionó a Suárez el medio necesario para socavar los cimientos teóricos de la monarquía absoluta.

Dios, único soberano no designa de ninguna manera al titular del poder político. No creó al Estado, ni menos aún a tal Estado en particular. Se limitó a crear la sociedad al dar al hombre una naturaleza política.

Es dicha sociedad, pues, vale decir, el pueblo, la que recibe delegación de la soberanía divina. Pero, puesto que ninguna Comunidad puede subsistir sin Estado, el pueblo transfiere provisionalmente el poder temporal al individuo o al grupo que le parece funciona]mente más apto para desempeñarlo.

El Estado no es, por tanto, sino el mandatario del pueblo, que lo designa y siempre puede exonerarlo. Entre pueblo y Estado media un verdadero contrato político: los ciudadanos voluntariamente se subordinan a uno o varios jefes que designan, con el cargo para éstos de administrar la Comunidad. Si desempeñan mal su misión el pueblo los destituye y cambia los dirigentes, y hasta el régimen.

Notamos aquí claramente a la vez la fuerza y la debilidad de la argumentación de Suárez, Su fuerza, porque se reconoce al Estado como una exigencia funcional del orden social natural. Su debilidad, porque la soberanía divina ya no subsiste sino de modo teórico. Podemos eliminarla sin modificar en nada la teoría del pacto político. Pero, entonces, el pueblo es plenamente soberano.

La tentación de sustituir el derecho divino por el derecho popular es tanto más atrayente cuanto que vuelve a las tradiciones políticas de la República romana, nunca borradas del todo, ni en el curso de la Edad Media. Suárez desempeña así el papel de aprendiz de brujo: Locke y Rousseau serán sus herederos directos y legítimos. En vano Hobbes y Spinoza tratan de rehacer con la soberanía popular la operación que había tenido tan buen éxito con el derecho divino, utilizándola en provecho del orden establecido y hasta del absolutismo integral.

Bien pueden demostrar que el contrato político fue concluido, tácitamente, de una vez para todas, y que el pueblo, al transferir su soberanía, la perdió o, por lo menos, ya no la posee sino en la teoría. Aun pueden llegar a afirmar que le delegación del poder acarrea no sólo la obediencia sin reserva de los mandantes sino también la irresponsabilidad del mandatario. La astucia resulta demasiado manifiesta. El pueblo sustituye a Dios como principio de la soberanía, pero el soberano efectivo proclamado sigue siendo el Estado histórico.

Ahora bien: el pueblo constituye una realidad humana, un conjunto concreto de individuos. ¿Cómo hacerle admitir por mucho tiempo vale decir, cómo hacer admitir por mucho tiempo a la opinión pública que le está prohibido retomar el poder que ha delegado? ¿Cómo hacerle preferir la tesis de la enajenación definitiva de su soberanía a la infinitamente más lógica y satisfactoria en apariencia de una delegación revocable?

El mito del derecho divino reforzaba una tendencia natural del pueblo a la obediencia. El mito del derecho popular no puede sino exacerbar su tendencia natural a la anarquía. Pronto hará del Estado el objetivo impotente de las distintas fuerzas sociales, encubriendo su ocupación, burguesa o proletaria, con un farisaico manto de Noé.

54. La soberanía popular: la Voluntad General

En la forma que le da Suárez, la teoría del pacto político encierra, sin duda alguna, una idea justa: la de la dependencia funcional del Estado. Pero esta misma idea está desvirtuada por una concepción equivocada del mando político y de su origen, y por una definición inaceptable de la Comunidad. Para los doctores jesuitas, en efecto, es el pueblo el que posee la soberanía y la delega, de un modo siempre provisional, en los gerentes que designa.

Ahora bien: el mando natural excluye toda subordinación del jefe a sus inferiores, y la designación de quien desempeña la autoridad sólo es concebible en cuanto constituye un mero reconocimiento de una superioridad preestablecida. Pero, además, el pueblo consiste para Suárez, en la multitud de los individuos y las familias. Toda continuidad histórica se excluye, pues, de la relación de la Comunidad con el Estado. Es la multitud actual la que juzga constantemente sus exigencias políticas, pese a su incapacidad para captar los problemas en su complejidad y su duración. Dicho con otras palabras, el Estado se encuentra sometido, no al organismo de que forma parte, sino a la opinión incompetente y cambiante.

Así presentada crudamente en sus consecuencias, a tesis de la soberanía popular es difícil de sostener. Y Rousseau por cierto que no la mejora, cuando pone en manos de la mayoría numérica de los individuos el desempeño de una soberanía cuya delegación ya ni siquiera admite. No por eso deja de ser mucho más lógico en sus conclusiones que Hobbes y Spinoza.

Por una parte, en efecto, el pacto político mal se concibe sin el contrato social puesto que el mando está ligado naturalmente a la existencia misma de toda colectividad humana. Por otra parte, el pueblo no puede delegar su soberanía sin perderla por lo menos de hecho, aun cuando se reserve el derecho de invalidar en cualquier momento el mandato anteriormente otorgado. Por fin, no basta decir que la multitud decide: también hay que precisar cómo expresa sus decisiones.

Rousseau resuelve teóricamente todos los problemas planteados por Suárez. No se le escapa, sin embargo, que las soluciones que trae son tan difíciles de justificar como de poner en práctica. Si todos los ciudadanos voluntarios son libres e iguales, ¿por qué la mitad más uno se otorga el derecho de imponer su conducta social a la mitad menos uno? La ley del número destruye, sin reemplazarlo, el mito de la soberanía popular y, por poco viable que sea, el Estado que la mayoría establece restaura en su provecho la autonomía del poder político.Sea una minoría la que se imponga a la mayoría o la mayoría, la que se imponga a la minoría, la coerción cambia de grado mas no de naturaleza. Por eso Rousseau reconoce la necesidad de dar a la soberanía popular una nueva expresión mítica: y lanza la teoría de la Voluntad General.

El pueblo entero es soberano, pero manifiesta su voluntad por intermedio de su mayoría numérica. Al emitir su voto, el ciudadano no busca hacer predominar su punto de vista, sino expresar la voluntad del Pueblo, la voluntad del Todo en el cual se ha integrado libremente. La decisión mayoritaria, por tanto, lo satisface, coincida o no con su propia opinión primitiva, y él la acepta sin que sea preciso imponérsela. Si se negara a cumplirla, quebrantaría ipso facto el contrato social que lo une a sus conciudadanos, y sería entonces lícito echarlo fuera de la colectividad.

La argumentación de Juan Jacobo es tan hábil como arbitraria. Pues, aun aceptando sus premisas individualistas, ¿por qué la Voluntad General debe encarnarse necesariamente en a mayoría no en tal o cual circunstancia, en una minoría consciente de las decisiones que tomaría el pueblo si se diera cuenta exactamente de la situación?

Si el mito de la soberanía popular conduce lógicamente a la anarquía el mito de la Voluntad General contiene en potencia la dictadura más arbitraria y absoluta, como bien se lo comprobó en Francia bajo los regímenes de terror implantados en 1798 por los jacobinos y en 1944 por los resistentes, o también en Bélgica, cuando los socialdemócratas derrocaron, por una acción callejera, al Rey Leopoldo III a quien un plebiscito acababa de confirmar en el trono.

Así la democracia contemporánea va a oscilar sin tregua entre los dos mitos, vale decir entre el sistema parlamentario y el despotismo de partido.

55. La soberanía histórica

A pesar de sus consecuencias contradictorias, las dos teorías de la soberanía popular poseen un carácter común. Una y otra hacen del Estado un mero instrumento de ejecución, un simple mandatario, periódica o constantemente sometido a las decisiones, siempre presentes, de una opinión pública definida y captada de modo más o menos arbitrario.

El mito de la Voluntad General disfraza mal el hecho que subsiste: son individuos, considerados en su existencia momentánea, los que expresan la soberanía colectiva. El soberano, por tanto, no es el pueblo, sino una masa formada por Robinsones libres e iguales, artificialmente extraídos de toda estructura social y de toda continuidad histórica. En el papel, una suma de esquemas abstractos. En la realidad, un conglomerado de seres sin memoria ni capacidad de previsión.

Sabemos que tales teorías no viables permitieron de hecho a la burguesía apoderarse del Estado comunitario e imponerle su propia intención directriz. El mito encubrió una dominación ilegitima, mientras que el sistema electoral individualista ponía la opinión a merced de una propaganda reservada a los dueños de los medios materiales de su difusión.

Sin embargo, el divorcio de la teoría y de la realidad podía, a la larga, tornarse peligroso. Por eso, la clase dirigente del siglo pasado acogió con beneplácito la tesis hegeliana del Estado, que sin duda contradecía los fundamentos metafísicos de la doctrina enciclopedista pero la reforzaba de hecho al dar a la Voluntad General la continuidad que le hacía falta. De aquí en adelante, el voto mayoritario no expresará más una decisión actual de cierto número de individuos, sino la Historia hipostasiada que impone su intención a la masa. La evolución social se hace así ineludible en sus formas sucesivas, y el Estado se convierte en su instrumento necesario.

Pero ¿por qué, en semejantes condiciones, seguir hablando de soberanía popular?  El soberano ya no es el pueblo sino la Historia, directamente encarnada en el Estado – es ésta la tesis de los hegelianos de derecha – o difusa en la sociedad toda, en cuyo seno procede según su naturaleza dialéctica – es ésta la tesis de los marxistas –. En el primer caso la voluntad histórica se impone al pueblo por intermedio del Estado inspirado. En el segundo, suscita al Estado como expresión provisional del conflicto de las clases en determinado lapso.

El mito de la soberanía histórica toma así la forma de un nuevo derecho divino, trascendente o inmanente. Apenas se necesita poner en relieve su poderío sobre las mentes. Este procede en gran parte del fondo de verdad que la teoría posee. Si bien la historia no es hipóstasis, no deja por eso de existir, en efecto, en una continuidad real que se afirma mediante una presión eficaz sobre el presente comunitario y, por consiguiente, sobre cada individuo. De ella procede el conjunto de los datos de todo problema social por resolver. De ella han nacido las estructuras tanto como las ideologías. De ella surgen las fuerzas que se enfrentan en un antagonismo dialéctico de cada instante. De ella, por fin, se proyecta la intención comunitaria en perpetua realización.

El mito de la soberanía de la Historia no es, por tanto, sino la idealización, en el sentido platónico de la palabra, del hecho de la soberanía histórica del Estado, o, si se prefiere, de la soberanía del Estado histórico, del Estado producto y creador de la historia. El que una u otra clase usurpadora o conquista- dora haya, podido utilizarlo en provecho propio, atribuyendo así a su posición o su acción un sentido fatal, no quita nada a la exactitud de su fundamento. Pero tal exactitud no autoriza, sin embargo, a tomar el mito por la realidad. No es la historia la que posee la soberanía, sino el Estado en la medida en que cumple con su función histórica, en la medida en que encarna y afirma la intención comunitaria tal como se desprende de una historia que no es una inteligencia separada, sino sencillamente el pasado del organismo social. Sin que neguemos por eso la importancia ni la eficacia del mito, es evidentemente la realidad objetiva la que nos importa analizar aquí.

56. Derecho histórico y derecho natural

El primer punto que debemos notar, como corolario de nuestras conclusiones del párrafo anterior, es que las teorías idealistas, que atribuyen a la Historia (o a la Conciencia Social que en un Durkheim, por ejemplo, la sustituye) una existencia o por lo menos un ser en sí, divinizan el mito y otorgan así a un complejo de imágenes, cuyo valor es puramente psicopragmático, un poder sobrenatural de determinación que no posee.

La Historia es siempre historia de una Comunidad o conjunto de Comunidades. Se reduce al flujo causal de las fuerzas, y de las necesidades que de ellas resultan; o también a la vida del organismo social, tanto en sus constantes como en sus modalidades cambiantes. En un momento dado de su evolución expresa exigencias; no impone soluciones. Y las exigencias que expresa se reducen a la aplicación en tales o cuales circunstancias particulares de las leyes generales que rigen la sociedad.

Ahora bien: el Estado es una constante de la vida comunitaria. En su ser es por tanto de derecho natural. En sus modalidades, en sus variaciones y en sus actos es de derecho histórico. ¿Esto significa que opongamos aquí naturaleza e historia? De ninguna manera. Consideramos, por el contrario, el derecho histórico duración real del derecho natural esquemático, que no es nunca sino una abstracción.

Cuando definimos el Estado como el órgano de conciencia, de mando y de síntesis de la Comunidad enunciamos la conclusión general de un proceso inductivo fundado en la observación inmediata y en el conocimiento científico de Estados diversos pertenecientes a múltiples Comunidades presentes y desaparecidas. Dichos Estados diversos ya los hemos captado y estudiado en el flujo de su duración efectiva, vale decir, en formas móviles nacidas de su evolución histórica. Y hemos debido prescindir de sus distintos regímenes, de sus instituciones variables, de su legislación cambiante, como también de su coeficiente de legitimidad. Procedimiento valedero de la ciencia política, éste, pero que no nos autoriza, sin embargo, a reducir al esquema así formado en nuestra mente la realidad compleja que se ofrece a nosotros, la realidad fluente fuera de la cual toda acción resulta imposible.

Si la Historia siempre es historia de una Comunidad, como ya lo hemos dicho más arriba, el Estado siempre es Estado de un organismo social en un momento dado de su trayectoria histórica. No basta, pues, considerarlo a la luz del derecho natural, que sólo nos permite afirmar su legitimidad teórica, vale decir, simplemente rechazar en el dominio de las utopías toda tesis anarquista. También tenemos que confrontarlo con el derecho histórico, o sea, determinar si, en sus modalidades presentes, responde a las exigencias que la duración comunitaria ha suscitado, si surge o no espontáneamente – lo que no quiere decir sin esfuerzo ni lucha – del pasado inmediatamente anterior.

Un ejemplo precisará nuestro pensamiento. Un Estado monárquico es, en derecho natural, siempre perfectamente legítimo; estamos en lo abstracto. En derecho histórico, no es indiferente que el soberano que lo encarna en un momento dado salga de una dinastía dedicada desde siglos a su función o, por el contrario, se haya adueñado del poder. En el primer caso continúa un linaje que ha dado pruebas de legitimidad. En el segundo, instaura un nuevo orden. Pero el monarca históricamente legítimo con respecto al pasado no lo es necesariamente en su actividad presente: puede ser incapaz de cumplir su tarea y abrir así una crisis revolucionaria. A la inversa, el soberano improvisado puede muy bien responder a las necesidades presentes y, verbigracia, resolver la crisis al precio de una alteración de la continuidad dinástica o institucional.

Dicho con otras palabras, son las exigencias históricas las que determinan la legitimidad, no del Estado en sí, siempre legítimo, sino de sus modalidades del momento.

57. Derecho histórico y derecho legislativo

Todo eso no hace sino confirmar lo que escribíamos al comienzo del presente capítulo: la soberanía no procede de un principio ni de una teoría. Tampoco se funda en el derecho constitucional escrito. Este último, como muy bien lo ha notado Ernesto Palacio, sólo constituye un epifenómeno político. No hace sino expresar en fórmulas codificadas las instituciones de una época. No de la época presente, por lo demás, sino de un pasado más o menos puesto al día. Sólo se trata, pues, de la supervivencia jurídica de una situación de hecho en vías de constante superación, pero que no por eso deja de formar el sustrato histórico de la evolución social presente.

Este simple análisis nos muestra a las claras cuán equivocado es oponer, como habitualmente se lo hace, Estado de facto a Estado de jure. Ambos pueden ser de derecho histórico si responden a las condiciones planteadas en el presente por la duración comunitaria. Ambos pueden no satisfacer en nada las exigencias del momento. El Estado de facto quebranta, sin duda alguna, la continuidad jurídica: no por eso deja de ser de derecho histórico en el caso en que un Estado de jure fuere impotente para cumplir sus funciones. Hasta podemos decir que el Estado de jure, aun fuera de toda crisis, no se adapta, por su condición legislativa, a sus tareas necesarias y tiene constantemente, aunque en una medida variable, que modificar su propio estatuto legal, transformándose así parcialmente en Estado de facto, cualesquiera sean las apariencias.

En realidad, nuestra terminología resulta inadecuada en cuanto subentiende una teoría panjurista del orden político. Para ser exactos tendríamos que hablar no de Estado de jure ni de Estado de facto sino de Estado de jure passivo, cuando se trata de la simple proyección presente de un sistema institucional pasado, y de Estado de jure activo, cuando hay creación de una superestructura legislativa.

Tal distinción, sin embargo, sólo es valedera con respecto al derecho constitucional escrito. En lo que concierne al derecho histórico, cualquier Estado es a la vez de jure passivo, en tanto se encuentra frente a datos que no le es posible modificar porque son el producto del pasado, y de jure activo, en cuanto tiene que resolver los problemas presentes sucesivos. Es a la vez heredero y legislador: heredero de un orden social, en continua evolución, tal como surge de la duración comunitaria, y legislador de sus modificaciones presentes necesarias.

La ley escrita ya no es aquí la mera fijación de normas existentes: se convierte en instrumento político de intervención en las relaciones sociales. Responde, pues, al papel soberano del Estado, intérprete y creador de la historia. Pero no por eso deja de ser peligrosa, aun cuando es legítima por expresar valederamente, en un momento dado, una norma de derecho natural. Por su sola redacción inmoviliza, en efecto, el flujo de la evolución en la cual pretende insertarse. Adaptada al presente, ya es pasada cuando el Estado la promulga, y se tornará cada vez más inactual a medida que corra el tiempo. Prevista para el futuro, desempeñará, sin duda su papel en la historia por venir, pero ésta será sin embargo en alguna medida distinta de lo que esperaba, o hasta preveía, el legislador; de ahí la inadecuación del texto a una situación que, sin embargo, habrá contribuido a hacer surgir.

Mal necesario de las Comunidades demasiado grandes para que el derecho consuetudinario baste para regirlas, la legislación escrita en vano se esfuerza en expresar o preceder la evolución social. El Estado debe constantemente, pues, no sólo rehacerla, sino también interpretarla. Es indispensable, por eso mismo, que, lejos de estarle sometido, por el contrario esté colocado por encima de ella. Veremos en el capítulo siguiente las consecuencias institucionales de semejante necesidad.

58. Autoridad y libertades

Desde ahora, podemos relegar la Ley, esta abstracción ambigua a la cual los liberales a menudo han tratado de subordinar el Estado, en el museo de los mitos sin sustrato real.

Sin duda, existen leyes sociales naturales de que procede el órgano comunitario y que él tiene que hacer respetar siempre que quiera hacer una política valedera: no se trata aquí de ellas, sino de un absoluto jurídico cuya manifestación serían las leyes escritas. Ahora bien : éstas, lejos de ser la causa, ni menos aún la fuente de la autoridad, por el contrario son su obra pasada o presente, luego su consecuencia, Es, por tanto, una ilusión extraña la de ver en ellas la garantía de las libertades particulares en contra de la autoridad del Estado cuando este último las usa, en toda la medida en que su marco histórico se lo permite, como instrumentos eficaces de una eventual centralización.

En realidad, las libertades particulares sólo existen en cuanto expresan los poderes particulares que poseen, por naturaleza propia, los grupos y los individuos. El que dichos poderes estén reconocidos y respetados por el Estado de jure o el de facto no tiene mayor importancia. Lo esencial es que estén reconocidos y respetados. Y tal reconocimiento y respeto no suponen de ningún modo una restricción de la autoridad comunitaria, por la sencilla razón de que dicha autoridad desaparecería o se debilitaría si los elementos constitutivos, celulares y orgánicos, del cuerpo social vinieran a descomponerse, y tiene por tanto interés en protegerlos.

Recíprocamente, las libertades particulares desaparecerían o se debilitarían si la autoridad del Estado viniera a faltar, puesto que el poderío de los grupos e individuos es función no sólo de su vitalidad propia sino también de la armonía organísmica. La anarquía, apenas resulta necesario subrayarlo, no constituye la condición óptima de la afirmación de la familia ni de la empresa, verbigracia.

Sin duda puede suceder, ya lo hemos visto, que el Estado tenga tendencia a restringir las libertades particulares, como también que los grupos tengan tendencia a restringir la autoridad central. Ambas actitudes son de naturaleza patológica. Es el Estado débil, impotente para hacer la síntesis de grupos fuertes, el que tiende a atomizar la Comunidad. Son los grupos débiles, temerosos frente al Estado por incapaces de resistir su indebida intervención, los que tienden a trabar su acción.

Volvemos, pues, a los dos poderes que ejerce el órgano comunitario y de los cuales procede su autoridad: el que le pertenece en propiedad y se encuentra, en cierta medida en conflicto dialéctico con los poderes particulares de que proceden las libertades en cuestión, y el que nace de la síntesis de las fuerzas superadas, de cuyo poderío depende. Los poderes subordinados son temibles para un Estado débil en sí porque se oponen eficazmente, por su sola vitalidad, al desempeño de las funciones de síntesis, mientras que un Estado fuerte sacará de ellos un acrecentamiento del poderío, que le conviene adquirir.

Lejos de que haya antinomia entre autoridad y libertades, vemos, por el contrario, que la autoridad constituye la condición indispensable del libre desarrollo de los grupos e individuos. Va de por sí que por libre desarrollo no entendemos una afirmación ni menos todavía una expansión anárquicas, vale decir, independientes de la intención unitaria del organismo. Pero la libertad nunca es independiente de las condiciones históricas, y resulta vano, verbigracia, de parte de una familia integrada en una Comunidad de hoy, aspirar a una eventual libertad mayor que tendría si le fuera posible vivir en estado patriarcal.

¿Es concebible, por lo demás, que la libertad de un grupo social cualquiera, independizado del conjunto histórico de que forma parte, pueda ser mayor que la que goza dentro del organismo unitario? Para creerlo, habría que olvidar que la libertad no es sino la expresión del poder, y que el poder del grupo, aunque ordenado a un fin superior al suyo propio, es ampliado por la asociación y, con mayor razón, por la socialización, en el sentido general de la palabra. En cuanto a los individuos, como veremos más adelante, dependen en su mismo ser de la vida en sociedad.

59. Interés general, e intereses particulares

El hecho de que tanto el grupo como el individuo encuentren sus condiciones más favorables de desarrollo dentro de la Comunidad no implica que sus intereses particulares coincidan siempre de modo necesario, ni siquiera principalmente, con el interés general, sino simplemente que su actividad autónoma supone la existencia – y no el respeto – del organismo colectivo. Cada uno puede, en efecto, en una medida variable, aprovechar las ventajas de la vida organizada sin por eso aceptar cumplir los deberes más elementales de solidaridad, y hasta violando las normas naturales, escritas o no, del orden social.

Notemos que, al hacerlo, el parásito – o el pirata – no niega de ninguna manera la Comunidad, aunque la perjudica. No se independiza del conjunto al cual pertenece por posición histórica. Simplemente hace privar su interés particular, no sólo sobre los demás intereses particulares, o sobre tales o cuales de ellos, lo que resulta del mero derecho natural, sino sobre el interés general. Sin duda se trata aquí de un caso extremo, pero, de hecho, cualquier elemento constitutivo del cuerpo social actúa, a veces como parásito o pirata, aun cuando esté dispuesto por otra parte a sacrificarse por la colectividad en tales o cuales circunstancias. Nada hay de extraño en eso.

Pero de la normalidad del fenómeno tenemos que sacar las consecuencias: la famosa fórmula el interés general es la suma de los intereses particulares es un disparate. La suma de los intereses particulares es un cangrejal, con la anarquía como resultante. ¿Se nos opondrá, que precisamente tal anarquía es contraria a los intereses particulares y que por lo tanto éstos tienden por sí mismos hacia el orden? Es indiscutible, y ya lo hemos notado, que la vida de sociedad supone una constante victoria de hecho de la solidaridad sobre la lucha. Pero dicha solidaridad se impone merced a la organización comunitaria y por acción del Estado. No es espontánea en cada grupo ni en cada individuo en cada instante de la vida social. Sobre todo, no es voluntaria, aunque la voluntad puede confirmarla a posteriori (y por lo general lo hace), sino histórica.

Resulta de un encadenamiento complejo de datos, en el pleno sentido de la palabra, cuyo rechazo exigiría un esfuerzo mayor que la aceptación. Una buena fe generalizada y una clarividencia casi divina de parte de todos los miembros de la Comunidad tal vez permitan explicar, en la teoría, su subordinación al Todo social comprendido como la condición suprema de las existencias particulares: pero nunca pueden justificar el sacrificio de esas mismas existencias. EI soldado en el campo de batalla concibe muy bien que la disciplina y la ayuda mutua constituyen las razones de su fuerza, luego de su supervivencia. Seria un tanto difícil, sin embargo, hacerle admitir que su egoísmo lo obliga a morir en provecho de la colectividad. Las tesis individualistas acaban en un absurdo liso y llano.

En realidad el interés general es superación de los intereses particulares en un proceso dialéctico que incluye una jerarquía de valores. Una síntesis estrictamente racionalista, de corte hegeliano, supone, en efecto, la realización automática, en una forma nueva, de todas las fuerzas superadas. Comprobamos aquí, por el contrario, que la afirmación del Todo exige a veces la negación íntegra – la destrucción – de tal o cual de sus elementos constitutivos. Si es legitimo, tal fenómeno nos veda considerar el cuerpo social como una simple resultante. Tenemos que reconocerle una supremacía cualitativa sobre los grupos y los individuos que lo componen, y admitir que el Todo, superior a sus partes, puede exigir su sacrificio.

Abordamos aquí el problema crucial de la relación del individuo con la Comunidad, y con el Estado que encarna su intención histórica. Problema crucial, pues de su solución dependen no sólo el sentido de la acción política, sino también el de la misma sociedad.

60. El individuo, producto social

Los argumentos de orden pragmático y lógico que habitualmente se usan en favor de la supremacía social incluyen, en realidad, una petición de principio. Decir que el sacrificio del individuo condiciona, en algunos casos, la existencia misma de la Comunidad y que debe desaparecer toda discusión ante la ley de la necesidad, o que el Todo es, por definición, más importante que sus partes, es siempre suponer la preeminencia de lo social, y precisamente dicha preeminencia es la que está sobre el tapete.

Los liberales fácilmente redarguyen que toda Comunidad no es más que un conglomerado de individuos asociados por libre contrato – tesis de los enciclopedistas – o por exigencia de su naturaleza – tesis de los demócratas-cristianos – con vistas a sus fines personales. Podrán admitir cierta limitación, consentida por adelantado, de los derechos de cada uno: jamás aceptarán la idea de que la coerción social pueda perjudicar la existencia ni lo que considera los derechos fundamentales de algún socio. Pero el punto de partida de su razonamiento es falso.

El individuo no nace libre de vivir o no en sociedad: nace niño, sometido al medio en que surge sin que se le haya pedido su acuerdo. Si bien es cierto que la sociedad procede de la naturaleza humana, vale decir, del instinto social que cada uno lleva en sí, no es menos exacto que dicho instinto, que supone, por lo demás, en su fundamento, la incompletud natural del individuo y, en sus modalidades, un prodigioso enriquecimiento histórico, no crea el marco social de su poseedor, sino que simplemente incorpora este último en un marco preconstituido.  (Cf. Nuestra obra “La naturaleza del hombre”, Cap. VI, “El hombre social”, Buenos Aires, Ed. Arayú, 1955).

Comprobamos aquí un estado de hecho, que marca una dependencia indiscutible. ¿Trátase de una situación injusta, admitiendo que tal término pueda aplicarse válidamente a un fenómeno natural, de una situación que el legislador deba dedicarse a corregir? Tal vez se podría contestar afirmativamente si el nacimiento social del niño, con las consecuencias que acarrea, constituyera un mero accidente. Pero el hombre no es un puro individuo en sí al cual fuerzas externas imponen un medio esencialmente inadecuado. Es el producto biológico de un grupo social más o menos estable, pero siempre sólidamente constituido en el momento de la procreación, la pareja, elemento básico de la familia que el niño viene a completar.

Depende, pues, en su ser mismo, de la sociedad. Más todavía (y aquí nos basta seguir los análisis de Maurras), sólo sobrevive y se desarrolla merced a los cuidados que recibe de la familia o, en defecto de ella, de algún organismo, no menos social, que la reemplaza. La Comunidad le da después la educación que lo hace beneficiario del capital de civilización creado por siglos o milenios de historia.

Así, cualquiera sea el punto de vista desde el cual consideremos el asunto, el hombre no es nada sino en cuanto heredero. Por cierto, la sociedad no le da la vida y la cultura, vale decir, la personalidad, para quitárselas después. Pero es natural que lo haga cuando su existencia o su poderío lo exija, así como resulta natural, de modo general, que el individuo le esté sometido. Por supuesto, la sociedad de que hablamos aquí no es una entidad abstracta, sino el organismo histórico que constituye el marco de tal individuo determinado, y sabemos que el Estado es su órgano rector indispensable.

El hombre, pues, está sometido por naturaleza no sólo al principio de la sociedad, sino también, a través de la jerarquía de los grupos y federaciones, a la Comunidad particular a que pertenece, y por consiguiente a su Estado, por lo menos en la medida en que éste desempeña sus funciones como corresponde.

61. La razón de Estado

El análisis que antecede pone de relieve, al contrario de lo que a primera vista se podría pensar, el carácter artificial de un problema que envenena desde hace tiempo las mentes mal informadas: el de las relaciones entre la ética y la política, vale decir, entre la ciencia y arte de la conducción personal y la ciencia y arte de la conducción comunitaria. Ambas disciplinas se sitúan, sin duda alguna, en planos distintos. La primera determina e impone las normas de la acción voluntaria; la segunda determina e impone las leyes de una acción necesaria que pertenece, como lo hemos visto en el curso del presente capítulo, al orden de la naturaleza y no al de la conciencia.

Se nos objetará fácilmente que si bien es exacto que la soberanía política no procede de voluntades individuales sumadas no por eso deja de ser cierto que la acción política depende indudablemente de la voluntad de quien la decide y de quien la ejecuta. O también que, siendo exacto que la evolución social obedece a leyes naturales, no por eso dejan de ser hombres los que toman la responsabilidad de su aplicación. Dicho con otras palabras, la política es independiente de la ética, pero la acción política del individuo, ciudadano raso o gobernante, le queda sometida.

Lo admitiremos con mucho gusto. ¿Significa esto que puede haber conflicto entre dos exigencias contradictorias? Es aquí donde los datos del problema son falseados sistemáticamente por los individualistas de toda índole. Éstos consideran, en efecto, al hombre moral un dios autosuficiente que actúa sobre o en un medio social que le estaría subordinado. El acto político dependería así de conveniencias personales.

Nada más equivocado. El individuo que toma una decisión en conciencia no puede moralmente prescindir de su naturaleza social ni de su posición dentro de los grupos y de la Comunidad de que forma parte. La obediencia a las órdenes del Estado legítimo es, para el ciudadano, un deber moral, cualquiera sea el juicio que pueda formular al respecto en lo íntimo de su mente. En cuanto al gobernante, está comprometido por un deber de estado que es, para él, un deber de Estado. La ética más elemental lo obliga a desempeñar en primer lugar las funciones que le son propias, vale decir, a plegar su acción a las necesidades de la vida comunitaria.

La política no puede, por tanto, exigir ningún acto inmoral, por la sencilla razón de que todo acto se torna moral por el solo hecho de que la política lo exige. Sólo es inmoral cuando se lo efectúa en provecho propio, luego desvirtuándolo. De ahí que las condenas pronunciadas en nombre de una moral individualista en contra de la razón de Estado sean indefendibles. Se fundan, no en el derecho natural del ser humano autónomo a su propia realización – derecho subordinado, ya lo hemos visto, al  derecho no menos natural de la Comunidad a la afirmación – sino en la idea de una Justicia absoluta de la que participaran igualmente todos los individuos y ante la cual debiera inclinarse el Estado.

Tal vez sea injusto que tal soldado muera en la guerra mientras otros sobreviven, o que un inocente sea sacrificado en defensa del orden social. Pero el órgano soberano de la Comunidad no puede ni debe entrar en semejantes consideraciones. Encarna una finalidad humana superior a la del individuo y extraña a toda abstracción. Posee, por eso mismo, una razón de actuar que le es propia y no puede someterse a ningún principio que no sea el inmanente de la legitimidad.

capitulo  V de El Estado Comunitario


Saddam Hussein y Kuwait, otro engaño de la administración americana

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Saddam Hussein y Kuwait, otro engaño de la administración americana

http://www.11-septiembre-2001.biz/saddam.kuwait.html

El 2 de agosto de 1990, el líder iraquí Saddam Hussein ordenaba a sus tropas invadir Kuwait.
Pero, ¿por qué querría Saddam invadir Kuwait? A la mayoría de nosotros se nos relató este pasaje oscuro de la historia como la maquinación de un loco, que trataría de anexionar un país soberano al más puro estilo de los grandes imperios. La cuestión no parece tan simple… para ello no está de más que echemos un vistazo al contexto histórico.
Tras una larga y sangrienta guerra con sus vecinos iraníes, 1980-1988, parece ser que Irak se veía con serios problemas para pagar sus deudas a los países que le ayudaron a financiarla (entre ellos Kuwait) y que además, el gobierno kuwaití estaba teniendo una cuota mayor de producción de petróleo que la asignada por la OPEP, la cual hacía bajar los ingresos de Saddam hasta el punto en el que se enfrentaba a la bancarrota y también quizá a la pérdida de su poder. Se añadían las acusaciones de que los kuwaitíes estaban perforando inclinadamente (slant-drilling) bajo la frontera de Irak y robando su petróleo con el fin de lograr esto. Otra de las posibles causas que se añade a la lista es la reivindicación de Saddam de que Irak tenía derechos históricos sobre Kuwait. Pero sin duda, la razón que tuvo verdadero peso en la decisión final de Saddam fue producto de su reunión con la embajadora de EE.UU. en Irak, April Glaspie, en la que Saddam Hussein recibió “luz verde” a su plan de invasión.

El siguiente artículo de Kaleem Omar titulado “Is the US State Department still keeping April Glaspie under wraps?” nos ofrece también parte de la transcripción de la reunión de la embajadora americana con Saddam  Hussein.

Glaspie con Saddam

La embajadora April Glaspie con Saddam Hussein

25 de diciembre de 2005. Han pasado más de quince años desde la fatídica reunión del 25 de julio de 1990 entre la entonces embajadora de Estados Unidos en Irak, April Glaspie y el presidente Saddam Hussein,  que el líder iraquí interpretaría como la luz verde de Washington para su invasión de Kuwait ocho días más tarde.

El Departamento de Estado de los EE.UU.,  se dice que dió la orden a Glaspie de guardar silencio a finales de agosto de 1990 con la prohibición de hablar a los medios de comunicación acerca de lo que ocurrió en esa reunión, que aparentemente aún mantiene en secreto a pesar de que se retiró del  Servicio Americano de Exteriores en 2002.

Durante todos los años desde su reunión con Saddam Hussein, Glaspie nunca ha hablado a los medios de comunicación, nunca ha aparecido como invitada en un talk show de televisión, nunca ha escrito un artículo o un libro sobre su tiempo como principal diplomática de Estados Unidos en Bagdad. La pregunta es: ¿por qué? ¿qué tiene que ocultar?

April Glaspie

April Glaspie

Catherine April Glaspie nació en Vancouver, Canadá, el 26 de abril de 1942 y se graduó en Mills College en Oakland, California en 1963 y en la Universidad Johns Hopkins en 1965. En 1966 ingresa en el servicio diplomático de Estados Unidos, donde se convirtió en una experta en  Oriente Medio. Tras haber estado destinada en en Kuwait, Siria y Egipto, Glaspie fue nombrada Embajadora en Irak en 1989.

El nombramiento de Glaspie siguió a un período comprendido entre 1980 y 1988 durante el cual los Estados Unidos habían dado un sustancial apoyo encubierto a Irak durante su guerra con Irán.

Kuwait antes de 1918 había sido parte de la provincia otomana de Basora, y por lo tanto, en cierto sentido, parte de Irak, pero Irak había reconocido su independencia en 1961. Tras el fin de la guerra Irán-Irak (durante el curso de la cual Kuwait prestó a Irak  14.000 millones de dólares), Iraq y Kuwait mantenían una controversia sobre la delimitación exacta de su frontera, el acceso a las vías navegables, el precio al que se vendía el petróleo de Kuwait, y la perforación para la extracción de petróleo en las zonas fronterizas.

Fue en este contexto en el que Glaspie tuvo su primera reunión con Saddam Hussein el 25 de julio de 1990. Glaspie había solicitado la reunión, diciendo que tenía un mensaje urgente para el presidente iraquí de parte del presidente de EE.UU. George H.W. Bush (Bush padre). En sus dos años como embajadora en Irak, fue la primera audiencia privada de Glaspie con Saddam Hussein. También fue su última. Una transcripción parcial de la reunión es la siguiente:

Embajadora de los EE.UU. Glaspie:

“Tengo instrucciones directas del presidente Bush para mejorar nuestras relaciones con Irak. Entendemos en gran medida su búsqueda de la subida del precio del petróleo, la causa inmediata de su enfrentamiento con Kuwait. (Pausa) Como usted sabe, he vivido aquí durante años y admiro su extraordinaria labor para reconstruir su país (después de la guerra Irán-Irak). Sabemos que necesita fondos. Entendemos, y nuestra opinión es, que debería tener la oportunidad de reconstruir su país. (Pausa) Podemos ver que ha desplegado un gran número de tropas en el sur. Normalmente no sería de nuestra incumbencia, pero cuando esto ocurre en el contexto de sus otras amenazas contra Kuwait y, entonces, sería razonable que estuviéramos interesados. Por este motivo, he recibido una instrucción de preguntarle, en el espíritu de la amistad – no del enfrentamiento – con respecto a sus intenciones. ¿Por qué están sus tropas de manera masiva tan cerca de la frontera con Kuwait? “

Presidente Saddam Hussein:

“Como ustedes saben, durante años he hecho todo lo posible por llegar a un acuerdo sobre nuestro litigio con Kuwait. Va a haber una reunión dentro de dos días, estoy dispuesto a dar las negociaciones sólo una breve oportunidad. (Pausa) Cuando (los iraquíes) nos reunamos (con los kuwaitíes) y veamos que hay esperanza, entonces no pasará nada. Pero si no somos capaces de encontrar una solución, entonces será natural que Irak no acepte la muerte. “

Embajadora de los EE.UU. Glaspie:

“¿Qué solución sería aceptable?”

Presidente Saddam Hussein:

“Si pudiéramos mantener el conjunto de la Chatt al Arab – el objetivo estratégico de nuestra guerra con Irán – haremos concesiones (a los kuwaitíes). Pero si nos vemos obligados a elegir entre mantener la mitad de los Chatt y el conjunto de Irak (que, en opinión de Irak, incluye Kuwait), entonces vamos a renunciar a toda la Chatt para defender nuestras reivindicaciones en Kuwait para mantener el conjunto de Irak en la forma que queremos que sea. (pausa) ¿Cuál es la opinión de los Estados Unidos al respecto? “

Embajadora de los EE.UU. Glaspie:

“No tenemos ninguna opinión sobre vuestro conflicto entre árabes, como el conflicto con Kuwait. El  Secretario (de Estado James) Baker me ha indicado que insista en la instrucción, dada por primera vez en la década de 1960, que la cuestión de Kuwait no está asociada con América”.

(Saddam sonríe)

En una conferencia de prensa dada en Washington al día siguiente (26 de julio de 1990), la portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. Margaret Tutweiler fue preguntada por los periodistas:

“¿Han enviado los Estados Unidos algún tipo de mensaje diplomático a los iraquíes acerca de la puesta de 30.000 efectivos en la frontera con Kuwait?¿ Ha habido algún tipo de comunicado de protesta del gobierno de Estados Unidos?”

A lo que Tutweiler respondió

“Ignoro completamente si hay algún tipo de protesta”.

El 31 de julio de 1990, dos días antes de la invasión iraquí, John Kelly, Subsecretario de Estado para Asuntos del Cercano Oriente, declaró ante el Congreso que:

“Estados Unidos no tiene ningún compromiso de defender Kuwait y Estados Unidos no tiene la intención de defender Kuwait si es atacado por Irak”.

La trampa había sido cebada muy inteligentemente por Glaspie, reforzada por Tutweiler y por los comentarios de apoyo de Kelly. Y Saddam Hussein caminó derecho hacia ella, creyendo que los EE.UU. no harían nada si sus tropas invadían Kuwait. El 2 de agosto de 1990, ocho días después de la reunión de Glaspie con el presidente iraquí, las tropas concentradas de Saddam Hussein invadieron Kuwait.

Un mes más tarde en Bagdad, los periodistas británicos obtuvieron la cinta y la transcripción de la reunión Saddam Hussein-April Glaspie, celebrada el 25 de julio de 1990. Con el fin de verificar esta información sorprendente, intentaron preguntar cara a cara a la Sra. Glaspie cuando salía de la embajada de los EE.UU. en Bagdad.

Periodista 1:

“¿Son las transcripciones (sujetándolas) correctas, Señora Embajadora?”

(La embajador Glaspie no responde)

Periodista 2:

“Ustedes sabían que Saddam iba a invadir (Kuwait), pero ustedes no le advirtieron de que no lo hiciera. ¿No le dijo que América defendería Kuwait?  Usted le dijo lo contrario – que los Estados Unidos no estaban asociados con Kuwait”.

Periodista 1:

“Ustedes promovieron esta agresión – su invasión. ¿En qué estaban pensando?”

Embajadora de los EE.UU. Glaspie:

“Obviamente, yo no creí, y nadie más lo hizo, que los iraquíes iban a tomar todo Kuwait.”

Periodista 1:

“¿Pensaba que sólo iba a tomar algo? Pero, ¿Cómo pudo usted? Saddam le dijo que, si las negociaciones fracasaban, él renunciaría a su objetivo de la (Chatt al Arab fluvial) iraní por el de “TODO  Irak, en la forma que queremos que sea. “Usted sabe que incluye Kuwait, que los iraquíes siempre lo han visto como una parte histórica de su país!”

(La embajadora Glaspie no dice nada, empujando a los dos periodistas para salir)

“América dio luz verde a la invasión. Como mínimo, ¿admite haberle indicado a Saddam que  alguna agresión estaba bien – que los EE.UU. no se opondrían a una captura del campo de petróleo de al-Rumalya, la franja de la controversia fronteriza y las Islas del Golfo (incluida Bubiyan) – o los territorios reclamados por  Irak? “

(De nuevo, la embajadora Glaspie no dice nada y la puerta de una limusina se cierra tras ella y se aleja.)

Dos años más tarde, durante la emisión del programa de la cadena de televisión americana NBC News Decisión’92s tercera ronda del Debate Presidencial de 1992 el candidato presidencial Ross Perot fue citado diciendo:

“… le dijimos (a Saddam) que podía tomar la parte norte de Kuwait, y cuando lo  tomó todo nos volvimos locos. Y si no le dijimos eso, ¿por qué no dejar que incluso los Comités de Relaciones Exteriores y de Inteligencia del Senado consulten las instrucciones escritas para la embajadora Glaspie? “

En este punto él (Perot) fue interrumpido por el entonces presidente George Bush padre, que gritó:

“Tengo que responder a eso. ¡Eso afecta al honor nacional … ¡Eso es absolutamente absurdo!”

Absurdo o no, la verdad es que después de que April Glaspie dejara Bagdad a finales de agosto de 1990 y regresara a Washington, ésta estuvo mantenida en secreto por el Departamento de Estado durante ocho meses, sin poder hablar con los medios de comunicación, y sin aparecer hasta justo antes del fin oficial de la guerra del Golfo (11 de abril de 1991), cuando fue llamada a declarar oficiosamente ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado acerca de su reunión con Saddam Hussein.

Glaspie dijo que fue víctima de un “engaño deliberado a gran escala” y denunció que la transcripción de la reunión era “una invención” que distorsionaba su posición, aunque reconoció que contenía “mucho” que era preciso.

La veterana diplomática esperaba su próximo destino, después de ocupar  un cargo de bajo perfil en las Naciones Unidas en Nueva York. Posteriormente fue redirigida a Ciudad del Cabo, Sudáfrica, como Cónsul General de los EE.UU. Nada se ha oído hablar de ella desde su retiro del servicio diplomático en 2002. Es casi como si se hubiera convertido en un ser inexistente.

Orientemedio.net Kuwait

2 de agosto de 1990: el día que Saddam Hussein cavó su sepultura

El artículo de Europa Press La invasión iraquí de Kuwait cumple 19 años con su relevancia histórica todavía intacta, aunque aporta algún detalle de interés, omite un detalle tan importante como el conocimiento de los servicios americanos de la acumulación de tropas iraquíes en la frontera con Kuwait.

EP: Esta escalada de tensión pasó relativamente desapericibida para Estados Unidos, bastante más centrado en seguir la disolución de la Unión Soviética, y mantenía una pose de neutralidad respecto a toda esta cuestión. Sadam Husein interpretó la actitud estadounidense como un gesto tácito de aprobación a la invasión de Kuwait.

Tormenta del desierto y la maquinaria propagandística de George H. W. Bush

A pesar de que la administración George Bush senior tuvo pleno conocimiento de las intenciones de Saddam Hussein de invadir Kuwait, éste dio luz verde a los planes del dictador iraquí a través de su embajadora en Bagdad, April Glaspie. Saddam mordió el anzuelo y fruto de ello su invasión recibió una inmediata condena por parte de la administración americana y del mundo entero. George Bush iniciaría una campaña en los EE.UU. con el objetivo de inclinar la opinión pública en favor de la guerra contra Irak, que por aquel tiempo estaba dividida al 50%.

La mentira de las incubadoras

Mentira incubadorasLa hija del embajador de KuwaitFamilia del embajador kuwaití

La hija del embajador de Kuwait, mintiendo ante el congreso, con unos años más y con su familia

La chica de 15 años que testifica ante un comité del congreso, no dice su identidad por miedo a las represalias (foto arriba). Afirmó que “en el hospital los soldados iraquíes sacaron a los bebés de las incubadoras y los dejaron morir en el frío suelo”. Pero el problema es como señala Barry Zwicker en el vídeo es “que nunca hubo tales muertes de bebés”. Además,la chica resultó ser la hija del embajador kuwaití, Saud Nasir al-Sabah. La chica también resultó ser estudiante de arte dramático y miembro activo de la campaña “Citizens for a Free Kuwait.”

Mentira de las incubadoras

Este hombre afirmó haber enterrado a 14 bebés recién nacidos

El hombre de la foto, que sale testificando en el minuto 1:40 del vídeo afirmó “que el mismo enterró a 14 bebés recién nacidos que habían sido sacados de sus incubadoras”. Eso es precisamente lo que está usando George Bush para tratar de convencer a la opinión pública (min.1:50 del vídeo, foto debajo).

George H. W. Bush antes de iniciarse la guerra del golfo

El cuento de las incubadoras 


Rafael Palacios – La Conspiración Gay

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Rafael Palacios – La Conspiración Gay


Egipto: Mursi es depuesto por el Ejército

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Millones de egipcios han protestado durante semanas contra Mursi y los HHMM, a quienes ven con razón como cipayos del imperialismo judeoamericano – Mursi resultó ser mucho peor que su predecesor Mubarak; pero al parecer (como en el caso de Erdogan en Turquía) hay serios indicios que apuntan a que las protestas y la legítima ira popular han sido, en cierto modo “teledirigidas” y que los egipcios han sido masivamente engañados una vez más… El ejército egipcio está financiado y totalmente controlado por EEUU; ha sido infiltrado desde la época de Sadat y su soberanía desmantelada progresivamente. Además, el hecho de que un agente del mundialismo cosmopolita como El-Baradei, al más puro estilo de la birmana Aung san-Su-Kyi, esté siendo promovido por los medios como lider de la oposición, por su imágen de “demócrata ideal”, “moderado”, “reformista” y todo lo que eso conlleva (es decir, sumisión absoluta y obediencia ciega a la sinarquía) no augura nada bueno…

TM

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египет министр обороны Абдель Фаттах ас-Сиси

Foto: EPA

Golpe de Estado derroca a Morsi en Egipto

http://spanish.ruvr.ru/news/2013_07_04/El-Ejercito-asume-el-poder-en-Egipto-8027/

El jefe del Ejército en Egipto, general Abdul Fattah al-Sisi, anunció la suspensión de la Constitución del país y el llamado a elecciones al ser sacado del poder el presidente Mohamed Morsi.

El presidente interino del país será desde ahora el jefe de la Corte Constitucional hasta tanto se produzcan los nuevos comicios, dijo al-Sisi.

El general Abdul Fattah al-Sisi dijo que el presidente interino será el jefe de la Corte Constitucional.

El Ejército se ha desplegado en las calles de El Cairo, poco después de que expirara el ultimátum, y muchos hablan de que se ha materializado un golpe de Estado.

Los militares ocuparon la televisión y algunos canales árabes dicen que retienen en estos momentos a Morsi. En su cuenta oficial de Twitter, el desplazado presidente señaló que los militares dieron un golpe de Estado.

El general Abdul Fattah al-Sisi apareció en la televisión junto al jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed al Tayeb, el papa copto, Teodoro II, y el representante de la oposición, Mohamed El Baradei.

El plan dado a conocer incluye pasos para administrar Egipto durante una corta etapa interina.

Hay marchas a favor y en contra de Morsi y vehículos blindados desplegados cerca de la principal manifestación en favor de Morsi.

Las autoridades aeroportuarias dicen que hay una prohibición de viaje para Morsi y los líderes de su partido, los Hermanos Musulmanes. BBC


Encuentro y diálogo interreligioso: Aleksandr Dugin e Imran Hosein

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Traducido del francés por Felix W.

http://imranhoseinfr.wordpress.com/2013/07/01/actualite-du-sheikh-imran-hosein-en-route-pour-la-russie/

Imran Hosein – Aleksandr Dugin. Encuentro y diálogo interreligioso: alianza de los musulmanes y los cristianos ortodoxos

Prof. Aleksandr Dugin y Sheikh Imran Nazar Hosein. Julio de 2013, Moscú. Rusia

El 1 de julio de 2013 marca el encuentro y el comienzo de una colaboración entre dos intelectuales distinguidos, el profesor Aleksandr Dugin, teórico ruso de confesión cristiano-ortodoxa, doctor en Historia de las Ciencias y Doctor en Ciencias Políticas; y el Sheikh Imran Nazar Hosein, erudito islámico especializado en escatología islámica, filósofo, y doctorado en estudios económicos (consúltese la biografía del Sheikh).

Éste encuentro en Moscú es el resultado de una invitación recibida de un gran número de intelectuales rusos, para el trabajo mutuo en el establecimiento de un nuevo diálogo interreligioso entre la comunidad cristiana ortodoxa y el mundo musulmán . Por tanto, este vínculo entre musulmanes y cristianos ortodoxos, se inspira e impregna de sus dos escatologías, islámica y cristiana, es decir, la unificación de los dos polos principales actualmente resistentes a un solo enemigo opresor común, la llamada “Orden atlantista neo-liberal ” por unos y “Alianza sionista judeo-cristiana” por otros.

Imran N. Hosein y Aleksandr Duguin – Julio de 2013 – Moscú

¿Por qué Rusia?

Los cristianos ortodoxos actuales son originarios del Imperio Bizantino, conocido en el Islam con el nombre de Rum.

Los Rum (o cristianos bizantinos) fueron mencionados en el Corán en la Sura Rum. A continuación, se dividen en dos polos diferentes de cristianismo. Cristianos católicos en Occidente que eligieron Roma (el Vaticano) como sede, y los cristianos ortodoxos del este, que optaron por Constantinopla (actual Estambul), y más específicamente, la Catedral de Santa Sofía, como asiento.

Esta catedral funcionó durante mucho tiempo como sede de la ortodoxia cristiana hasta la caída del último emperador bizantino, Constantino XI Paleólogo, cuando la toma de Constantinopla por el sultán otomano Mehmet II. De ser la sede Ortodoxa, la antigua Catedral de Santa Sofía fue transformada en mezquita por los otomanos; los cristianos ortodoxos  trasladaron su sede y su Patriarca a Moscú, que así se convierte en la nueva sede de la cristiandad ortodoxa.

Este primer asiento de la ortodoxia cristiana, la antigua Catedral de Santa Sofía transformada en mezquita, acabó convertida en un museo bajo el mando de Mustafa Kemal, después de la caída del Imperio Otomano.

Eso hace de Rusia la cuna actual del cristianismo ortodoxo.

Hoy, y desde la caída de la Unión Soviética y el comunismo, y el fin de un largo período de la guerra fría, Rusia muestra un retorno claro e importante para el cristianismo. Este cambio se refleja en todos los niveles de la sociedad rusa, incluso en el gobierno, lo que demuestra un importante compromiso con los valores del cristianismo ortodoxo.

La sociedad rusa no es una sociedad secular a diferencia de otras sociedades occidentales. (Ver la conferencia “Christianisme et politique” de Aleksandr Dugin)

Y esto es lo que reafirma a Rusia ahora como una fuerte resistencia contra el polo atlantista occidental, la alianza sionista.

Ahí es donde hoy coinciden los musulmanes, por lo menos aquellos que han entendido, y los cristianos ortodoxos, unidos en la misma resistencia contra el mismo oponente, el polo occidental sionista.

Debe tenerse en cuenta para la resistencia y la lucha común de cristianos ortodoxos y musulmanes, contra la furia y la opresión del sionismo, brazo armado del Dajjal (Anticristo), que es de suma importancia que representantes de estas dos religiones combinen sus esfuerzos mutuos contra este opresor universal de la humanidad.

De la teoría a la praxis

Esto hace que los musulmanes y los cristianos vean la necesidad de formar una alianza contra el Nuevo Orden Mundial. El Profeta, paz y bendiciones sobre él, profetizó que una alianza entre cristianos y musulmanes se pondría en marcha para luchar contra el solo enemigo común.

Además, los musulmanes deben saber absolutamente a la luz del Corán, del Profeta y las profecías y a la vista de los acontecimientos históricos y geopolíticos, la forma de identificar al buen aliado, al aliado profetizado! El verdadero cristiano aliado del musulmán es aquel que lucha contra el mismo opresor, el mismo impostor, el mismo blasfemador, el mismo enemigo universal, el sionismo!

ستصالحون الروم صلحا آمنا وتغزون أنتم وهم عدوا من ورائكم
الراوي: حسان بن عطية المحدث: الألباني المصدر: صحيح أبي داود الصفحة أو الرقم: 2767
خلاصة حكم المحدث: صحيح

Vosotros (los musulmanes) haréis sin duda una alianza segura con Rum, combatiréis y venceréis juntos contra el enemigo común que os persigue!. Profeta Mohammed paz y bendiciones con él.

Allah revela en el Corán cómo reconocer las señales que prohiben una alianza. Se refiere a un grupo de cristianos y un grupo de judíos que se aliaron entre ellos. Esta alianza efectivamente se concretó en agosto de 1897 (véase el Congreso Sionista), después de miles de años de animosidad entre los cristianos y los judíos. Los cristianos nunca han perdonado a los judíos el evento de la Cruz. Esta alianza subversiva entre los cristianos y los judíos no habría sido posible sin la creación de este movimiento llamado Sionismo, y cuya finalidad era la creación del impostor Estado de Israel, que todos sabemos que va a ser la sede del Anticristo. También Dios nos advierte a los musulmanes contra las consecuencias de la adhesión a ésta alianza, que conducen inevitablemente a la pérdida de la pertenencia a la comunidad del Profeta, la paz y las bendiciones sean con él.

Vosotros que teneis fe (en Dios), no tomes a los judíos y a los cristianos como aliados (que) sean (ellos mismos) aliados entre sí. Y si alguno de vosotros los toma como aliados, entonces se convertirá en uno de ellos. Allah no dirige al pueblo impío.

Corán, Sura al-Ma’idah, v.51

En otras palabras, uno que se une a la alianza sionista judeo-cristiana, se convierte inmediatamente en uno de ellos, como Allah nos dice en este versículo. Ahora será parte de esa alianza y ya no formará parte de la Comunidad del Profeta – paz y bendiciones sobre él.

Mientras que los cristianos y los judíos no todos son sionistas, ya que la alianza sionista está formado por un grupo de judíos y de cristianos estrechamente aliados bajo la bandera del sionismo, también debe tenerse en cuenta que los musulmanes no todos necesariamente son antisionistas! El que se hace amigo de la alianza sionista judeo-cristiana, se convierte en uno de ellos, dice el Corán! (Ver artículos recientes sobre este tema en Inglés: We have no beef with Israel, Syrian Islamist rebel group says)

Así que ahora tenemos dos Rums. La Rum occidental católica con sede en Roma (el Vaticano), con los  países cristianos que se han aliado con el sionismo. Y la Rum del polo cristiano-ortodoxo del Este con sede en Moscú, y que se opone firmemente al sionismo.

Es importante para los musulmanes identificar cuál de éstas dos Rums será un buen aliado en este tiempo final, “una alianza sin riesgo”, como dijo el Profeta.

Eligir la Rum del polo occidental cristiano sionista es convertirse en uno de sus aliados, como es el caso hoy en día de casi todos los gobiernos musulmanes, tarde o temprano, los musulmanes sufrirán la traición de la Rum sionista occidental!

Esto hace que sea de vital importancia que hoy en día, que los musulmanes se pongan en serio (y no literalmente) a estudiar en el Corán todas las profecías del Mensajero – la paz  y bendiciones sean con él-  y  a estudiar la Historia con el fin de entender los desafíos de las implicaciones presentes y futuras.

El Día del Juicio Final, no será superado por un musulmán que ha traicionado las órdenes que Allah – el Altísimo – ha dado en el Corán!

Usted tiene algún interés que sepas ahora el lado correcto de la historia! .

Sheikh Imran Nazar Hosein

Debemos oponernos firmemente a cualquier tipo de confrontación entre las diferentes creencias religiosas … Las guerras y las tensiones inter-religiosas  trabajan por una causa: el establecimiento del Reino del Anticristo, que trata de dividir a todas las religiones tradicionales para imponer su propia pseudo-religión, una parodia de la escatología.

Prof. Aleksandr Dugin – Del libro La Cuarta Teoría Política.

Manténgase informado de todas las noticias de Sheikh Imran Nazar Hosein en http://www.imranhosein.fr

Fraternalmente
L & S Estudiantes Sheikh Imran para INHFR


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